Este artículo es parte de Covering Climate Now, una colaboración periodística global dedicada a reforzar la cobertura del cambio climático por parte de medios y periodistas.
Durante años, Donald Trump ha mantenido que el cambio climático es “un bulo”, afirmando, por ejemplo, que el aumento del nivel del mar es algo bueno porque, según él, creará más propiedades en primera línea de playa. Ahora que va tomando forma el Gabinete del retornado presidente de Estados Unidos, no hay nada que indique que las personas que gozarán de su confianza en la próxima Administración vayan a tomarse la crisis climática con más seriedad que el magnate neoyorquino.
Muchos de esos cargos, que Trump ha elegido para dirigir las agencias gubernamentales del país norteamericano (y gestionar el trabajo de cientos de miles, si no millones, de empleados y empleadas, así como miles de millones de dólares anuales en presupuesto público) estarán ocupados por históricos del negacionismo climático, conocidos por distribuir desinformación que lleva décadas desmentida. Otros sí aceptan la realidad del cambio climático, pero minimizando sus riesgos y resistiendo cualquier llamada a tomar acción a la velocidad y la escala que exige la ciencia.
La primera legislatura de Trump
Durante su primera legislatura, Trump desmanteló más de 100 regulaciones medioambientales y climáticas. Su segundo mandato llega en un momento en el que la comunidad científica afirma que hemos llegado a “la hora de la verdad climática”. Un reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) advierte de que, si los gobiernos no reducen “de manera inmediata” el uso de combustibles fósiles, el planeta estará en camino a un aumento de temperatura de hasta 3,1ºC para finales de siglo, lo que supondría “impactos debilitantes” para personas y economías en todo el mundo.
Estados Unidos es el mayor emisor histórico de gases de efecto invernadero. Durante la legislatura de Joe Biden, y para la decepción de grupos ecologistas que ayudaron al demócrata a alcanzar la Casa Blanca en 2020, el país ha producido más petróleo que nunca. Aun así, e incluso mientras las catástrofes climáticas se suceden, matando a cientos de estadounidenses y costando miles de millones de dólares en daños, Trump y el Partido Republicano sostienen que las políticas climáticas dañan la economía del país y su posición a nivel internacional.
El currículum de los designados por Trump
A continuación, exploramos el currículum de seis de los candidatos a ocupar puestos clave en el Gabinete de Trump, cuyos puntos de vista serán especialmente influyentes para las perspectivas climáticas tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
Aunque estos candidatos deben aún ser confirmados por una mayoría del Senado estadounidense, el consenso general es que no habrá sorpresa, y los seis pasarán la prueba, dado que algunos de los candidatos más polémicos (que no están en esta lista), están consiguiendo dominar el discurso político y la atención de los legisladores.
Estos nuevos miembros del gobierno de Trump podrían representar, de manera colectiva, un realineamiento radical en el enfoque de Estados Unidos con respecto al cambio climático.
Lee Zeldin, Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA)
El candidato propuesto por Trump para dirigir la Agencia de Protección Medioambiental, el excongresista por Nueva York Lee Zeldin, tiene poca experiencia en asuntos relacionados con la energía o el medio ambiente.
En lugar de eso, lo que Trump probablemente vea en Zeldin es, según los expertos, a un comunicador leal y elocuente, que durante la campaña electoral ayudó al presidente electo a hacer gestos amplios hacia la “protección medioambiental”, al tiempo que promovía una agenda pro-combustibles fósiles, mucho menos popular. Como afirma el medio de comunicación Inside Climate News, “Zeldin llega a la EPA no como combatiente ni como burócrata, sino como un político de éxito a la hora de lanzar mensajes republicanos en bastiones del Partido Demócrata”.
Durante los ocho años que ha pasado en el Congreso, Zeldin ha utilizado varias veces el vocabulario propio del ecologismo, y apoyado leyes para la conservación de recursos naturales y la protección de hábitats naturales. Sin embargo, también ha votado de manera constante contra cualquier esfuerzo por reducir las emisiones de dióxido de carbono y combatir el cambio climático.
En 2019, Zeldin dijo que el cambio climático era “un tema muy importante”, y, al mismo tiempo, apoyó la decisión de Trump de abandonar el Acuerdo de París. La Liga de Votantes por la Conservación, un colectivo ecologista sin ánimo de lucro, adjudicó al entonces congresista Zeldin una puntuación del 14%: abismal, pero mejor que la de la mayoría de los republicanos.
Acabar con las regulaciones
Como director de la EPA, Trump contará con Zeldin para que retome el trabajo interrumpido tras su primer mandato. La extensa cartera de la EPA incluye la regulación de emisiones procedentes de vehículos y centrales eléctricas, los dos sectores que más emisiones de GEI producen en Estados Unidos. Trump ha prometido “acabar” con estas regulaciones.
En el disparadero están también las regulaciones de la Administración Biden sobre la contaminación y el control de la calidad del aire en las inmediaciones de las instalaciones de combustibles fósiles.
El Proyecto 2025, un supuesto guion para el segundo mandato de Trump, propone desmantelar o directamente eliminar departamentos enteros dentro de la EPA, y varios de los más influyentes aliados de Trump han lanzado amenazas explícitas tanto a la Agencia como a sus trabajadores.
Es a la hora de mitigar el descontento público contra estas impopulares propuestas donde Zeldin, el comunicador, podría dejar su huella.
Las trabajadoras y trabajadores de la EPA están, según The Guardian, todavía recuperándose de las represalias selectivas y la interferencia política generalizada que caracterizaron la primera legislatura de Trump, (por ejemplo, la expresión “cambio climático” fue eliminada de documentos y páginas web de la agencia). Ahora se están preparando para algo mucho peor.