San Francisco fue, en su momento, el ejemplo perfecto de una ciudad hermosa y de talla mundial en Estados Unidos: autos elegantes, personas impecablemente vestidas, conciertos, espectáculos, teatro, cultura, tecnología, medicina… un avance sin precedentes en la costa oeste de los EE. UU. Era una ciudad soñada para muchos, aunque también conocida por sus precios exorbitantes. Considerada una de las urbes más costosas del país, San Francisco representó un destino ideal para estudiantes y emprendedores.
Sin embargo, en los últimos seis años, el deterioro de la ciudad se ha hecho cada vez más evidente. No es atribuible a un solo factor, sino a una constante degradación visible en cada calle, andén, tienda y almacén. Las grandes cadenas estadounidenses, desde farmacias como Walgreens hasta tiendas departamentales como Macy’s, han cerrado sus puertas. Incluso pequeños comercios independientes y operadores móviles han abandonado sus locales en lugares emblemáticos como Union Square, donde todavía quedan algunos hoteles y restaurantes destacados, pero donde los espacios vacíos, en renta o venta, se multiplican a diario.
Cualquiera que camine por San Francisco se topará con una alarmante cantidad de locales cerrados, autos desvalijados, vidrios rotos y personas deambulando como zombis por las calles. Las plazas públicas se han convertido en epicentros de concentración de indigentes. ¿Qué ha llevado a semejante decadencia? Tres factores principales destacan:
- Las drogas:
Bajo la administración del Partido Demócrata, que ha gobernado California en los últimos años, se ha promovido una política de liberalización y progresismo que, de facto, permitió el consumo y tráfico de ciertas sustancias. San Francisco se convirtió en un laboratorio social cuyo resultado ha sido una epidemia devastadora de fentanilo, una droga originalmente diseñada para tratar dolores severos, pero que ahora es más barata que otras sustancias y ha empujado a miles de personas a un abismo del que difícilmente pueden escapar. A esto se suman el éxtasis, las anfetaminas, la cocaína, la marihuana y una variedad de drogas sintéticas que circulan sin restricciones por la ciudad. - La inseguridad:
La proliferación de drogas trajo consigo un aumento en los índices de criminalidad. Muchos de los adictos, al perder sus empleos, hogares y redes familiares, recurren al robo y otros delitos para financiar su adicción. Las políticas del gobierno local han priorizado la ayuda a los consumidores de drogas por encima de las necesidades de quienes han perdido sus empleos debido a la crisis. Además, se ha otorgado mayor apoyo a los inmigrantes ilegales que a los propios habitantes de San Francisco y la Bahía, perpetuando un círculo vicioso de indigencia y dependencia. - La crisis económica y turística:
Con una ciudad sumida en problemas de drogas, indigencia y criminalidad, el turismo y el empleo han sufrido un impacto devastador. Cada vez menos personas visitan San Francisco, y las oportunidades laborales son escasas. Esto ha llevado incluso a una caída en los precios de la ciudad, algo impensable en el pasado.
San Francisco es, tristemente, el mejor ejemplo de un fallido experimento de liberalización de drogas, indulgencia con la indigencia y tolerancia hacia la ilegalidad. Una vez fantástica y maravillosa, hoy la ciudad lucha por encontrar su camino en medio de esta crisis.
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