El Barça se estranguló contra el Leganés al regreso de Dortmund. Nada extraño si se recuerda la derrota contra Las Palmas después de golear al Brest. Ninguna sorpresa si se tiene en cuenta que solo cuenta cinco puntos sobre los últimos 18. Los azulgrana que campan victoriosos por la Champions han perdido el hilo de la Liga en un momento de máxima pujanza del Atlético y de dudas en el Madrid. No saben enfrentar los partidos aparentemente sencillos, se paralizan ante la adversidad y no aprenden a remontar, faltos de carácter y de fútbol, también de liderazgo, abandonados incluso por el frío de Montjuïc. No hay pasión sino contemplación en el estadio Olímpico. El barcelonismo está confundido por el parón de su equipo después de un arranque vertiginoso presidido por un 0-4 en el Bernabéu. La frustración social es tan manifiesta como la impotencia de la plantilla, que no aprende ni escarmienta, desconcentrada en la Liga.
Iñaki Peña, Alejandro Balde, Iñigo Martínez, Jules Koundé, Eric García (Pau Cubarsí, min. 73), Marc Casadó (Pau Víctor, min. 79), Dani Olmo (Fermín López, min. 65), Lamine Yamal (Gavi, min. 74), Raphinha, Pedri y Robert Lewandowski (Ferran Torres, min. 65)
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Marko Dmitrovic, Sergio González, Adrià Alti, Jorge Sáenz, Javi Hernández, Renato Tapia (Darko Brasanac, min. 46), Óscar Rodríguez, Munir El Haddadi (Matija Nastasic, min. 57), Seydouba Cissé (Dani Raba, min. 81), Yvan Neyou y Miguel de la Fuente (Diego García, min. 57)
Goles 0-1 min. 3: Sergio
Arbitro Alejandro Quintero González
Tarjetas amarillas Seydouba Cisse (min. 73), Javi Hernández (min. 94)
Aunque la afición estaba pendiente de la portería de Dmitrovic, el partido comenzó en el área de Peña, estupendo en un mano a mano con Munir y abatido acto seguido a la salida del córner por un cabezazo de Sergio González. El salto del central fue tan limpio como efectivo resultó el bloqueo que neutralizó a Eric García, la única novedad en la alineación firmada por Marcus Sorg, titular del banquillo por la sanción a Flick. La hinchada aguardaba la reaparición de Araujo y a escena salió Eric García para que descansara Cubarsí. El equipo estaba distraído, como ya es costumbre cuando se siente superior, y la hinchada discutía después de que desde el fondo reservado a la Grada de Animación y ahora ocupada por invitados salían gritos de “Barça sí, Laporta no”. Una entrada de Neyou al tobillo lesionado de Lamine acabó por sacar de quicio al barcelonismo reunido en Montjuïc.
El fútbol físico del Leganés y su organización defensiva, sustentada por una línea de tres centrales, la acumulación de faltas tácticas, desquiciaban a los azulgrana, que se mostraban muy incómodos, a remolque en el marcador, contrariados por el arbitraje contemplativo de Quintero González. Atacaba el Barça en estampida, demasiado acelerado e impreciso, poco profundo y nada claro en el último pase ante un rival refugiado en su campo desde el 0-1. Los barcelonistas no daban continuidad a su juego por su poca finura y por la bravura del Leganés. El partido se consumía sin ritmo, con muchas pérdidas de tiempo y una tensión sorprendente en las localidades de Montjuïc. Únicamente Raphinha estaba lúcido en el apelotonamiento provocado por el Leganés. Lewandowski, tan impaciente como ofuscado, no acertó en hasta tres ocasiones, reducido en dos por el excelente Dmitrovic.
Ni siquiera Dani Olmo fue capaz de marcar, errático en el toque y en un par de tiros fáciles, asistido por Lamine, el único capaz de jugar de extremo en un equipo demasiado centrifugado, pendiente del triángulo Casadó-Pedri-Olmo. Los azulgrana no encontraban huecos y cuando podían armar el disparo no enfocaban bien la meta o no lograban abatir al solvente Dmitrovic. La situación era tan compleja para los azulgrana que no se permitieron dar descanso al renqueante Lamine. El Barça atacaba en una sola dirección, sin abrir por los costados, y el Leganés se agarraba muy bien al campo, no concedía espacios y se defendía estupendamente sin balón, bien refrescado además por su entrenador Borja Jiménez.
A pesar del resultado, Sorg actuó como Flick y quitó a Lewandowski y Olmo cuando se trataba de encontrar chutadores para dar la vuelta a un encuentro al que no encontraba remedio desde el tiro de Munir. Los cambios aumentaron la confusión y el equipo empeoró tanto que apenas generó oportunidades, ni por clase ni por garra, ni individual ni colectivamente, sometido por un Leganés al que le alcanzó con un gol a balón parado en el inicio para cantar una victoria histórica en Montjuïc.