«La migración no es solo un desafío político o social, es un signo de los tiempos y un llamado de Dios a reconocer su presencia en los más vulnerables», se lee en uno de los capítulos de la primera carta pastoral regional sobre migración que se presentó este 27 de noviembre en el marco de la 82.ª Asamblea del Secretariado Episcopal de América Central (Sedac).
El documento intitulado «Lo vio, se acercó y lo cuidó – Caminando con las personas migrantes, refugiados, desplazados internas y sobrevivientes de trata», hace un enérgico llamado a los gobiernos para que diseñen e implementen políticas que protejan los derechos de los migrantes y aborden las causas estructurales de la migración forzada.
Oración, reflexión y coordinación pastoral
Al mismo tiempo, la carta pastoral ratifica el compromiso de la Iglesia con los principios propuestos por el Papa Francisco en el mensaje para la 106 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en 2020, en donde recordó que migrantes, desplazados y refugiados al igual que Jesucristo, fueron obligados a huir, por lo que no podemos dudar ante una tarea que debe concentrarse en acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refgiados, lo que pretende motivar en todos los creyentes una respuesta ética y pastoral coordinada entre las Iglesias locales y las conferencias episcopales de Centroamérica.
La carta pastoral de carácter regional “es un esfuerzo significativo de oración, reflexión y coordinación pastoral entre quienes actúan como agentes de la Iglesia en el territorio, comprometidos con las personas en condición de movilidad forzada en la región de Centroamérica”, indicó Mons. Daniel Blanco Méndez, obispo auxiliar de San José en Costa Rica y presidente del Observatorio Socio Pastoral de Movilidad Humana de Mesoamérica y el Caribe durante la presentación del documento.
Para el prelado, la expectativa frente al contenido de la carta es que se convierta en un instrumento de orientación pastoral que responda al desafío regional que representa la migración y la movilidad humana, teniendo en cuenta que se trata de una problemática que por su complejidad plantea retos pastorales, sociales, políticos y económicos.
Buenas prácticas regionales
Al evento también asistió el cardenal Michael Czerny prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, dependencia vaticana encargada de apoyar los procesos de atención primaria dirigida a las personas en condición de migración forzada, labor que en un amplio porcentaje se ofrece desde las organizaciones eclesiales. El prelado que conoce en primera persona el drama del desplazamiento, aseguró que la “carta es un ejemplo real de lo que busca el Dicasterio, acompañar las buenas prácticas en las iglesias locales y regionales”.
De acuerdo con informaciones proporcionadas por el P. Gustavo Meneses, el Card. Álvaro Ramazzini, presidente de la Red Clamor, centró su intervención en los aspectos metodológicos de la carta, refiriéndose al magisterio del Papa Francisco, haciendo un análisis de la realidad y enumerando los factores que inciden en el fenómeno migratorio. Aspectos que deben entenderse desde lo teológico y pastoral, sin desconocer la existencia de los derechos que tiene cualquier persona a migrar o decidirse a permanecer en la tierra de origen.
“Esta carta pastoral sirve como plataforma de lanzamiento para profundizar nuestras relaciones regionales, nuestra cooperación y nuestra colegialidad como obispos. Es un ejercicio práctico, no sólo de colegialidad afectiva, sino de una colegialidad efectiva que, se ha realizado en un contexto verdaderamente sinodal, en diálogo con los migrantes, con los agentes pastorales y con nuestros fieles”. Aseguró Ramazzini.
Realidad que interpela
La estructura de la carta pastoral regional sobre migración puede sintetizarse en tres aspectos fundamentales. El primero de ellos es la realidad, esos signos de los tiempos que nos interpelan e invitan a realizar un análisis de las causas y efectos de los flujos migratorios, además de los impactos de las políticas restrictivas en el ejercicio de los derechos humanos de los migrantes.
En segundo lugar, nos encontramos con la reflexión sobre la presencia de Dios en medio de su pueblo; un camino que no se separa, por ende, un llamado a descubrir la realidad migratoria desde la perspectiva de la Palabra de Dios y las enseñanzas del Papa Francisco.
Finalmente, el documento nos hace una invitación a caminar con migrantes, refugiados, desplazados y sobrevivientes de trata. En esta parte del documento se proponen acciones pastorales concretas para acompañar de manera efectiva a las personas en estado de vulnerabilidad por causa de la migración, una experiencia que la Iglesia centroamericana conoce y acompaña con entrega cada día.
Le puede interesar: Cardenal Rueda Aparicio: Esperanza, signos de los tiempos y discernimiento, tres pilares para la misión del predicador