La imagen de Pep Guardiola con la mirada perdida antes de empezar la rueda de prensa posterior al empate en casa contra el Everton reflejaba el complicado momento que está viviendo el técnico del City. Nunca un equipo suyo había sufrido una racha tan negativa. Los ‘blues’ son el peor conjunto de las últimas jornadas de la Premier, donde solo han sumado cinco de los últimos 27 puntos. Un partido ganado de 13, lo que resulta inadmisible y Pep lo sabe.
Cuesta entender que un equipo que ha conquistado los últimos cuatro campeonatos, que en sus filas están algunos de los mejores jugadores del mundo, como Haaland, y con un técnico como Guardiola, no logre rehacerse y ocupar de nuevo las primeras plazas. Es cierto que la lesión de Rodri ha afectado notablemente el rendimiento de los ‘citizen’, pero hay plantilla suficiente para estar luchando por el liderato.
Pep cuenta con el incondicional apoyo de su club, su afición le venera y su plantilla le respeta, pero desde Inglaterra ya comparan la situación con lo sucedido en su última temporada en el Barça. O sea, achacan la situación a un problema de motivación de sus futbolistas tras ganarlo todo. Nadie cuestiona a Pep, tampoco si juegan bien o mal. La única preocupación es que no ganan. El propio Guardiola así lo declaró tras el partido: “El fútbol va de ganar y en estas últimas semanas no somos capaces de hacerlo”. Tan sencillo y tan complicado a la vez.
Nadie duda del mejor entrenador del mundo ni mucho menos de que seguirá dejándose la piel para encontrar la solución, pero quizá lleven razón los que piensan que se trata de un problema de agotamiento emocional. Pep se fue del Barça argumentado que estaba exhausto. Lo estaba él y lo estaban sus futbolistas. Quizá le esté ocurriendo lo mismo. Ganarlo todo también tiene consecuencias.