El Vanellus chilensis, más conocido como tero, queltehue o tero-tero, entre otros nombres, es un ave que no pasa desapercibida. Con sus largas patas finas y su canto característico, este curioso pájaro caradriforme del género Vanellus se puede ver en amplias zonas de Sudamérica. Desde las llanuras de Argentina y Uruguay, hasta los rincones de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Venezuela y Paraguay. De hecho, en Uruguay es tanto un emblema que se ganó el título de ave nacional. Pero no todo es conocido de este simpático compañero de campo y ciudad. En esta nota, te invitamos a descubrir algunas curiosidades y secretos del tero, un plumífero que, con su canto y su presencia, no pasa desapercibido para nadie.
El tero es una pequeña ave zancuda que parece tener todo lo necesario para no pasar desapercibida en los paisajes de Sudamérica. Su cuerpo, de patas largas y finas de color rojo, está adornado con una cola de tamaño medio y una cabeza grande y aplanada, de un gris suave que se funde con rebordes blancos cerca del ojo y el pico. Su característico pecho y abdomen negro, que forman una franja que se ensancha hacia el abdomen, lo distingue de otras aves. Además, presenta una cresta gris delgada, un pico corto de color rojo pálido con la punta negra y ojos rojos intensos que parecen observarlo todo.
Pero no solo su apariencia llama la atención: su actitud también es fascinante. Con una postura elegante, es habitual verlo cuando descansa sobre una de sus patas, mientras que la otra permanece pegada al cuerpo. Su dieta, variada, incluye desde insectos y lagartijas hasta carne cruda. Lo más intrigante de esta especie es la particularidad de sus polluelos, que son nidífugos: nacen emplumados y con una independencia sorprendente desde el primer momento. Y, por supuesto, no hay que olvidar la feroz protección que el tero ofrece a su prole, enfrentándose a cualquier amenaza.
Curiosidades del tero
El tero también se distingue por una serie de características únicas que lo convierten en una especie increíble para los observadores. Su nombre, por ejemplo, es onomatopéyico, ya que el sonido que emite al sentirse amenazado, un agudo “tero-tero”, es muy similar al de su propio nombre. Este plumífero no tiene miedo de enfrentar a depredadores como halcones, gaviotas, búhos o incluso comadrejas, y cuando percibe una amenaza, realiza vuelos rasantes sobre aquellos que se acercan. Además, en situaciones de estrés, emite un sonido curioso, similar al ladrido de un perro, por lo que en Chile lo conocen como “perrito”.
Desde pequeños, estos pájaros desarrollan una estrategia de protección que les permite mantenerse a salvo de posibles peligros: se agachan y permanecen inmóviles hasta que la amenaza desaparece. Esta actitud defensiva les permite burlar a depredadores y sobrevivir en su entorno. El naturalista Charles Darwin, en su obra, destacó la utilidad de esta especie para los viajeros, ya que su canto sirve como una alerta temprana ante la cercanía de un peligro. Por otro lado, en muchas culturas populares, se cree que el canto de esta ave predice lluvia o anuncia la visita de parientes.