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Albert Jorquera
“El año que viene sueño con competir en España, en el Mundial de Canfranc”, nos confiesa Suman Kulung con un destello de brillo en sus ojos. El corredor nepalí, residente en la capital Katmandú, acaba de ganar por cuarta vez la Everest Trail Race (ETR), una brutal carrera de 160 km. y 24.000 metros de desnivel positivos repartidos en 6 etapas. Lo ha hecho con una autoridad aplastante, ganando 5 de las 6 etapas y con 51 minutos de ventaja sobre el segundo, su compatriota Dal B. Kunwar, ganador de la 5ª etapa. De hecho, los cuatro primeros clasificados masculinos de la ETR 2024 y las dos femeninas han sido locales. En las 12 ediciones de la carrera, solo dos corredores de élite no nepalís han podido imponerse: Jordi Gamito en 2018 y Miguel Heras en 2022.
Ante tamaño dominio, uno no puede evitar preguntarse cuál es el techo de los corredores del país más alto del mundo en un deporte, el trail, que empieza a profesionalizarse. De hecho, ya ha habido grandes nombres que han dejado su huella en Europa, como Dawa Sherpa, el monje budista que fue el primer ganador del Ultra Trail del Mont Blanc y con quien nos cruzamos en plena Everest Trail Race mientras organizaba su propia carrera. O Bhim Gurung, un oficial del ejército nepalí que en 2016 batió el récor de Kilian Jornet en Kima y fue subcampeón de las Skyrunner World Series. Pero para todos ellos, el problema siempre ha sido el mismo: las dificultades económicas y políticas para viajar fuera de Nepal y competir en Europa.
“Cuento con el apoyo de una fundación en Austria, la Dr. Sigrid Schwarzenbacher Foundation, que me ayuda ocasionalmente en los viajes y principalmente me proporciona ropa Salomon para competir”, explica Kulung, “pero es complicado correr regularmente en Europa”, añade con un deje de resignación en su voz. De hecho, cuando ha corrido ha demostrado su calidad a pesar de las diferencias culturales y de aclimatación, como por ejemplo con un 4ª puesto en la KAT 100 by UTMB en Austria detrás de Hayden Hawks o ganando la Adidas Infinite Trail 2024 de 45 km.
A pesar de las dificultades, Suman Kulung puede considerarse un privilegiado dentro de sus compatriotas. El segundo clasificado de la Everst Trail Race, Dal Bahadur Kunwar, aún no ha podido debutar en Europa y sueña con “correr alguna vez en UTMB”. Kunwar empezó a correr hace apenas dos años tras fallar el examen escrito de acceso al ejército nepalí. En su primera maratón, la Tenzing Hillary Everest Marathon, sorprendió al mundo siendo segundo y entró a formar parte del Karanali Sports Club, fundado por Hari Bahadur Rokaya, uno de los mejores corredores nepalís de maratón.
Las chicas, aún más complicado
Si correr ‘profesionalmente’ es complicado para los corredores nepalíes, para las chicas se convierte en una quimera en una sociedad en la que espera que sirvan a su familia y se ocupen del hogar. También aquí ha habido grandes pioneras, como Mira Rai, ganadora de la Marathon du Mont Blanc 2015 y podio en carreras como Salomon Ultra Pirineu, o más recientemente Sunmaya Budha. la compañera de equipo de Dal Bahadar Kunwar también tiene una historia huamana conmovedora: Nacida en Pere (región de Jumla), estuvo a punto de morir de pequeña de desnutrición. Jugaba a voley en la escuela y con 13 años probó atletismo. Sus tres hermanas mayores se casaron con 14 años y su madre, con 12. Ella tenía un matrimonio concertado con 16 y pidió retrasarlo para irse a estudiar y, en secreto, entrenar con Hari Rokaya. Salió de casa andando con 5.000 rupias (34 euros) y logró cumplir su sueño, siendo tercera en carreras como Adidas Terrex Transvulcania 2024.
Al igual que sus referentes, en la Everest Trail Race la nepalí Chhoki Sherpa ha demostrado un dominio absoluto y ha ganado la seis etapas y la general con un tiempo de 28h13′ por delante de su compatriota Humi Budha. Viéndolas correr con gracia y facilidad natural a altitudes cercanas a los 4.000 metros, uno no puede evitar preguntarse qué rendimiento daría en las grandes carreras europeas. Sherpa, que solo ha competido en Malaysia y Hong Kong fuera de su país, se encoje de hombros ante la pregunta y musita un “¿quién sabe?” con un evidente brillo en sus ojos. ¿Quién sabe? es la pregunta que mejor resume el futuro de estos corredores en un deporte cuyo futuro aún tiene muchas incógnitas. Sin embargo, es inevitable pensar que Nepal puede llegar a ser una potencia mundial en montaña al igual que Kenya lo es en el asfalto.
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