(CNN Español) – Guadalupe Butarac tenía 12 años la primera vez que llegó al hospital de pediatría Garrahan. Desde que nació, su mamá sabía que las posibilidades de que su hija necesitara un trasplante en algún momento eran altas. Los médicos se lo habían diagnosticado desde el principio: tenía fibrosis quística, condición que afecta principalmente la parte digestiva y respiratoria del cuerpo. Los pulmones de Guadalupe no podían funcionar sin asistencia externa.
Madre e hija son de Mendoza, provincia del occidente de Argentina, y viven solas. Desde que tenía uso de razón, la vida de Butarac estuvo marcada por su enfermedad. Primero por los tratamientos, después porque no podía vivir sin estar conectada a una máquina. En esa época no iba al colegio: su enfermedad no se lo permitía.
A medida que iba creciendo se hizo más evidente: necesitaba un trasplante pulmonar para poder seguir adelante. Según relata a CNN Erica Pía, su mamá, en el Hospital Humberto Notti de Mendoza, donde la trataban, les explicaron que el único lugar del país que hacía ese tipo de procedimientos en niños y adolescentes era el Hospital Garrahan. Por eso, en 2019, se trasladaron a Buenos Aires para conseguir la cirugía que podía salvar su vida.
La espera duró más de un año. En plena pandemia con su mamá durmiendo en una habitación que el hospital ofrece a familiares de pacientes que viven en otras provincias, recibieron la buena noticia: había llegado el momento del trasplante.
Desde entonces la vida de Butarac dio un vuelco: su madre cuenta que por primera vez pudo vivir sin depender de conexiones a máquinas, ir al colegio sin interrupciones, hacer amigos, pensar en un futuro. Hoy tiene 18 años y sueña con estudiar Marketing en la Universidad.
“A mí el Hospital Garrahan me cambió la vida. Porque yo estaba padeciendo la enfermedad con mi hija, donde el tiempo se venía agotando muy rápido, el deterioro de ella era increíble, y creíamos que no íbamos a avanzar para ningún lado. Y el haber llegado al hospital, todo el equipo médico es fabuloso, los profesionales son excelentes. Realmente para nosotros fue un volver a vivir porque mi hija estaba conectada todo el tiempo, no tenía vida social, no salía de la casa, se la pasaba acostada. Era tanto el desgaste físico que tenía para poder respirar, y a partir del trasplante mejoró todo, su estado de ánimo, volvió a la escuela”, relata Pía.
El Hospital Garrahan es el centro médico de alta complejidad pediátrico más importante de Argentina y un referente en América Latina. La institución describe que no solamente realiza el 50% de los trasplantes a menores y adolescentes del país, sino que atiende a cerca del 40% de los pacientes con cáncer pediátrico, y resuelve el 70% de las cardiopatías congénitas complejas que requieren intervención en los primeros tres meses de vida. Y también es una de las principales instituciones que trata enfermedades crónicas complejas en Argentina. En 2023, el hospital atendió unos 36.000 pacientes con enfermedades complejas, 700.000 pacientes con consultas ambulatorias, 27.000 internaciones, realizaron alrededor de 10.000 cirugías y unos 120 trasplantes.
En Argentina existe una red de medicina gratuita a cargo de los gobiernos provinciales y nacionales, dependiendo la especialidad de los hospitales financiada por el Estado, además de la medicina privada.
El trasplante pulmonar en menores es uno de los tantos procedimientos que solo realiza esta institución y es una pequeña parte de los tratamientos que se podrían ver afectados con los recortes que viene sufriendo el hospital desde que comenzó la gestión del presidente Javier Milei.
Desde agosto de este año, los profesionales vienen denunciando la pérdida del poder adquisitivo en los salarios, y en lo que va de 2024 ya llevan acumulados nueve paros. Cuando se compara la inflación interanual de octubre con los aumentos que recibió el personal del hospital en ese período, la pérdida del ingreso real alcanza el 104%, según el cálculo de los propios trabajadores.
El doctor Claudio Castaños es jefe del Servicio de Neumonología del Hospital Garrahan de pediatría; y es el especialista que lideró el procedimiento que le devolvió el aire a Guadalupe. Distintos profesionales del Garrahan acuerdan que lo que cuenta es algo que se repite en las distintas especialidades del hospital desde que el salario de los médicos comenzó a deteriorarse.
“Ahora estamos medio parados con el programa de trasplante, porque justamente se nos fueron dos de los cirujanos. Eran cuatro cirujanos que hacían trasplante y dos se fueron. Uno se jubiló y la otra se fue a vivir a España”. Para esos procedimientos se requiere un equipo completo.
Es decir, si un niño necesitara un trasplante pulmonar hoy en Argentina, habría que revisar si un cirujano de adultos acepta realizar el procedimiento en el que no es especialista, por ejemplo, centros especializados en trasplantes para adultos y adolescentes como Fundación Favaloro. “No sé si lo aceptarían en alguno de los lugares de adultos, pero en principio no habría lugar para trasplantarlo en Argentina”, alerta Castaños.
El Garrahan no es solamente un hospital: es también un centro educativo. En sus salas se formaron algunos de los profesionales más destacados de sus especialidades. Castaños cuenta que un cirujano con el entrenamiento que hace falta en su área lleva unos 10 años de formación, sin contar los siete que dura la carrera universitaria. Si un especialista se va al sector privado o emigra, el hospital tarda 10 años más en formar a alguien con conocimientos y experiencia similar.
En los traslados sucesivos para observación y controles, Pía compartió con otros padres de la Casa Garrahan, un hogar que el hospital cede de manera gratuita a los familiares de los pacientes que no tienen dónde quedarse en Buenos Aires, para que puedan acompañar a los pacientes durante sus tratamientos. Este es otro de los motivos por los que el desfinanciamiento de la institución preocupa. Hasta junio la partida presupuestaria del hospital se mantenía igual a las de 2023. Con ese presupuesto prorrogado se cubrieron gastos hasta junio, momento en el que el gobierno designó un refuerzo de 90.000 millones de pesos (alrededor de US$ 80.000 al cambio paralelo) que, según los trabajadores, se utilizan para gastos de mantenimiento, pero no para la recomposición salarial.
Además, el hospital provee de medicamentos a quienes lo necesitan en sus tratamientos ambulatorios. Los profesionales del Garrahan están preocupados por lo que pueda suceder con este servicio si la inversión estatal no mejora.
CNN se puso en contacto con el Ministerio de Salud para pedir su reacción respecto a las denuncias de los trabajadores, pero aún no ha obtenido respuesta.
También se contactó con el equipo de comunicación del hospital para confirmar los datos de renuncias de profesionales. Por ahora, explican, los números de 2024 son similares a los de años anteriores y los profesionales “siempre se reemplazan”.
En octubre de este año, poco después de asumir su cargo, el ministro de Salud, Mario Lugones, solicitó la renuncia de los cuatro miembros del consejo de administración del hospital y los reemplazó por otros tres. ¿Cuál fue el motivo? La administración decidió otorgar al personal un bono extraordinario de 500.000 pesos (unos US$ 450 al cambio paralelo) proveniente de los recursos extrapresupuestarios que, por ejemplo, el hospital le factura a las obras sociales o prepagas (entidades que comercializan diversos planes de salud para brindar atención médica). Estos fondos representan 20% del presupuesto total del hospital.
Al ser un organismo autárquico, el Garrahan tiene la potestad de administrar estos ingresos sin intervención del Gobierno. Sin embargo, entre los motivos que menciona el Ministerio de Salud para apartar a los miembros del consejo incluye que “la decisión había sido inconsulta, sin previa evaluación con la cartera sanitaria y no cumplía con la premisa del Gobierno Nacional de déficit cero”.
El bono ofrecido por el consejo fue un paliativo momentáneo, ya que sin una actualización salarial y presupuestaria que acompañe a la inflación la atención en el Garrahan corre peligro.
“Una médica emergentóloga con 20 años de antigüedad está ganando 1.450.000 pesos (unos US$ 1.300 al tipo de cambio paralelo) con carga horaria de 42 horas semanales. Una enfermera está ganando 890.000 pesos de bolsillo (unos US$ 800 en el mercado paralelo) y esto no alcanza”, cuenta Norma Lezama, licenciada en Nutrición y secretaria general de la Asociación de Profesionales y Técnicos del Hospital Garrahan.
Y agrega: “Una guardia en el (hospital) privado se está pagando 300.000 (unos US$ 270 en el mercado de cambio paralelo) y en el hospital, 150.000 (unos US$ 130). O sea, exactamente la mitad. Y son guardias arduas, con muchos pacientes que acuden al hospital muchas veces después de no haber obtenido una atención en otros centros”.
“Si no existiera el Hospital Garrahan volveríamos 40 años atrás, cuando escuchábamos que se hacían campañas para juntar dinero para solventar el traslado de un niño que requería un trasplante hepático o un tratamiento oncológico y tenía que viajar fuera del país porque en nuestro país no existía la posibilidad de tener el acceso a esas prácticas de alta complejidad”, compara Lezama.
El 10 de diciembre se cumple un año de mandato de Javier Milei. Los trabajadores ya anunciaron que ese día harán su décimo paro del año.