Investigadores israelíes han descubierto uno de los símbolos religiosos más antiguos de la zona del Levante. En la cueva de Manot, en Galilea occidental (Israel), los investigadores han hallado pruebas de rituales espirituales humanos que datan de hace 37.000 años.
Una nueva investigación ha descubierto que la imagen de un caparazón de tortuga podría ser el símbolo religioso más antiguo venerado por una sociedad de Oriente Próximo.
En la cueva de Manot, en Galilea occidental (Israel), los investigadores han hallado pruebas de rituales espirituales humanos que datan de hace 37.000 años.
Más de 35.000 años antes de Jesucristo, decenas de individuos se reunían en la cueva de Manot en torno a la talla de un caparazón de tortuga en una roca.
Aunque no se sabe exactamente qué simbolizaba la tortuga para esta comunidad humana primitiva, se cree que los antiguos habitantes de Oriente Próximo veneraban a la criatura. No en vano, en las tumbas de personajes destacados de la Edad de Piedra aparecen caparazones de tortuga.
Hay pruebas de que los humanos frecuentaban la cueva Manot desde hace al menos 50.000 años. Esta nueva investigación procede del descubrimiento de un ‘recinto ritual’ dentro de la cueva.
Se cree que el grabado del caparazón de tortuga de la cueva fue realizado con un cuerno de ciervo que fue hallado en el lugar. Los investigadores pudieron datar una capa mineral de la cornamenta en una época similar a la del grabado, lo que sugiere que podría haber sido utilizada como herramienta para tallar la imagen.
El descubrimiento del grabado del caparazón de tortuga, analizado por los académicos en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), aporta más pruebas sobre las prácticas religiosas de los humanos del Paleolítico Superior auriñaciense, hace entre 43.000 y 26.000 años.
Las tortugas aparecen con frecuencia en las prácticas culturales religiosas. Uno de los mitos más extendidos entre las culturas del mundo es el de una tortuga gigante que sostiene el mundo entero sobre su lomo. Esta criatura se conoce como ‘Akūpāra’ en la mitología hindú, ‘Ao’ en la china y aparece en el mito de la creación del pueblo indígena norteamericano Lenape.
“Más allá de su importancia dietética, las tortugas probablemente desempeñaron un papel importante en el mundo espiritual de los pueblos paleolíticos, posiblemente debido a la semejanza en forma y función entre el caparazón y la cueva, ambos proporcionando refugio y protección”, afirman los autores de la investigación.
Hasta ahora, “la cueva de Manot es el único yacimiento del Levante que aporta pruebas claras de la existencia de un recinto ritual comunal en el Paleolítico Superior”, señalan los investigadores, lo que demuestra lo vital que es este descubrimiento para comprender a los humanos de aquella época.
A partir de la investigación sobre cómo se ha formado el carbono en el techo de la cueva, se cree que la gente se reunía en la cámara ritual y utilizaba antorchas para ver, lejos de cualquier fuente de luz natural.
Múltiples personas de la región podían reunirse, unificadas por esta práctica religiosa compartida en torno al símbolo de la tortuga.
Esta unificación, sugieren los investigadores, puede haber sido “una estrategia adaptativa exitosa para hacer frente a los grandes desafíos demográficos y económicos a los que se enfrentó la sociedad humana en el Paleolítico Superior”.
La roca en la que está grabada la tortuga es la única de su clase hallada en el Paleolítico Superior del Levante y es especial por su tamaño y detalle, por lo que constituye uno de los momentos más significativos para comprender esta región de Oriente Próximo antes de que se desarrollaran las primeras sociedades mesopotámicas, como Sumeria.