Parece que la Fórmula 1 está intentando superar a Netflix esta temporada, dada la actual oleada de insultos y broncas que se ven por toda la parrilla. Los despidos semanales en la FIA se están pareciendo cada vez más a una serie de televisión, con Mohammed Ben Sulayem apretando el gatillo sobre el candidato elegido mientras pronuncia la frase: “¡Estás despedido!”
De hecho, la situación es tan mala en la sede de la FIA que el jefe de Mercedes, Toto Wolff, comentó irónicamente que “si lo miras de forma positiva, podría tener su propio reality show con lo que está pasando en este momento”.
Tal vez una discreta instalación de cámaras, al estilo Gran Hermano, en la Federación nos permitiría al menos entender lo que está sucediendo y lo que se está comunicando. En el Gran Premio de Qatar, Max Verstappen y George Russell se pelearon abiertamente, con el primero afirmando que “perdió todo el respeto” por el segundo después de un intercambio de pareceres en la oficina de los comisarios, que provocó que el piloto de Red Bull perdiera la pole el sábado.
Y la crueldad con la que Logan Sargeant, Esteban Ocon y posiblemente Sergio Pérez han sido despachados este año seguramente rivalizaría con algún otro show televisivo. Entonces, ¿por qué esta temporada se ha vuelto tan excesivamente dramática?
La elevada importancia concedida al perfil personal
El aumento de la atención provocado por plataformas como Netflix, además del incremento de cámaras de televisión alrededor del paddock, ha acariciado sin duda unos cuantos egos, junto con las redes sociales, que hace que este parámetro se mida fácilmente en forma de likes o follows.
Mientras que el número de periodistas ha disminuido en el paddock de la Fórmula 1, el número de telespectadores ha aumentado espectacularmente. En consecuencia, la importancia que se concede a la propia marca se considera crucial, y cualquier amenaza a la misma será recibida con resistencia. Y también está el efecto Netflix. Ciertas personas se inclinan felizmente hacia los personajes que se han creado en la serie, a menudo embelleciendo el papel que desempeñan. La línea que separa la realidad de los personajes fabricados se difumina cada vez más.
El tono se marcó a principios de año. Después de una exhibición tan aplastante y dominante por parte de Verstappen y Red Bull en 2023, existían las suposiciones de que se repetiría en 2024, sofocando el amplio interés puesto en el Gran Circo como consecuencia de la previsibilidad. Pero nadie previó que todo eso se pondría patas arriba cuando Christian Horner se convirtió en objeto de una investigación interna que impulsó a la F1 en la agenda mediática.
Lo que siguió dominó los titulares y desató la especulación y el debate. El drama no hizo más que aumentar con cada comentario incendiario de Jos Verstappen, padre del tetracampeón del mundo Max. ¿Quizás eso sentó el precedente para tanto drama fuera de la pista?
La cercanía de la batalla y el potencial de éxito
La era de dominio de Red Bull ha pasado, así que los pilotos y sus respectivos equipos se están reposicionando mientras intentan reafirmarse al frente de la parrilla. Las polémicas entre Verstappen y Lando Norris no habrían sucedido si el piloto de McLaren hubiera estado dando tumbos en séptima u octava posición, como hace unas temporadas.
El reinado del neerlandés se vio amenazado y se vio obligado a luchar con el inglés, pasándose de frenada en México y ganándose sanciones. Verstappen estaba reaccionando a la presión, y a medida que la parrilla ha convergido, ha traído nuevas tensiones y rivalidades.
La tensión añadida ha servido para poner a prueba las amistades percibidas, pero la realidad es que cuando se lucha por posiciones y puntos éstas uniones no existen en la F1, y ahora podemos verlo. Y no sólo en la cima. La competitividad se extiende por toda la parrilla y, como hemos visto con el éxito de Alpine en Brasil, una carrera puede marcar una gran diferencia en cuanto al premio en metálico que cada escudería recibe al final de la temporada.
Todo el mundo está destrozado
Hay que recordar que ésta es la temporada más larga de la historia del Mundial, con una increíble cifra de 24 carreras una vez que se complete el Gran Premio de Abu Dhabi este domingo. Son dos más que el récord anterior.
Para ponerlo en contexto, cuando Damon Hill ganó el título en 1996, la temporada empezaba el 10 de marzo y terminaba el 13 de octubre, y contenía 16 carreras, 11 de ellas en Europa. Hay quien señala que entonces había tests durante la temporada, pero no es lo mismo que los agotadores viajes que se exigen hoy al personal.
La última carrera de esta temporada será la sexta en ocho semanas, un periplo desconcertante que incluye Austin, Ciudad de México, Sao Paulo, Las Vegas, Qatar y Abu Dhabi. Olvídate del horario de los viajes, el cambio de huso horario entre Las Vegas y Qatar fue de 11 horas antes, incluyendo el desplazamiento de 18 horas.
El personal, los jefes de equipo y los pilotos están al límite, y es comprensible que se pongan de mal humor o irritables. Ha sido un trabajo duro, y el coste real de una campaña tan larga sólo se percibirá plenamente en los días posteriores al final de la temporada, y cuando la adrenalina disminuya.
En este artículo
Sé el primero en enterarte y suscríbete para recibir actualizaciones por email de noticias en tiempo real sobre estos temas.