El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en los meses que le quedan en el gobierno aspira a dejarle varias “papas calientes” a su sucesor, el republicano Donald Trump, indica un reporte del experto en estudios de defensa y política exterior en el Instituto Cato, Ted Galen Carpenter.
Un pato rengo o pato cojo (del inglés, lame duck) es la denominación dada a alguien en un cargo electivo próximo a dejarlo, especialmente alguien para quien ya eligieron su sucesor.
Ese es el caso del presidente Joe Biden, quien al parecer en los meses de gobierno aspira a dejarle varias “papas calientes” a su sucesor, el republicano Donald Trump.
Asunto interesante es abordado por el miembro senior de estudios de defensa y política exterior en el Instituto Cato, uno de los llamados tanques pensantes de la política estadounidense, Ted Galen Carpenter
Publicado en el sitio web Ron Paul Iinstitute, el artículo ¿Será el Armagedón el legado final de Joe Biden con respecto a Rusia?, hace una valoración de cómo el mundo llegó a la situación actual en Ucrania, donde las provocaciones de Estados Unidos como “jefe” de la OTAN pusieron al mundo al borde del holocausto
Tras la disolusión de la Unión Soviética a finales de 1991, el mundo parecía preparado para una nueva era más pacífica, sin el temor a un Armagedón nuclear, señaló Carpenter.
Para el experto, el contraste entre el benigno final de la Guerra Fría original y el estado actual de las relaciones entre Occidente (especialmente Estados Unidos) y Rusia no podría ser mayor ni más alarmante.
La intromisión de la OTAN en el conflicto armado entre Ucrania y Rusia fue convertido en una auténtica guerra por delegación de la alianza.
Como líder de la OTAN, Estados Unidos impulsó una serie de escaladas extremadamente peligrosas. La última provocación es la decisión del gobierno de Joe Biden de autorizar a Ucrania a utilizar sistemas de misiles tácticos de largo alcance del ejército estadounidense (ATACMS), capaces de alcanzar al menos 190 millas dentro de Rusia, señaló.
Al responder, Moscíu adoptó una nueva doctrina nuclear en la cual advierte que el uso de tales misiles por parte del representante ucraniano de la OTAN significaría la participación oficial de la alianza en la guerra.
De acuerdo con Carpenter, la decisión de permitir a Ucrania utilizar misiles estadounidenses y posibilidad de desencadenar la Tercera Guerra Mundial fue tomada por el más lamentable de los presidentes en esa etapa del llamado “pato cojo” de Estados Unidos.
Ese “logro” fue un esfuerzo bipartidista de más de tres décadas, sostuvo Carpenter.
Hacia el final de la administración de George H. W. Bush, según las encuestas de opinión pública en Rusia el 80 por ciento de los ciudadanos tenían una visión positiva de Estados Unidos. A finales del gobierno de Bill Clinton, casi el mismo porcentaje tenía opiniones negativas.
A juicio del expero, durante sus años de mandato, Clinton y sus asesores expresaron su enemistad con Moscú en múltiples ocasiones.
Contrarios a ser “palomas” como son presentados por algunos medios que dan el calificativo de Halcones a los republicanos, los demócratas en Washington intentaron atacar a los serbios, antiguos clientes religiosos y políticos de Rusia, cuando quedó desintegrada la federación yugoslava.
Sin embargo, la decisión de la administración Clinton de ampliar la OTAN para incluir a Polonia, la República Checa y Hungría, supuso el mayor golpe para las relaciones Este-Oeste.
El analista sostuvo en su valoración la continuidad de la política occidental para empujar a Rusia a un peligroso enfrentamiento sin tener en cuenta la amenaza de aniquilación total de la especie humana.
Tanto demócratas como republicanos empujaron un desenlace, pero “lo más provocativo de todo fue que Bush (hijo) presionó para incorporar a Ucrania a la alianza. Aunque Alemania y Francia bloquearon de manera temporal las medidas inmediatas para convertir a Ucrania en miembro, el objetivo último de Washington estaba bastante claro.
En otoño de 2021, el Kremlin propuso una nueva relación con Occidente ajustada a las exigencias mínimas de Rusia. Entre ellas figuraba la garantía de neutralidad para Ucrania, lo cual excluía la posibilidad del ingreso del país en la OTAN.
Rusia también pidió la retirada del armamento avanzado estadounidense de los miembros más orientales de la OTAN. Equivalía a un ultimátum, y cuando la administración Biden trató las demandas de Moscú con desprecio, el Kremlin lanzó una invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022. Esa ofensiva, combinada con la decisión de Estados Unidos y sus aliados de imponer severas sanciones económicas a Rusia, desencadenó una crisis militar cada vez más grave, manifestó Carpenter.
Es deconocido con certeza si el presidente electo Trump pretende poner fin al peligroso impasse con Moscú pero, lo que si está claro, es que restablecer las relaciones bilaterales de cooperación con Rusia es esencial para la paz mundial.
Sin embargo, resulta alarmante que Trump no tenga esa oportunidad, aunque quiera alejarse del abismo. La administración lame-duck de Biden sigue en el poder durante casi otros dos meses y, si los líderes de la administración están tan inclinados, es tiempo más que suficiente para sumir al país en una guerra nuclear.
La conducta de Biden en las últimas semanas, especialmente autorizar a Ucrania a atacar a Rusia con misiles de largo alcance suministrados por Estados Unidos, es más que imprudente. El legado de Biden ya es malo, pero podría ser aún peor, advirtió el experto de Cato.