Texas está cerca de concretar un controvertido plan de estudios que incluiría lecciones basadas en la Biblia en las aulas de primaria, desde el jardín de infantes hasta el quinto grado, en los libros de inglés, lengua y literatura. La medida es opcional y los distritos escolares no estarían obligados a utilizarlo, pero a cambio de hacerlo el Estado les ofrecería un incentivo de 60 dólares por cada estudiante, recursos pagados con fondos estatales. La propuesta viene directamente de la Agencia de Educación de Texas (TEA), la institución oficial del gobierno local en la materia, que después de la aprobación de una ley a principios de año se le otorgó el mandato de crear un libro propio de texto gratuito.
De aprobarse el plan este viernes, los distritos escolares lo podrán adoptar en agosto de 2025, al inicio del siguiente ciclo académico. Greg Abbott, el gobernador republicano del estado, respalda la iniciativa y ha aprobado públicamente todos los materiales elaborados por la TEA. A inicios de esta semana, la Junta Escolar de Texas dio luz verde de manera preliminar a que se den las lecciones bíblicas, con 8 votos a favor y 7 en contra, pero el debate fue tal que antes tuvo que escuchar 150 testimonios públicos de personas que avalan o repudian la propuesta.
Conocido como Bluebonnet Learning, el plan de estudios se desarrolló en virtud del Proyecto de Ley de la Cámara de Representantes 1605, una ley de 2023 que cambió radicalmente los estándares del plan de estudios de las escuelas públicas de Texas. Cuatro miembros demócratas de la junta escolar y tres republicanos votaron en contra del plan; los ocho republicanos restantes votaron a favor de aprobarlo. Varios padres, maestros y grupos de defensa de la educación expresaron su preocupación por la introducción innecesaria de conceptos religiosos en las escuelas, centrando demasiado la enseñanza en el cristianismo.
La educadora Megan Tessler dijo que el plan contradice la misión de las escuelas públicas: “Este currículo no cumple con el estándar de uno honesto y secular”, testificó. “Las escuelas públicas deben educar, no adoctrinar”. “Creo que la Biblia cristiana es importante e incluso fundamental, pero esa elección no debe ser hecha por el Estado para mi familia o cualquier otra”, argumentó otro de los testimonios.
Entre quienes apoyan el plan, dicen que estudiar historias bíblicas ayudarían a mejorar la comprensión lectora y enseña moralidad: “Los padres y los maestros quieren un regreso a la excelencia”, señaló Cindy Asmussen. “Las historias y conceptos de la Biblia han sido comunes durante cientos de años”.
Una de las lecciones propuesta es la Regla de Oro, que se asocia principalmente con las enseñanzas de Jesús en el Sermón de la Montaña, aunque menciona brevemente otras religiones. Mary Elizabeth Castle, portavoz de la organización Texas Values, un grupo que apoya el plan, defendió la inclusión de la Biblia con el argumento de que su influencia en la cultura occidental no puede ser ignorada y que prohibirla sería un atentado contra “la libertad educativa” de los estudiantes.
La Federación Estadounidense de Maestros de Texas, un sindicato que representa a más de 60.000 empleados escolares en el Estado, condenó la propuesta por violar la separación entre iglesia y estado, y teme que esto sea solo el comienzo de una mayor influencia religiosa en las escuelas. “Mi suposición, en términos de la política de Texas, es que esto será aprobado, y veremos litigios”, dijo a Khou el profesor Martin Levy, académico de la Facultad de Derecho de la Universidad del Sur de Texas, en la Escuela de Derecho Thurgood Marshall. El caso podría terminar en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCOTUS) como un debate sobre la libertad religiosa y la cláusula de establecimiento: “La realidad es que no puedes tener realmente libertad religiosa si el gobierno establece una”.
Texas no es el único estado con iniciativas similares. Oklahoma y Luisiana, gobernados por republicanos, han impulsado medidas para enseñar la Biblia en las escuelas públicas. En junio, el superintendente de Educación de Oklahoma ordenó que las escuelas públicas enseñaran la Biblia como parte de los planes de estudio. Además, el Estado creó la nueva oficina de Libertad Religiosa y Patriotismo dentro del Departamento de Educación, una dependencia alineada a los esfuerzos del presidente electo, Donald Trump, para proteger la oración en las escuelas.
La ley en Florida permite a los distritos escolares tener capellanes voluntarios para asesorar a los estudiantes y dar consejería. Y Luisiana está en medio de una disputa legal sobre una ley que exige que las escuelas públicas exhiban los Diez Mandamientos.
A nivel nacional, con el triunfo de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos el 5 de noviembre, la educación podría dar un gran giro. Trump prometió en campaña que aboliría el Departamento de Educación y amenazó con cancelar la financiación a los centros que aborden cuestiones como el racismo en las aulas y reconozcan la identidad transexual de los estudiantes, aunque eso estaría por verse porque un presidente no puede sustituir con un firma un ministerio federal.
Linda McMahon fue nominada para dirigir el Departamento de Educación en la próxima administración, una ejecutiva amiga y financiadora de Donald Trump, sin formación docente ni experiencia en las políticas educativas. McMahon ha estado 16 años en el consejo de administración de la Universidad del Sagrado Corazón, una institución católica privada.