La alarma ha cundido en Ucrania y sus aliados después de que Rusia disparara este jueves un misil hipersónico de última generación, un arma capaz de transportar cabezas nucleares, con toda la carga y amenaza de destrucción masiva que conlleva. El primero en reaccionar fue el propio presidente ucranio, Volodímir Zelenski, que el jueves alertó a la comunidad internacional ante la “clara y grave escalada en la brutalidad de la guerra”. El mandatario reclamó una rápida reacción a sus socios occidentales ante las amenazas del presidente ruso. “[Vladímir] Putin debe sentir el coste de sus ambiciones dementes. Se necesita una respuesta. Se necesita presión”, aseguró en un mensaje en X, la antigua Twitter. Ante esa llamada, los aliados de la OTAN han respondido con urgencia al convocar para el próximo martes una reunión con Kiev.
A la celeridad de esta convocatoria se han sumado las advertencias con carga apocalíptica de lo que supone el paso dado por Moscú. El primer ministro polaco, Donald Tusk, una de las voces más duras con Rusia y la agresión a Ucrania, ha lanzado una advertencia rotunda: “La amenaza de un conflicto global es realmente seria y real. Ninguno de nosotros conoce el final de este conflicto, pero sabemos que ahora está adquiriendo dimensiones muy dramáticas y los acontecimientos de las últimas horas lo demuestran”. También el canciller alemán, Olaf Scholz, ha utilizado palabras gruesas al calificar lo sucedido en las últimas semanas de “terrible escalada”, a pesar de lo cual sigue resistiéndose a autorizar a Ucrania el uso de los misiles Taurus, de largo alcance.
La reunión del martes se ha convocado a petición del Gobierno ucranio, según apuntan en la OTAN. Se celebrará en la sede de la organización en Bruselas y a ella acudirán los embajadores, en el formato oficial conocido como Consejo OTAN-Ucrania. “Se trata de un ejemplo más de los ataques de Rusia contra ciudades ucranias. Rusia pretende aterrorizar a la población civil ucrania e intimidar a quienes apoyan a Ucrania en su defensa contra la agresión ilegal y no provocada de Rusia”, ha justificado la portavoz de la alianza militar, Farah Dakhlallah.
De ese encuentro, el Ejecutivo ucranio espera “resultados concretos y significativos”, ha apuntado su ministro de Asuntos Exteriores, Andrii Sibiga, después de hablar de “una grave escalada de la agresión rusa”.
En las últimas semanas, la situación se ha agravado más de lo que ya lo estaba en una guerra que acaba de cumplir los 1.000 días. Moscú ha logrado la implicación directa de Corea del Norte, no solo con el suministro de material militar, armas y munición. El régimen de Pyongyang ha enviado 11.000 soldados para combatir en la ofensiva. Ese paso fue respondido por Washington, Londres y París, que autorizaron a Kiev a utilizar misiles convencionales de alcance medio provistos por estos países para atacar a Rusia en su propio suelo, recurso que Ucrania se apresuró a emplear. La respuesta del régimen de Putin ha sido disparar este misil hipersónico secreto que puede volar a una velocidad de Mach 10, es decir, entre 2,5 y 3 kilómetros por segundo, lo que le convierte en una arma de la que resulta muy difícil defenderse.
En un largo mensaje en X publicado en la noche del jueves, Zelenski, horas después de que el misil alcanzara una fábrica militar en Dnipró, denunció este ataque como el “segundo paso este año hacia una escalada y expansión de la guerra” tras “involucrar” a Corea del Norte. “Putin ha dado esos dos pasos mientras ignoraba a todo el mundo que llama a no extender más la guerra”, agregó Zelenski, para quien Moscú no solo hace oídos sordos a Estados Unidos o la UE, sino también a China y Brasil.
Today, Putin admitted to taking a second step this year toward escalating and expanding this war. A new ballistic missile was used. Putin struck our city of Dnipro, one of Ukraine’s largest cities. This is a clear and severe escalation in the scale and brutality of this war—a…
— Volodymyr Zelenskyy / Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) November 21, 2024
“El mundo debe responder. Ahora mismo, no hay una reacción fuerte del mundo y Putin es muy sensible a esto. Os está poniendo a prueba, queridos aliados”, clamó el presidente ucranio, para quien “una falta de reacciones duras a las acciones de Rusia envía el mensaje de que ese tipo de comportamiento es aceptable (…) Putin debe sentir el coste de sus ambiciones dementes. Se necesita una respuesta. Se necesita presión. Rusia debe ser forzada a una paz real, que solo se puede lograr mediante la fuerza”, insistió.
En un mensaje televisado, Putin confirmó la noche del jueves el nuevo giro de la guerra: “Se ha probado en condiciones de combate uno de los misiles de medio alcance más nuevos”, dijo el jefe del Kremlin, que también advirtió a los aliados de Ucrania: “Rusia se considera con derecho a utilizar sus armas contra las instalaciones militares de los países que permiten el uso de sus armas contra Rusia”.
Para la OTAN, el uso de un misil balístico experimental de medio alcance contra Ucrania es “otro ejemplo” de los ataques de Rusia. “Desplegar esta capacidad no cambiará el curso del conflicto ni evitará a los aliados de la OTAN seguir apoyando a Ucrania”, agregó la portavoz de la Alianza en un comunicado.
Ucrania, por su parte, aseguró el jueves por la noche que el discurso de Putin será utilizado como prueba en un hipotético tribunal de crímenes de guerra. Exteriores indicó en un comunicado que la utilización de un misil de este calibre, diseñado para una guerra nuclear, contra una zona poblada, vulnera los tratados internacionales: “Putin eleva constantemente su escala de crueldad, incorporando armas de Irán y de Corea del Norte, tropas de Corea del Norte y ahora utilizando un misil balístico internacional que puede cargar armas de destrucción masiva. Llamamos a los países nuclearizados a que adviertan a Rusia contra el uso de estas armas”.
Este peligroso toma y daca llega en un momento que se apunta clave para la contienda. En los últimos meses, Ucrania está cediendo en el frente ante la superioridad numérica rusa. Y con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca se abre la incógnita de si EE UU seguirá con su imprescindible respaldo a Kiev o cambiará el signo de su política hacia el país invadido, teniendo en cuenta que Trump y el presidente ucranio no tienen gran sintonía.