Cientos de fragmentos de heces y vómitos fosilizados de hace aproximadamente 230 millones de años muestran que los dinosaurios perseveraron y dominaron la Tierra porque no eran quisquillosos con la comida.
Al analizar más de 500 fósiles de vómitos y excrementos, los investigadores han logrado conocer con mucho detalle la dieta de los dinosaurios y sus interacciones con otras especies. Aunque las razones de su dominio aún no estaban claras para los científicos, existían dos teorías principales: una sugería que un evento fortuito eliminó a otras especies, permitiendo a los dinosaurios prosperar, mientras que la otra planteaba que sus adaptaciones evolutivas les otorgaron una ventaja sobre los competidores.
El estudio más reciente sugiere que ambas teorías son válidas, ya que los dinosaurios se beneficiaron de distintos factores en momentos específicos de su evolución. Esta vasta colección de contenidos digestivos fósiles — posiblemente el estudio más extenso jamás realizado sobre los excrementos de los dinosaurios — ofrece valiosas pistas sobre su ascenso a la supremacía planetaria.
El estudio sobre el surgimiento de los dinosaurios durante el Triásico-Jurásico temprano, publicado en Nature, ofrece una perspectiva innovadora sobre cómo la evolución de estos gigantes prehistóricos estuvo profundamente conectada con los cambios climáticos y vegetales, así como con una reconfiguración de las dinámicas tróficas en los ecosistemas terrestres.
Utilizando cientos de fósiles, los investigadores han analizado el contenido digestivo fósil, conocido como bromalitas, para reconstruir la historia alimentaria en una etapa crucial de la evolución de los dinosaurios. Un equipo de más de una docena de científicos analizó exhaustivamente los excrementos utilizando técnicas avanzadas, incluido un acelerador de partículas de sincrotrón. Esta tecnología les permitió estudiar cada fragmento de excremento a nivel molecular.
“Los primeros antepasados de los dinosaurios eran altamente oportunistas”, afirma Martin Qvarnström, paleontólogo de la Universidad de Uppsala, en Suecia y director del estudio. “Se alimentaban de insectos, peces, plantas… todo lo que tenían a su alcance.” Según Qvarnström, esa capacidad de adaptación en su dieta fue, a largo plazo, lo que les permitió dominar la Tierra a lo largo de millones de años.
Los investigadores concluyen que este trabajo resalta la importancia de los contenidos digestivos fosilizados como herramienta clave para comprender la vida de los dinosaurios. “Los residuos de alimentos bien conservados y las asociaciones bromalita-taxón permiten inferencias amplias de interacciones tróficas”, señala el estudio. Esto subraya cómo los fósiles alimenticios permiten una reconstrucción detallada de las interacciones entre especies a través del tiempo.
Un asteroide desencadenó la extinción masiva, pero…. ¿cuál es su origen?
El final de los dinosaurios es un hecho ampliamente conocido: un asteroide masivo impactó la Tierra hace unos 66 millones de años, desencadenando una extinción masiva que acabó con ellos. Sin embargo, el origen de estos fascinantes seres prehistóricos sigue siendo un misterio en muchos aspectos.
“Sabemos mucho sobre la vida y la extinción de los dinosaurios, pero aún sabemos muy poco sobre cómo surgieron”, señala Martin Qvarnström, paleontólogo de la Universidad de Uppsala y quien ha dirigido investigaciones clave en este campo. Los primeros dinosaurios, de hecho, emergieron durante el Triásico, hace unos 230 millones de años, en un entorno dominado por reptiles más pequeños y menos especializados.
A pesar de los avances en la paleontología, la transición de los antepasados de los dinosaurios a los primeros dinosaurios verdaderos sigue siendo un área de intenso estudio. Las investigaciones sugieren que estos animales primitivos se caracterizaban por una notable flexibilidad en su dieta y comportamiento, lo que les permitió adaptarse a una variedad de nichos ecológicos y prosperar en un mundo en constante cambio.
Un día como hoy, pero de 1824, William Buckland presentó al célebre Megalosauro en una reunión de la Sociedad Geológica de Londres. El geólogo y paleontólogo se convirtió en el primero en describir el primer dinosaurio conocido.
Este contexto era crucial, ya que durante el Triásico tardío, el supercontinente Pangea comenzaba a desintegrarse. Se formaban nuevos océanos, los volcanes entraban en erupción de manera violenta y el clima experimentaba cambios drásticos. “Los dinosaurios se adaptaron rápidamente a estas nuevas condiciones, mientras que los animales anteriores, más especializados, tuvieron más dificultades para sobrevivir”, explica Qvarnström.
“Los procesos mostrados por los datos polacos pueden explicar patrones globales, arrojando nueva luz sobre el surgimiento ambientalmente gobernado del dominio de los dinosaurios y el gigantismo que perduró hasta la extinción masiva del Cretácico final”. Este hallazgo tiene implicaciones para entender cómo la evolución de los dinosaurios pudo haber sido impulsada por factores ecológicos y climáticos que no se habían considerado suficientemente en teorías anteriores.
El cambio climático en tiempos del Triásico tardío
Durante el Triásico tardío, se documentó un aumento significativo en el tamaño y la diversidad de las bromalitas, un indicador claro de la evolución de una fauna más grande y diversa, con nuevos patrones alimentarios. Este cambio es parte de la radiación temprana de los dinosaurios, un fenómeno que refleja su creciente presencia y adaptación en el ecosistema.
A lo largo de este período, los dinosaurios comenzaron a reemplazar gradualmente a otros grupos de tetrápodos que habían dominado el paisaje hasta entonces, como los pseudosuquios y los terápsidos. Este reemplazo no fue inmediato, pero marcó el inicio de una nueva era. La competencia con grupos no dinosaurios fue sustituida por una expansión de los ecoespacios dominados por dinosaurios herbívoros, especialmente los sauropodomorfos, quienes ocuparon nichos ecológicos que antes pertenecían a otros grupos.
El cambio climático durante el Triásico tardío jugó un papel clave en esta transformación. Los cambios en el clima favorecieron una reconfiguración de la vegetación, lo que permitió la expansión de los dinosaurios herbívoros. Estos nuevos herbívoros, como los grandes sauropodomorfos, eran capaces de alimentarse de una mayor diversidad de plantas, incluso aquellas que habían sido quemadas por los incendios naturales. Esto representó un cambio importante respecto a los grupos anteriores, que se alimentaban de una gama más restringida de vegetación.
Al mismo tiempo, los terópodos, que inicialmente se alimentaban de insectos y peces, evolucionaron rápidamente en respuesta a la proliferación de los dinosaurios herbívoros. Estos depredadores se adaptaron a tamaños gigantes, convirtiéndose en los nuevos depredadores dominantes del ecosistema, y jugando un papel crucial en el equilibrio de la fauna.
Como señala un experto, hubo un “reemplazo de miembros del gremio no dinosaurios por precursores de dinosaurios oportunistas y omnívoros”. Esta cita resalta el papel de los dinosaurios como “oportunistas”, capaces de llenar nichos ecológicos vacíos en un momento clave de la historia de la Tierra.
Este estudio desafía las teorías tradicionales sobre la competencia entre dinosaurios y otros grupos de tetrápodos, como los reptiles no dinosaurios, que dominaban antes de la explosión de diversidad dinosauriana. Mientras que el modelo tradicional sostiene que los dinosaurios superaron a sus rivales por ser fisiológicamente más eficientes o poseer mejores adaptaciones anatómicas, el modelo propuesto sugiere que las extinciones masivas, combinadas con cambios climáticos, fueron cruciales para permitir el auge de los dinosaurios.
El análisis de las bromalitas en la cuenca polaca proporciona una perspectiva única para comprender cómo los dinosaurios se insertaron en las redes alimentarias emergentes, un proceso que, según los autores, se puede observar también en patrones globales de diversificación durante la era Mesozoica.
Este hallazgo abre nuevas preguntas sobre la naturaleza de las extinciones y cómo los procesos ambientales, lejos de ser incidentales, pueden haber facilitado el dominio de los dinosaurios, un fenómeno que no solo estuvo marcado por su habilidad competitiva, sino también por su capacidad para adaptarse rápidamente a un mundo cambiante.