- Autor, Nadine Yousif
- Título del autor, BBC News
Andrew Goodsell llama “su casa” a su pequeña carpa naranja, que está instalada sobre un pedazo de grama en el centro de Halifax, en Canadá, desde hace más de un año.
A finales de octubre, sentado cerca de su improvisada vivienda, Goodsell describe la vida en el campamento donde reside junto a otra docena de personas como “deprimente”.
“Un día me desperté en un área donde no quería estar”, señala Goodsell, mientras a su lado corre un torrente de vehículos.
“Prefiero despertarme en un lugar donde pueda darme una ducha y pueda hacerme algo de comer. Pero aún así, debo levantarme de la cama”, añade.
Goodsell, de 37 años, lleva casi una década sin un hogar.
Alguna vez pudo pagar un alojamiento cuando trabajaba como profesor de surf, pero con los altos precios de los alquileres en Halifax no tiene manera de costearse una vivienda.
Su campamento es uno de los nueve sitios escogidos por la ciudad en los que la gente sin casa puede acampar de manera legal.
Estos lugares fueron aprobados a mitad de año como una solución temporal pero necesaria, debido a que los refugios estaban a su máxima capacidad.
Esta política ha sido adoptada por al menos otro gobierno local en Canadá y está siendo considerada por otras ciudades cercanas, debido al aumento del número de personas sin hogar.
Esta medida va en contra de las políticas de algunas ciudades de Estados Unidos y de la propia Canadá, en las que la policía desmonta a la fuerza las tiendas de campaña que se instalan en las calles.
Estos campamentos han sido criticados por la violencia que se registra en ellos y por su inefectividad para combatir la crisis de vivienda.
Pero se han convertido en una medida “popular” debido al crecimiento del número de personas que viven en la calle después de la pandemia del coronavirus.
Por ejemplo, el estado de California, en EE.UU., ha destruido más de 12.000 campamentos de personas sin hogar.
Y ciudades como Fresno, en California también, y Grants Pass, en Oregón, han prohibido acampar en espacios públicos.
Desorden y crimen
Las personas que han propuesto la prohibición de los campamentos señalan que estos lugares conducen al desorden, y que una financiación apropiada debería sacar a estas personas de las calles.
Ahora, entre los detractores de la medida que se aplica en Halifax están algunos de los propios usuarios de los campamentos, quienes señalan que el dinero gastado en habilitar estos espacios debería dedicarse a construir viviendas accesibles.
“Canadá es uno de los países más ricos y más hermosos del mundo. Tenemos tanta tierra, tantos recursos, pero a la vez debemos ser uno de los más codiciosos”, dice Goodsell.
Aunque muchas ciudades, incluida Halifax, han intentado eliminar campamentos de personas sin hogar en el pasado, recientes decisiones judiciales en los estados de la Columbia Británica y Ontario determinaron que las personas sin hogar pueden acampar en espacios públicos si no hay espacio disponible en los refugios.
En contraste, la Corte Suprema de EE.UU. decretó en junio que las ciudades pueden multar y arrestar a las personas sin hogar que acampen en sitios públicos, aunque no haya lugar para ellos en los refugios.
Esta medida llevó a que se prohibieran los campamentos en California y Oregón.
Otra diferencia es el reconocimiento en Canadá de que otras medidas anteriores han fallado, señala Stepan Wood, profesor de derecho de la Universidad de la Columbia Británica.
“La estrategia hasta hace un par de años ha sido la de limpiar la ciudad de campamentos, pero ahora quedó en evidencia que eso no soluciona el problema”, le dice Wood a la BBC.
Lugares designados
De acuerdo a los datos del gobierno, en Canadá, hay unas 235.000 personas sin hogar en todo el país. Aunque los expertos señalan que ese número puede ser mayor.
Esta cifra coloca la tasa de de personas sin hogar por encima de la de EE.UU., de acuerdo a la información oficial. Globalmente, muchas ciudades han visto un aumento de las personas que viven en la calle desde la pandemia.
En 2018, Halifax, la ciudad más grande de Canadá sobre la costa Atlántica con una población cercana a los 518.000 habitantes, tenía unas 18 personas en situación precaria de vivienda.
“Ahora la cifra llega a 200”, le cuenta a la BBC Max Chauvin, el director de vivienda y atención a personas sin hogar de Halifax.
Mientras Halifax ha aprobado nueve lugares para los campamentos, sólo cinco están operando. Cada lugar tiene un límite de doce carpas, pero en muchos se supera esa capacidad.
Estos nueve lugares tienen baños portátiles, mientras que los trabajadores sociales vienen cada semana a dejar algunas botellas de agua y estar pendiente de la gente, le cuentan a la BBC los residentes de las carpas.
Algunas veces traen cosas que los residentes necesitan como un abrigo o un saco para dormir en invierno.
Chauvin señala que los sitios designados para los campamentos se crearon cuando se dieron cuenta que no tenía opciones para lidiar de forma inmediata con la crisis de vivienda.
La decisión de la década
La ciudad está a la espera de una decisión del gobierno de la provincia de Nueva Escocia para que se pueda aumentar la construcción de viviendas accesibles.
Pero lo cierto es que Nueva Escocia no ha construido una vivienda pública desde 1995.
“La pregunta que surgió fue: ¿a dónde va a ir la gente mientras?”, señala Chauvin.
Él cree que solucionar la crisis de vivienda va a ser “el tema de la década” para su ciudad y otras cercanas.
“Uno de los grandes grupos de personas sin hogar que está creciendo es el de las personas que no tienen cómo pagar un alquiler, y eso es nuevo”, dice Chauvin.
Según señala, esas personas son adultos mayores, estudiantes y familias enteras.
El funcionario también apunta a la falta de atención sanitaria para personas con problemas mentales y físicos.
Controversial
Los que propusieron las áreas designadas para los campamentos afirman que eso previene la criminalización de las personas sin hogar y permite a la ciudad concentrar sus servicios de asistencia social.
Aun así, la política de Halifax, además de provisional, es controversial.
Este fue uno de los principales puntos en las elecciones municipales del pasado mes de octubre, en las que el candidato ganador prometió el aumento del número de los lugares designados para acampar y la eliminación de los que se forman de forma ilegal.
Trish Purdy, una concejala de Halifax, luchó sin éxito para eliminar un lugar designado para un campamento en su distrito, después de escuchar de los vecinos, que temían que ese sitio podía convertirse en un foco de venta de drogas y de criminalidad.
Ella tiene claro que el tema es socialmente y moralmente complejo, pero señala que permitirle a la gente vivir en esas “condiciones horribles” no tiene nada que ver con la compasión o la empatía.
“Estoy segura de que los residentes que viven cerca de esos lugares designados no reciben nada de compasión o empatía cuando les instalan los campamentos en la puerta de sus casas”, le dice Purdy a la BBC.
Uno de esos campamentos en Dartmouth, un suburbio de Halifax, se encuentra junto a una hilera viviendas públicas, cuyos residentes se quejan de los restos de agujas, la violencia y las disputas con los que viven en el lugar.
“Esto solía ser un lugar en el que los niños podían salir a jugar al béisbol o al kickball”, explica Clarissa, madre de tres hijos que se negó a dar su apellido.
“Ahora ni siquiera podemos hacer eso, porque nos preocupa demasiado pisar una aguja“.
Clarissa dijo que ni a ella ni a sus vecinos se les consultó sobre el campamento y cree que el lugar fue elegido porque su vecindario es de bajos ingresos.
Pero Ames Mathers, quien vive cerca de otro campamento, llama “vecinos” a los que viven en las tiendas de campaña.
“Es realmente un desastre que la gente tenga que vivir en parques como única opción para obtener vivienda”, explica.
“Estamos en medio de una crisis de vivienda, y nuestra provincia y ciudad están fallando”, añade.
“Es una monstruosidad”
Algunos residentes de los campamentos le dijeron a la BBC que les gusta saber que no se les pedirá que se vayan en cualquier momento, pero muchos aseguran que ellos mismos no siempre se sienten seguros en estos lugares.
También cuestionan la voluntad del gobierno de encontrarles alojamiento, diciendo que han recibido más ayuda de voluntarios que de los propios funcionarios.
Señalan que se están construyendo múltiples condominios de gran altura en Halifax, ninguno de los cuales, dicen, es para personas de bajos recursos.
“Nos gustaría que nos trataran como personas”, le dice a la BBC Samantha Nickerson, quien vivía con su prometido, Trent Smith, en el mismo campamento que Goodsell.
“Algunos de nosotros realmente estamos haciendo un gran esfuerzo para recuperar nuestras vidas y trabajar”.
Nickerson y Smith, quienes tienen unos 30 años, dijeron que se enfrentaron a la violencia de otros residentes y que a menudo fueron acosados verbalmente por los vecinos de la zona.
“Entendemos que esto es una monstruosidad y nadie lo quiere”, explica Nickerson.
“No queremos estar aquí. No queremos estar en esta situación”, añade.
A mediados de noviembre, la pareja había sido trasladada a un refugio temporal bajo techo con la ayuda de voluntarios.
Goodsell y un puñado de personas más permanecen en el lugar, al que recientemente se le quitó la designación de sitio para acampar, por temor a que pudieran obstaculizarse las operaciones de limpieza de nieve.
Él afirma que no le han ofrecido refugio bajo techo y que no quiere que lo trasladen a otro campamento.
Ha equipado su tienda de campaña para el duro invierno canadiense que se avecina mientras espera noticias.
“Estar al aire libre en una tienda de campaña en cualquier lugar es inseguro”, le dice a la BBC por teléfono.
“Estoy tan preparado como puedo y me considero más afortunado que la mayoría”.
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