Los europeos tienen dinero, pero se dedican a almacenarlo, sin hacer nada productivo con él. Hasta 11 billones de euros, un 34,1% de los alrededor de 33 billones de euros que configuran los ahorros de los hogares de la Unión Europea, están guardados en cuentas corrientes y depósitos bancarios que apenas aportan rendimientos.
Alertaba sobre ello Enrico Letta el pasado mes de abril, en su informe sobre el Mercado Único (titulado Mucho más que un mercado), al señalar que la Unión de los Mercados de Capitales no despegará sin una Unión de Ahorros e Inversiones capaz de movilizar el ahorro de los ciudadanos europeos. Es decir, de poner a trabajar su dinero de la misma forma en la que lo hacen los estadounidenses: invirtiendo en las empresas de la economía productiva.
«En EEUU se ahorra mucho menos que aquí, pero ese dinero trabaja» (Jordi Martínez, Institut d’Estudis Financers)
Hace pocos días era la Asociación para los Mercados Financieros en Europa (AFME, por sus siglas en inglés) quien, en colaboración con otras once organizaciones europeas e internacionales, advertía en su último informe Capital Markets Union: Key Performance Indicators, de que persiste una brecha de financiación en la UE de 800.000 millones de euros al año. Unos recursos que, señala este informe, «son necesarios para áreas clave como la digitalización, la infraestructura y la sostenibilidad, esenciales para impulsar la competitividad a largo plazo de la UE».
El informe advierte de que, «si bien la UE tiene la escala y la resiliencia para competir con EEUU y China, se necesitan reformas significativas para superar la fragmentación interna del mercado y desbloquear todo el potencial de Europa». Adam Farkas, director ejecutivo de AFME, lamentaba durante la presentación de este informe seguir «rezagados frente a otras regiones en la mayoría de las áreas clave, incluyendo el acceso a financiación para empresas y pymes, los ecosistemas de FinTech y la liquidez del mercado».
La Unión de Ahorros e Inversiones es una prioridad para la nueva Comisión Europea
«Para garantizar que la UE siga siendo competitiva a nivel global -prosiguió-, necesitamos reformas audaces que movilicen mejor el capital y desbloqueen la financiación del sector privado. Un mercado de capitales integrado y más eficiente puede financiar las iniciativas críticas para la competitividad económica de Europa».
Puro informe Letta, puro informe Draghi. Los dos documentos que han inspirado las cartas de misión del nuevo colegio de comisarios de la Comisión Europea, donde en materia financiera tendrá un papel destacado la portuguesa Maria Luís Albuquerque, que pilotará Servicios Financieros y la nueva Unión de Ahorros e Inversiones.
Junto a ello, tanto la Comisión Europea como el Banco Central Europeo insisten en la necesidad (destacada en el informe Letta) de contar con bancos transeuropeos capaces de competir internacionalmente con los grandes bancos estadounidenses.
La primera gran operación de calado es la posible OPA de la italiana UniCredit sobre la alemana Commerzbank, con la futura sede de la nueva entidad en Frankfurt. Unos primeros movimientos sobre los que la banca española no parece darse por aludida.
Preguntado por el Diari de Tarragona sobre las intenciones de liderar una operación transeuropea similar, Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, aseguró que «no vemos creación de valor» en las fusiones bancarias transeuropeas, y que en su estrategia está, tomando como escala de referencia la Zona Euro, seguir siendo un banco regional. En esta escala, también la OPA de BBVA sobre Banc Sabadell sería una operación de dimensión regional.
«No hay en Europa ese mercado donde el ahorro alemán invierta en pequeñas empresas españolas» (Miguel Cardoso, BBVA Reserach)
Josep Soler, consejero ejecutivo de EFPA España (perteneciente a la asociación europea de asesores financieros), lamenta que «hace diez o doce años que se habla de la Unión de los Mercados de Capitales», sin avances significativos que permitan lo que, relata Soler, son sus dos grandes objetivos.
Por un lado, «dar salida a los ahorros de los europeos, hoy demasiado conservadores, con el ahorro en cuentas corrientes y depósitos, en un horizonte a más largo plazo». En segundo lugar, «generar recursos para las inversiones que necesitan las empresas europeas para su competitividad y productividad».
«Para que la competitividad de la Unión Europea mejore -prosigue Josep Soler-, se necesita invertir. Además, hay dos necesidades más para esta mayor inversión: la sostenibilidad y la Defensa. Sobre todo, después de la elección de Donald Trump [como presidente de los EEUU]».
«El modelo desarrollado ahora con la Unión de Ahorros e Inversiones -añade Josep Soler- sirve para complementar las pensiones de esos ahorradores, pero también para ayudar a invertir». La idea es tener un mercado de capitales integrado, donde sea mucho más sencillo movilizar esos recursos económicos almacenados y mediante el que financiar a unas empresas europeas hoy claramente bancarizadas.
Las fusiones bancarias transeuropeas son necesarias para que la UE pueda competir
Aunque un mayor peso de la financiación no bancaria, especialmente entre las pymes, no debería estar reñido con un futuro en el que grandes bancos transeuropeos sean capaces de competir internacionalmente. «Inevitablemente -reflexiona Josep Soler- ha de haber, al margen de la integración de los mercados de capitales, una mayor integración bancaria. No avanzaremos demasiado si en cada país tenemos unos cuantos ‘banquitos’ nacionales, con un tamaño correcto a nivel nacional, pero no internacional. Porque si el Banc Sabadell es opable, a lo mejor lo puede ser también CaixaBank».
¿Veremos avances durante esta legislatura europea que arranca? «Seguro que veremos movimientos -reflexiona Josep Soler-, pero la Comisión Europea sola no podrá hacerlo. Se necesita el apoyo del Consejo Europeo -donde participan los primeros ministros de todos los estados miembros de la UE-, y eso requiere mayorías muy fuertes. Es muy complicado, porque la reacción por parte de los gobiernos a la Unión de Ahorros e Inversiones no ha sido buena, al contrario de los economistas, que han reaccionado muy positivamente».
La razón es que «tenemos demasiado nacionalismo y patriotismo económico», explica Josep Soler, que añade que, para esta legislatura, «me conformaría con avanzar en la concienciación de que esto es importantísimo para Europa, que empiece a cambiar el perfil del ahorrador y las pymes, y que los gobiernos dejen de ser tan nacionalistas y sean más europeístas».
«No avanzaremos si en cada país tenemos unos cuantos ‘banquitos’ nacionales sin tamaño internacional» (Josep Soler, EFPA)
Miguel Cardoso, Economista jefe para España en BBVA Research, que estuvo recientemente en Tarragona, participando en un evento coorganizado con el Diari de Tarragona, destaca la urgencia de llevar a cabo un cambio profundo: «El problema es que tenemos un estancamiento generalizado en la economía europea, con un proceso de divergencia en los indicadores. El PIB per capita de los EEUU, de ser similar al alemán o francés hace 30 o 40 años, ahora está un 40% por encima. Hay un problema de falta de crecimiento e innovación, porque las principales tecnologías no se están desarrollando en Europa».
Aunque no es por falta de recursos. «La economía europea -prosigue Miguel Cardoso- es una economía ahorradora. Tenemos un superávit en el flujo de dinero, pero lo invertimos fuera de la Unión Europea, y mucho va a financiar la deuda de los bonos estadounidenses».
«Mario Draghi -añade- propone utilizar ese exceso de ahorro financiando inversión doméstica, y canalizarlo hacia las empresas para que tomen riesgos e innoven. Pero no queremos perder nuestro dinero, y por eso se está hablando de crear un pool de activos donde invertir y que dé rentabilidad. No hay en Europa este mercado donde el ahorro alemán invierta en pequeñas empresas españolas, y por eso se quiere crear un mercado único donde puedan cotizar».
El conservadurismo del ahorrador europeo se replica en unas pymes muy bancarizadas
Es decir, un Nasdaq, un Wall Street; en la Unión Europea. Con empresas europeas, financiadas por los ahorradores europeos. Unos ahorradores, hoy, con un perfil muy conservador y una alta aversión al riesgo. La misma aversión y conservadurismo, dicho sea de paso, que tienen la mayoría de las pymes europeas, propensas a crecer orgánicamente y con financiación propia o, a lo sumo, bancaria.
Todo lo contrario de lo que sucede en EEUU. Apple, Microsoft, Nvidia, Alphabet (Google) y Amazon, las cinco mayores empresas del mundo por capitalización bursátil, todas estadounidenses, son en buena parte fruto de esa manera radicalmente distinta de relacionarse con los ahorros que tienen los estadounidenses. Su éxito, además, atrae el ahorro de los europeos más despiertos.
Lo explica Jordi Martínez, director de educación financiera del Institut d’Estudis Financers (IEF), que asegura que «en EEUU se ahorra mucho menos que aquí, pero mientras que en el ahorrador europeo su dinero no trabaja, en el caso del americano, sí».
«Europa envejece -prosigue Jordi Martínez- y se nos escapan los trenes. Solo hay que mirar cuántas empresas europeas hay entre las cincuenta primeras del mundo en Inteligencia Artificial. Y una de las claves para conseguir financiación es que el ahorrador europeo invierta. Pero es evidente que el perfil de este ahorrador es super conservador. Eso le lleva a una pérdida de capacidad adquisitiva y a que aumente la distancia entre las familias con más recursos respecto a las que menos tienen».
«Y por eso -añade Jordi Martínez-, para promover este cambio es básico incrementar la cultura y la educación financiera de los ciudadanos. Necesitamos estos conocimientos. Y después, necesitamos que las pymes salgan a los mercados. Esa es la diferencia entre el 45% de la capitalización bursátil del mundo que representa los EEUU, frente al 11% de Europa».
«Spotify -ejemplifica, en referencia a uno de los pocos unicornios europeos– debutó en Bolsa en EEUU. Eso tiene unas razones». Hace pocos días, Spotify amagó con mover su sede en Suecia hacia EEUU, a consecuencia de la presión regulatoria europea. De producirse, sería un ejemplo más de la grave crisis de competitividad en la que está inmersa la UE, y de la necesidad urgente de afrontar reformas estructurales de calado.
«Hay que terminar -concluye Miguel Cardoso, de BBVA Research- con aquella frase que dice que ‘EEUU innova, China copia y Europa regula’. Necesitamos tomar riesgos, necesitamos apostar, y tenemos que hacerlo con urgencia».