El vínculo entre el juego y la religión es tan antiguo como el ser humano. Invocar a los dioses para tener éxito y fortuna tiene su origen en los primeros cultos paganos. De hecho, la mitología griega describe la creación del mundo como el resultado de una partida de dados donde los que juegan son Zeus, Poseidón y Marte, tres de sus dioses. Esto en Occidente, en Oriente las apuestas han estado íntimamente ligadas a la cultura china desde sus inicios.
Pero no todas las religiones son iguales. Algunas lo prohíben estrictamente por sus posibles consecuencias negativas, mientras que otras se muestran más flexibles y lo permiten en determinadas circunstancias. Para ello tienen en cuenta factores como la moderación, la intención y las consecuencias del juego en las personas y en la sociedad.
Cristianismo: entre la condena y la legitimidad
El cristianismo, con 2.382 millones de fieles, es la religión más grande del mundo y tiene una gran variedad de perspectivas sobre los juegos de azar. Mientras que algunas denominaciones cristianas condenan completamente el juego por su asociación con la codicia y el potencial de adicción, otras adoptan una postura más permisiva.
Por ejemplo, la Iglesia Católica, que es la denominación cristiana más numerosa con 1.390 millones de cristianos, reconoce que el juego puede ser una forma legítima de entretenimiento siempre que se haga con moderación y no conduzca a descuidar las propias responsabilidades. Sin embargo, se desaconseja encarecidamente el juego excesivo o el juego que explote a los vulnerables.
Rafael Vázquez, profesor del Centro Superior de Estudios Teológicos San Pablo de Málaga explica que la Iglesia Católica “no lo considera como algo contrario a la justicia de por sí”. Para este sacerdote, la Iglesia previene ante “el riesgo de que la persona anule su voluntad y caiga en una adicción”, y recuerda que “el hecho de hacer trampas sí se considera una materia grave”.
“Los juegos de azar no son en sí mismos contrarios a la justicia“
Vázquez es también el director de la Subcomisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso en la Iglesia Católica. Nos remite al número 2.413 del Catecismo que se refiere expresamente a este asunto y dice así: “Los juegos de azar no son en sí mismos contrarios a la justicia. Resultan moralmente inaceptables cuando privan a la persona de lo que le es necesario para atender a sus necesidades o las de los demás. La pasión del juego corre peligro de convertirse en una grave servidumbre. Apostar injustamente o hacer trampas en los juegos constituye una materia grave”.
¿Y qué papel juegan San Pancracio y el perejil en todo esto? Rafael Vázquez destaca que “lo importante es que es un santo, y esto significa que es un modelo de vida y de fe”. El sacerdote malagueño aclara que “cuando lo convertimos en un elemento supersticioso al que le ponemos perejil y ni siquiera le rezamos, pierde cualquier sentido religioso”.
Islamismo: terminantemente prohibido
El Islam, con 1.907 millones de fieles, es la segunda religión del mundo en número de seguidores. Su postura sobre los juegos de azar es inequívoca. En las enseñanzas islámicas, el juego se considera haram (prohibido), ya que se considera una forma de gharar (incertidumbre o ambigüedad en las finanzas islámicas).
El Corán menciona explícitamente el juego como un acto malvado influenciado por Satanás. Se anima a los musulmanes a evitar el juego, porque puede provocar ruina financiera, problemas sociales y la erosión de los valores morales. Los principios financieros islámicos también prohíben las inversiones en empresas involucradas en juegos de azar u otras actividades prohibidas.
El profesor de Islam en la malagueña mezquita de Fuengirola, Ahmed Oualit lo expresa claramente al otro lado del teléfono: “Está terminantemente prohibido en el Corán”. Sacando a relucir sus dotes didácticas, explica que la razón es “porque se le saca al que menos tiene y se le da al que más tiene”. Y por si esto fuera poco, pone un ejemplo: “La prueba la tenemos en que son los más humildes los que acuden al juego y este se acaba convirtiendo en ludopatía, que es una enfermedad psíquica que deja muchas historias de familias rotas que hieren el alma humana”.
“El juego deja muchas historias de familias rotas que hieren el alma humana“
Oualit entiende que la Lotería de Navidad es una costumbre muy arraigada en España y entiende que “cada uno es libre de hacer lo que quiera, pero en nuestra religión está prohibida“. El profesor de Islam explica que “Dios creó al humano con el derecho y la libertad de elegir, pero en las religiones monoteístas es ilícito el juego de azar”.
Hinduismo: no se recomienda
Una de las religiones más antiguas del mundo es el hinduismo, que profesan 1.161 millones de personas en todo el mundo. Los hinduistas afrontan su relación con los juegos de azar de un modo más matizado atendiendo al karma, que es la necesidad de practicar la virtud y las buenas acciones para garantizar una vida mejor en la reencarnación futura.
Algunos creyentes, con visiones menos estrictas, prefieren juzgar estas actividades dependiendo de las motivaciones de los apostadores. Si la finalidad de la participación en este tipo de juegos de azar es realizar algún tipo de beneficencia o un acto de caridad, entonces el efecto positivo excede a los aspectos reprochables de las apuestas.
El sacerdote hindú y presidente de la federación hindú de España, Juan Carlos Ramchandani, explica a RTVE que “no se recomienda” y que, en caso de jugar, “hay que hacerlo con muchísima mesura y mucho cuidado”.
“El hinduismo ya advertía de esto antes de que se conociera la ludopatía“
Desde Ceuta aclara que los hinduistas entienden los juegos de azar “como una especie de engaño porque tú aportas poco dinero y ganas el de mucha gente”. También entra en el terreno preventivo, lo mismo que cristianos y musulmanes: “Se trata de prevenir la adicción desde una tradición espiritual milenaria como la del hinduismo, que ya advertía de esto antes de que se conociera la ludopatía”.
Para Ramchandani, como para la mayoría de los 75.000 hindús que viven en España, “no es lo mismo comprar un décimo o jugar ocasionalmente”. Pero advierte de que “si caes en el juego acabas practicando la mentira porque el juego genera hábito y adicción”.
Budismo: ninguna indicación
El budismo es seguido en todo el mundo por 506 millones de personas. Sus enseñanzas destacan el daño potencial que puede surgir del apego a los deseos, incluido el deseo de obtener ganancias materiales mediante el juego. Para los budistas, participar en juegos de azar puede verse como una distracción de la búsqueda de la iluminación espiritual y el cultivo de la compasión y la sabiduría.
De acuerdo a las enseñanzas de Buda, la suerte no se relaciona con el éxito puntual en una jugada, sino con llevar adelante una vida virtuosa siguiendo al pie de la letra los preceptos. Tampoco es apropiado para las organizaciones que promueven el budismo obtener financiación por medio de loterías, rifas y otro tipo de actividades que se basan en el mismo principio.
“Los practicantes del budismo pretendemos el autocontrol en general en la vida“
Enrique Caputo, miembro de la Comisión Permanente de la Unión Budista de España —Federación de Entidades Budistas de España (UBE-FEBE)—, declara a RTVE que “en realidad no hay nada en particular, no hay ninguna indicación”. Y, tras un breve y reflexivo silencio, dice que “los practicantes del budismo pretendemos el autocontrol en general en la vida”.
Judaísmo: dos opiniones
El judaísmo tiene 14 millones de fieles en el planeta y diversas perspectivas sobre el juego. Según Moshé Bendahan, rabino principal de la Comunidad Judía de Madrid y Presidente del Consejo Rabínico de España “hay dos opiniones recogidas en el Talmud (libro de comentarios rabínicos)”.
Bendahan explica a RTVE que “una defiende que no se puede hacer apuestas ni juegos de azar porque la persona que gana es como si robara”. Para los que siguen esta corriente, la explicación sería que “el que da su dinero lo hace para ganar, no para perder y no autoriza expresamente a dar su dinero a otra persona”.
“Cada uno hace lo que le parece mejor y rinde cuentas consigo mismo y con Dios“
En cuanto a la segunda opinión, defiende que “si se hace de una manera comedida y mesurada, si no es adicción y se utiliza poco dinero, sí se puede hacer”. Esta tesis se apoya en otro argumento, y es que “en general se sabe que lo recaudado por la lotería, por ejemplo, se destina a fines benéficos y eso está bien”, apunta el Presidente del Consejo Rabínico de España, antes de concluir que “en la práctica, más allá de lo que diga la halajá (leyes religiosas), cada uno hace lo que le parece mejor y rinde cuentas consigo mismo y con Dios”.