Charles Édouard Jeanneret-Gris, más conocido como Le Corbusier, uno de los padres de la arquitectura moderna, defendía que “el espacio, la luz y el orden, son cosas que los hombres necesitan tanto como el pan o un lugar para dormir”. Estaba convencido de que la arquitectura no solo debe satisfacer necesidades básicas de funcionalidad, sino también crear entornos saludables que mejoren la vida de sus ocupantes.
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La arquitectura saludable crea espacios que promueven la salud y el bienestar de sus ocupantes, además de la sostenibilidad.
Una definición ampliamente aceptada de arquitectura saludable es aquella que se enfoca en diseñar y construir espacios que mejoren el bienestar físico, mental y social de sus ocupantes. Para ello se destacan factores como la calidad del aire, la iluminación natural, la conexión con la naturaleza, y el diseño ergonómico y accesible de los espacios. Los espacios no solo cumplen con su función básica, sino que además promueven la salud y reducen el estrés, aumentando la calidad de vida en general.
Instituciones como el American Institute of Architects y la Harvard T.H. Chan School of Public Health han contribuido a esta definición mediante estudios específicos que analizan el impacto de los edificios en la salud, y que sugieren que elementos como la ventilación adecuada, el confort térmico, y la reducción de la contaminación acústica son esenciales para evitar el llamado ‘síndrome del edificio enfermo’ y promover una arquitectura centrada en el bienestar humano.
¿Nuevo estilo? ¿Moda? ¿Tendencia? Sus defensores afirman que es mucho más, es una respuesta a la creciente demanda de espacios que promuevan la salud, además de la sostenibilidad, una solución a una necesidad creciente de espacios que no solo minimicen el impacto ambiental, sino que también promuevan la salud física, mental y social de sus ocupantes.
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Con motivo de la celebración el pasado octubre del I Congreso de Arquitectura Saludable, organizado por el Observatorio de Arquitectura Saludable, la presidenta de esta institución, Rita Gasalla, destacó que “es el momento de abrir un debate profundo para afrontar los retos actuales. El objetivo es promocionar la salud y el bienestar de los ciudadanos, apostando por la innovación, la sostenibilidad, la inclusión, la arquitectura saludable y la neuroarquitectura”.
Otra opinión experta para cerrar esta introducción. Zaha Hadid, una de las arquitectas que redefinió la arquitectura del siglo XXI, comentó que “la arquitectura trata realmente del bienestar. Las personas quieren sentirse bien en un espacio… No solo es refugio, también es placer”. Para ella la arquitectura es una herramienta para mejorar la calidad de vida al permitir que las personas disfruten y se sientan bien en su entorno.
Para entender un poco más lo que implica esta concepción de la arquitectura es necesario aproximarse a conceptos como la neuroarquitectura, la construcción sostenible y los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza).
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Neuroarquitectura: ciencia y diseño al servicio del bienestar
La neuroarquitectura es una disciplina emergente que, basándose en estudios de neurociencia, analiza cómo los entornos físicos afectan a la mente y el cuerpo humano. Poco a poco van surgiendo estudios que respaldan esta afirmación, como el del MIT Journal of Cognitive Neuroscience, que examina la relación entre estética y experiencia arquitectónica, subrayando que la neuroarquitectura busca no solo un entorno estético, sino espacios que apoyen el bienestar físico y psicológico. Investigaciones en este ámbito sugieren que el diseño de ambientes con luz y elementos naturales impacta positivamente en el estado de ánimo y la productividad de las personas al activar regiones cerebrales como la corteza cingulada anterior y la amígdala, asociadas a la respuesta emocional y el confort.
No se trata solo de teoría, se trata de hechos contrastados. Sirviéndose de las posibilidades que proporciona la tecnología para registrar la actividad cerebral, un estudio publicado en Emerald Insight explora cómo herramientas de medición como el electroencefalograma y la resonancia magnética funcional están ayudando a observar las respuestas fisiológicas a distintos entornos arquitectónicos. Estos enfoques respaldan la idea de que la neuroarquitectura, al integrar elementos científicos y sensoriales, tiene un rol fundamental en la creación de espacios que promueven la salud de sus ocupantes.
Especialmente interesantes son también las investigaciones de The Academy of Neuroscience for Architecture (ANFA), que por ejemplo utiliza técnicas como la neuroimagen portátil para analizar la actividad cerebral en respuesta a los espacios arquitectónicos. Un estudio reciente destacó el uso de la espectroscopía funcional de infrarrojo cercano, una herramienta que permite medir las respuestas emocionales de los usuarios en tiempo real y sin ser invasiva. Esto ha sido clave en el diseño de hospitales y centros educativos que maximizan el bienestar de los usuarios a través de la luz, la disposición espacial y la acústica optimizada para reducir el estrés.
Investigaciones sobre neuroarquitectura sugieren que el diseño de ambientes con luz y elementos naturales impacta positivamente en el estado de ánimo y la productividad de las personas.
Materiales sostenibles: una buena elección es la base
La elección de materiales de construcción sostenibles es un aspecto clave en la arquitectura saludable, ya que influye en la calidad del aire, el confort térmico y la salud de los ocupantes. Entre estos materiales se incluye por ejemplo la madera certificada, que proviene de bosques gestionados de manera sostenible y actúa como un buen aislante térmico, ayudando a reducir las emisiones de carbono. O el bambú, una opción renovable y de rápido crecimiento que también absorbe CO₂, lo que contribuye a un balance ambiental positivo al reducir el impacto de construcción
Para mejorar la calidad del aire en espacios cerrados, se emplean materiales libres de compuestos orgánicos volátiles (COV), evitando elementos tóxicos en pinturas y recubrimientos, que suelen ser fuentes de contaminación en interiores. Esto no solo minimiza los riesgos de salud para los ocupantes, sino que también ayuda a crear entornos más confortables y energéticamente eficientes.
Criterios ESG: un estándar clave
En el contexto de la arquitectura saludable, los criterios ESG son cada vez más relevantes, ya que evalúan la sostenibilidad y responsabilidad social de las edificaciones y además, como indican los expertos de Gensler, firma global de diseño y arquitectura, suponen un valor añadido tanto para propietarios como inversores.
El Green Building Initiative, una organización internacional desarrolladora de estándares de calidad, ha lanzado certificaciones que refuerzan los factores ESG en la arquitectura. Su certificación en Salud y Bienestar incluye criterios como la calidad del aire interior, la planificación del sitio para promover actividad física y la creación de entornos seguros, orientados a mejorar la salud general y reducir riesgos en espacios interiores.
A nivel europeo, la relación entre la arquitectura y los criterios ESG está respaldada por diversas normativas y estudios que buscan integrar prácticas sostenibles en el sector de la construcción. La Unión Europea, por medio del Pacto Verde Europeo y la iniciativa de la Renovation Wave, ha impulsado una política de renovación energética y sostenibilidad en edificios, proponiendo objetivos como la reducción del 55% de las emisiones para 2030, una meta que contempla tanto la eficiencia energética como la reducción de la huella ambiental de los edificios.
Para facilitar la adopción de estos criterios, la UE ha implementado la Taxonomía de Finanzas Sostenibles, que define las condiciones para que las actividades de construcción y rehabilitación se consideren ecológicamente sostenibles. Esta taxonomía permite a los inversores y desarrolladores identificar proyectos alineados con objetivos climáticos y de salud, fomentando una transición hacia ciudades más sostenibles y resilientes.
La elección de materiales de construcción sostenibles es un aspecto clave en la arquitectura saludable, como la madera certificada que proviene de bosques gestionados de manera sostenible, o el bambú.
Espacios de trabajo saludables
La arquitectura saludable tiene una aplicación también específica y cada vez más relevante en el diseño de lugares de trabajo saludables, un factor que se ha demostrado clave para aumentar el rendimiento y el bienestar de los empleados. La aplicación de principios de arquitectura saludable en oficinas incluye la optimización de la ventilación, la incorporación de luz natural y el aislamiento acústico para reducir el ruido y mejorar la concentración.
Cada vez hay más estudios que avalan estas teorías. Un ejemplo es Human Spaces, una investigación que detalla cómo la incorporación de diseño biofílico (elementos naturales como plantas y luz natural) puede aumentar la productividad hasta en un 15% y reducir los niveles de ansiedad en el personal. Los trabajadores en oficinas con vistas a la naturaleza y acceso a la luz solar suelen mostrar mejoras en el estado de ánimo y una mayor satisfacción laboral, lo que resulta en un entorno más productivo y positivo.
Un caso ejemplar en este sentido es la sede de Google en Dublín, diseñada para fomentar el bienestar de sus empleados. El edificio incluye jardines interiores, abundante luz natural, y zonas de descanso en contacto con la naturaleza. Los espacios están organizados para promover la colaboración y la creatividad, y cada elemento ha sido diseñado pensando en el confort y la salud de los trabajadores.
En resumen, la arquitectura saludable representa una visión innovadora para el futuro del diseño y la construcción. Este enfoque, respaldado por estudios interdisciplinarios y aplicaciones prácticas en edificios alrededor del mundo, probablemente suponga un cambio profundo en cómo concebimos los espacios que habitamos, un cambio que beneficiará tanto a los individuos como al planeta.