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La semana comenzó con un anuncio que resonó en los círculos religiosos y políticos: un cambio en la cúpula de la Iglesia Católica en Estados Unidos; un movimiento que, más allá de la sucesión en un cargo, trae consigo un complejo entramado de relaciones, ideologías y desafíos para la institución
El nombramiento del Cardenal Robert McElroy como arzobispo de Washington D.C. ha generado ondas expansivas. Este nombramiento, efectivo tras la jubilación del Cardenal Wilton Gregory a los 77 años, sitúa al Cardenal McElroy, de 70 años, en una posición clave dentro de la Iglesia estadounidense. Su trayectoria, sin embargo, está lejos de ser una hoja en blanco.
“Estoy agradecido por la oportunidad de servir a la comunidad católica en la capital de nuestra nación y por la confianza que Su Santidad ha depositado en mí, pero he amado profundamente los últimos diez años que he pasado como obispo de San Diego. Nunca en mi vida me he sentido más bienvenido, más apoyado o más recompensado,” declaró McElroy al Washington Post, expresando una mezcla de gratitud y nostalgia.
Pero la imagen idílica del comunicado se ve matizada por su pasado. Durante la administración Trump, McElroy se convirtió en una voz crítica, oponiéndose abiertamente a políticas migratorias y a la construcción del muro fronterizo. En un memorable discurso de 2017, expresó: “Debemos ser disruptores. Debemos interrumpir a quienes buscan… separar a madres y padres de sus familias… a quienes retratan a los refugiados como enemigos… a quienes nos enseñan a ver a hombres, mujeres y niños musulmanes como fuerzas del miedo…”
Sus posturas no se limitan a la inmigración. El Cardenal McElroy ha desafiado la línea conservadora de la Iglesia, oponiéndose a la exclusión de la comunión para políticos católicos pro-aborto y priorizando temas como el racismo, la pobreza y el cambio climático sobre el debate del aborto. Además, su apoyo a la juventud LGBTQ+ y su denuncia del acoso hacia este grupo son pilares importantes de su perfil público.
Este nombramiento adquiere mayor relevancia considerando la designación de Brian Burch, presidente de CatholicVote y crítico del Papa Francisco, como embajador ante la Santa Sede por parte del presidente electo Trump. La posibilidad de fricciones entre la nueva administración y la jerarquía eclesiástica se perfila como un escenario ineludible.
Añadamos un elemento más: la Arquidiócesis de Washington ha enfrentado acusaciones de abuso sexual infantil, revelando en 2018 los nombres de 28 sacerdotes con acusaciones creíbles. Este historial agrega otra capa de complejidad a la situación.
Finalmente, la reunión prevista entre el Papa Francisco y el Presidente Biden esta semana se erige como un punto crucial para analizar las implicaciones de este significativo nombramiento. La escena está lista para un nuevo capítulo en la compleja relación entre la Iglesia, la política y la sociedad estadounidense.