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'Escritos Paulinos, Introducción al Estudio de la Biblia', un libro de Carlos Gil

Autor: Religion Digital

Carlos Gil Arbiol, Escritos Paulinos, Introducción al Estudio de la Biblia, Verbo Divino, Estella, 2024, 650 págs.

            Enciclopedia paulina, con rigor crítico, claridad y pedagogía, para estudiantes, historiadores y teólogos, escrita a “tres bandas”, para aquellos que sitúan a Pablo dentro del judaísmo, para aquellos que le entienden desde el comienzo cristianismo y para quienes le interpretan como maestro y guía de universalidad, por encima y en la base de las “leyes” y normas de vida.

Pablo sigue siendo el primero y más importante de los antropólogos (pensadores) de occidente, uno de los fundadores de la “modernidad”. Así lo ha visto Gil Arbiol, así lo ha presentado en esta obra sorprendente (extraordinaria, necesaria) que tengo el pacer de presentar. Ha sido mi libro de cabecera de esta Pascua 2024. Gracias, Carlos. Me has enseñado mucho. Me has dejado pendientes muchos temas y caminos. Es la mejor señal de que eres buen guía. 

Obra

            Enciclopedia bíblico/teológica de y sobre Pablo y su obra (su escuela), escrita a “cuatro manos”:

(a) Aportación histórica, en el cruce entre el nuevo judaísmo rabínico y el cristianismo eclesial. Puede y debe entenderse desde ambas riberas, la rabínica y la cristiana, con un fondo apocalíptico-sapiencial, judeo-helenista, en un contexto de sabiduría helenista y de universalidad romana.

(b) Novedad literaria. Pablo es un “rabí” judío, buen conocedor de los métodos literarios del entorno helenistas, y un estratega mesiánico, creador de comunidades judeo-cristianas, que utiliza sus cartas como medio de  evangelización y dirección social (de creación de grupos), entendidos como asociaciones (iglesias) escatológicas, entendidas como “cuerpos” del mesías de  Israel, abierto no sólo al imperio romano, sino a todos los pueblos de de la tierra.

(c) Creación de iglesias. Pablo se siente llamado por Dios para crear “una iglesia” o gran comunidad de convocados por el Dios de Israel en torno (a partir) de Cristo Jesús, mesías “crucificado”. Ésta es su novedad, ésta es el sentido y fin de su obra. Estrictamente hablando, Pablo no es un escritor, ni un pensador en abstracto, sino un creador de comunidades, que no se vinculan un tipo de ley nacional judía, ni por un “ordo” sapiencial o imperial greco-romano, sino por la llamada e impulso del Cristo-Crucificado de Israel, principio de comunión universal.

Escritos paulinos - Editorial Verbo Divino

(d) Pablo es, finalmente, un teólogo, siendo básicamente un “antropólogo”, portador de una nueva experiencia de Dios, en la línea de la tradición profético-apocalíptica judía, un hombre que se inscribe en la tradición mesiánica de Jesús, al lado de los Doce “apóstoles” primeros (con Pedro) y de los seguidos “hebreos” de Jesús, representado especialmente por Jacobo y los “hermanos de Jesús”, que siguen formando para de la comunidad de Jerusalén. Su visión de Dios y del ser humano resultan inseparables y se vinculan en la “experiencia” de contraste de la muerte del Mesías, entendida como juicio y principio creador de Dios.

(e) Obra de estudio y recreación  judeo-cristiana universal. Conforme a la fisión de Gil Arbiol, que básicamente asumo, carece de sentido separar al Pablo judío del Pablo cristiano. Pablo es judío, siendo “mesiánico” (cristiano), y es cristiano siendo “judío”, profeta, estratega y “pensador”. El hecho de que cierto judaísmo le haya condenado (estigmatizado)  es una prueba de que no ha sido aún asimilado por un tipo de tradición israelita; tengo la certeza de que el futuro un tipo de judaísmo legal/político depende de su lectura de Pablo (de lo que Pablo implica de universalismo y de mesianismo del Cristo crucificado.

(f) Obra abierta. Pablo sigue siendo para los cristianos una “cuestión pendiente”. No se trata de liberarse de Pablo para que el cristianismo sea “puro” (vuelva a su fuente), sino de asumir radicalmente a Pablo, al lado de Pedro y del Discípulo amado (al lado de los sinópticos). El futuro de las iglesias cristianas depende también (como el futuro del judaísmo) de una lectura radical de Pablo. Ésta es, a mi juicio, la aportación de fondo de esta obra maestra de Carlos Gil Arbiol.

Carlos Gil Arbiol | Universidad de Deusto - Academia.edu

AUTOR: GIL ARBIOL CARLOS (1970- ).

 Teólogo católico, nacido en Tudela (Navarra), de la Orden de los Franciscanos Capuchinos. Estudió teología en la Universidad de Deusto/Bilbao (1995-1997), en Jerusalén (1997-1998) y en St. Andrews, Escocia (1999-2000), con Philip Esler, defendiendo su tesis doctoral en Teología Bíblica Deusto (2001), bajo la dirección de Rafael Aguirre (Los valores negados. Ensayo de exégesis socio-científica sobre la autoestigmatización en el movimiento de Jesús, Estella 2003).

Ésta es una tesis pionera en el campo de los estudios bíblicos, pues pone de relieve la forma en que las acusaciones contra Jesús y su grupo se convierten en principio de identificación y de valoración positiva de su movimiento mesiánica, desde la perspectiva de los marginados y excluidos de la sociedad.

Es profesor en la Facultad de Teología de la Universidad de Deusto desde 2001 y de la Escuela Superior de Estudios Franciscanos de Madrid. Ha impartido cursos en diversas facultades de Teología de España y América y es miembro de la Society of Biblical Literature desde 2001. Además de la tesis doctoral, ya citada, ha publicado Guía de Lectura de 1 y 2 Tesalonicenses” (Estella 2004) y ha dirigido y editado con C. Bernabé el libro homenaje a Rafael Aguirre, titulado: Reimaginando los orígenes del cristianismo (Estella 2008).

Ha publicado también varios libros y trabajos de investigación y divulgación sobre Nuevo Testamento y orígenes del cristianismo en revistas nacionales y extrajeras y dirige una nueva colección de libros de divulgación sobre temas bíblicos titulada “Qué se sabe de…”, cuyo primer volumen, colaboración con R. Aguirre y C. Bernabé es: Qué se sabe de… Jesús de Nazaret” (Estella 2009). Forma parte del “Grupo de investigación de los orígenes del cristianismo”, que ha editado una serie de obras pioneras sobre el surgimiento e identidad de la Iglesia.

Carlos Gil Albiol

ÍNDICE

  • Parte primera TEMAS INTRODUCTORIOS      
  • Capítulo I: Introducción a los estudios paulinos  
  • Capítulo II: La vida de Pablo    
  • Capítulo III: Características literarias de las cartas paulinas   
  • Parte segunda LAS CARTAS DE PABLO   
  • Capítulo IV: La Primera Carta a los Tesalonicenses    
  • Capítulo V: La Primera Carta a los Corintios     
  • Capítulo VI: La Carta a los Gálatas  
  • Capítulo VII: La Segunda Carta a los Corintios   
  • Capítulo VIII: La Carta a los Filipenses  
  • Capítulo IX: La Carta a Filemón    
  • Capítulo X: La Carta a los Romanos       
  • Parte tercera LAS CARTAS DEUTEROPAULINAS  
  • Capítulo XI: Las cartas a los Colosenses y a los Efesios  
  • Capítulo XII: La Segunda Carta a los Tesalonicenses
  • Capítulo XIII: Las cartas pastorales: Tito y 1-2 Timoteo  

PABLO VIDA Y OBRA. CRONOLOGÍA

Se llamaba Saulo/Saúl, de la tribu de Benjamín (Flp 3, 4-6), como el rey israelita de su nombre (1 Sam 9, 2), y había nacido en Tarso de Cilicia, en la diáspora judía de Asia Menor, hacia el 5 d C , pero después cambió (o completó) su nombre hebreo con el romano de Paulo, Pablo (el Pequeño)  Muchos han dicho que fue traidor a su pueblo, añadiendo que tenía una formación más pagana que judía  Algunos añaden que fue un creyente religioso, un organizador social, primer impulsor de la misión cristiana, más romano que cristiano  Otros, en fin, aseguran que, habiendo perseguido a un tipo de cristianos primitivos, fue el verdadero inventor del cristianismo  Pero, en realidad, él siguió siendo un judío, pero un judío mesiánico o cristiano  

 Como fariseo (Flp 3, 5), había perseguido a los cristianos helenistas (quizá de la línea de Esteban: Hch 6‒7) porque destruían la cohesión nacional (legal) del judaísmo y negaban la unidad de Dios, al identificar a su Hijo-Mesías con un crucificado  Ciertamente, como perseguidor de los cristianos, él debía saber por qué les perseguía, y en un momento dado supo que ellos tenían razón, descubriendo, por revelación pascual, la identidad de Jesús resucitado, como he puesto de relieve en el capítulo anterior  Desde ese fondo quiero evocar algunos momentos de su vida cristiana: 

‒ Años 33-35  Damasco  Misión árabe  Los tres primeros años de su experiencia cristiana están vinculados a la “misión en Arabia” (cf  Gal 1, 17), posiblemente en el entorno de la ciudad nabateo-helenista de Damasco o en alguna zona entre Decápolis y Palmira, preparándose quizá para entrar después en Jerusalén, desde oriente, con la ofrenda de los gentiles convertidos (en la línea de la tradición de los magos: Mt 2), para esperar allí la venida del Cristo resucitado (cf  Isaías III, cap  6)  No debió tener mucho éxito, de forma que abandonó esa misión a los tres años  Si ella hubiera triunfado el futuro del cristianismo hubiera sido distinto, con rasgos más semitas, más abierto a Siria‒Babilonia que a Roma (helenismo)  Pero esa misión acabó con la huida de Pablo de Damasco

35-48  Miembro de la Iglesia de Antioquía  Al abandonar Damasco y su entorno, Pablo fue a Jerusalén a “conversar” con los apóstoles anteriores (cf  Gal 1, 1821), pero no quedó allí, como Santiago, ni inició la misión en la costa de Palestina (como Pedro), ni la de Samaría, como Felipe (cf  Hech 8-11), sino que se hizo miembro de la Iglesia helenista de Antioquía, vinculándose en especial con Bernabé… Ambos actuaron como apóstoles de esa Iglesia, desde la perspectiva del cristianismo helenista, abandonando el exclusivismo judío y creando comunidades donde no se exigía el cumplimiento nacional de la Ley israelita

‒ 48/49 al 57  “Concilio” de Jerusalén y misión universal (Gal 2, 1‒10; Hch 15) Pablo y Bernabé se reunieron en Jerusalén con Santiago (hermano de Jesús, líder de la Iglesia judeo‒cristiana) y con Pedro (discípulo directo de Jesús, misionero judeo-cristiano), para defender su misión a los gentiles  Tanto Santiago como Pedro aceptaron su propuesta, y Pablo, que se sintió con libertad para iniciar una misión abierta a los gentiles, y así lo hizo, tras discutir con Pedro y separarse de Bernabé y de la comunidad de Antioquía por una diferencia sobre la comunión de mesa entre cristianos de origen judío y pagano  Pablo optó por una misión entre paganos, sin obligarnos a cumplir la ley nacional judía (pero en fidelidad al AT, entendido en forma universal), y de esa forma fue creando iglesias cristianas entre Asia Menor, Macedonia y Grecia, creando y organizando comunidades mesiánicas, con las que mantuvo una fecunda correspondencia epistolar  

‒ Del 57 al 62  Por Jerusalén a Roma  Muerte  Hacia el año 57, realizada su tarea de oriente, escritas sus cartas básicas, Pablo quiso culminar su misión en occidente (España), donde se propuso llegar, pasando por Roma, para preparar así la venida final del Cristo  Pero antes quiso pasar por Jerusalén, para entregar una colecta de sus iglesias, manteniendo así el contacto con la comunidad judeo‒cristiana de Santiago  Pero algunos le acusaron y prendieron y, tras dos años de encarcelamiento, hacia el año 59, le envíaron a prisionero a Roma en espera de juicio  Aquí se acaba lo que sabemos de su historia  Posiblemente le condenaron a muerte y le ejecutaron hacia el 62-63 d C.   

 UNA VOCACIÓN PROFÉTICO‒MESIÁNICA QUE SIGUE PENDIENTE

Sobre la “vocación” de Pablo ha escrito Lucas, desde una perspectiva posterior (hacia el 90 d C ), un relato, tres veces matizado (Hech 9, 1-19; 22, 6-16; 26, 12-18), afirmando que Jesús (a quien Pablo, perseguía) salió a su encuentro y se le manifestó como Señor e Hijo de Dios  Pero es más directo el testimonio del mismo Pablo, defendiendo su llamada en contra de aquellos que le acusaban, diciendo que no había conocido a Jesús:

Ya sabéis mi conducta anterior en el judaísmo, cómo perseguía con fuerza a la iglesia de Dios y la asolaba  Y aventajaba en el judaísmo a muchos de los contemporáneos de mi pueblo, siendo muy celoso de las tradiciones de mis padres  Pero cuando Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, quiso revelar en mí a su Hijo, para que lo predicara entre los gentiles    no consulté con nadie el tema    sino que fui a Arabia y volví de nuevo a Damasco  Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro y permanecí con él quince días; pero no vi a ninguno de los demás apóstoles, sino a Santiago (Gal 1, 13-19)  

                Conocía a Jesús en los cristianos a quienes perseguía como enemigos de la Ley y del pueblo de Dios  Pero a través de una experiencia radical de iluminación, descubrió que Jesús a quien él combatía era precisamente el enviado de Dios, cumplimiento de las profecías  Esa experiencia cambió su vida, iluminó su mente, y de esa forma empezó a mirar todas las cosas (su vida, su pueblo, su tarea…), desde la perspectiva del Cristo:

  Yo podría confiar en la carne  Si alguno cree tener de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, irreprensible  Pero las cosas que para mí eran ganancia, las he considerado pérdida a causa de Cristo  Y aún más: Considero como pérdida todas las cosas, en comparación con el valor incomparable de conocer a Cristo Jesús mi Señor  Por su causa lo he perdido todo y lo tengo por basura, a fin de ganar a Cristo y ser hallado en él; sin pretender una justicia mía, derivada de la ley, sino la de la fe en Cristo, la justicia que proviene de Dios por la fe (Flp 3, 4-9)  

                Carne (sarx) no significa aquí el ser humano en general (como en Jn 1, 14), ni un tipo de tendencia sexual, sino la identidad legal (nacional) del judaísmo, como religión de un pueblo separado  Pablo no tenía problemas de conciencia, podía haberse mantenido su judaísmo canal (nacional)  Pero, en un momento dado, se dejó “convencer” por el mensaje de Jesús, no para rechazar el judaísmo, sino para vivirlo de un modo universal, en apertura a todos los pueblos  No cambió por odio, sino por amor radical al judaísmo, para abrir y regalar su experiencia y esperanza a todos los pueblos:

        Quiero que sepáis, hermanos, que mi evangelio no es de origen humano  Pues no lo recibí de hombres   , sino por revelación de Jesucristo  Porque habéis oído mi conducta antigua en el judaísmo    Pero cuando el Dios, que me eligió desde el vientre de mi madre    quiso revelarme a su Hijo para que lo anuncie a los gentiles, no consulté con nadie, ni subí a Jerusalén, a los apóstoles anteriores, sino que fui a Arabia, y otra vez a Damasco (cf  Gal 1, 11-17)  

                No conoció el cristianismo por mediación directa de los cristianos anteriores, sino por reacción frente a ellos, en la línea de lo que él llama “revelación” de Jesucristo: Jesús se le mostró desde la perspectiva de los perseguidos, como ha formulado de manera plástica el libro de los Hechos, cuando afirma que Jesús salió a su encuentro diciéndole “Saúl, Saúl: ¿por qué me persigues”? (Hch 9, 4), enseñándole así dos cosas: (a) Que el Cristo de Dios está en los perseguidos, no en los perseguidores  (b) Que los cristianos son presencia mesiánica de Dios, por ser perseguidos  

               De esa forma descubrió en Jesús y en sus discípulos la verdad universal del hombre (es decir, del verdadero judaísmo)  Pablo había perseguido a los cristianos por juzgar que ellos rompían la identidad del judaísmo  Pero, en un momento dado, por “revelación” del mismo Jesús, comprendió que el judaísmo (la tradición de Israel) sólo tiene sentido si se abre y ofrece a todos los pueblos  Eso significa que en su misma vocación se hallaban implicadas las dos bases de su teología posterior: (a) Cristo crucificado (maldito según Ley) es presencia salvadora de Dios  (b) Por amor a Israel y por obediencia al Dios de Cristo debe superarse un tipo de “carne nacional” (de judaísmo separado) y extender el evangelio a todos los pueblos  

               Pablo conocía el cristianismo, desde la perspectiva de la comunidad de Damasco a la que perseguía  Por eso, cuando dice que su evangelio “no es de origen humano, que no lo ha recibido de los hombres, sino por revelación de Jesucristo”, está afirmando que su nuevo conocimiento proviene de un encuentro radical con el Cristo, a quien él conocía bien, a través de aquellos a quienes perseguia  Conoció de esa manera la verdad de los judíos perseguidos (como Jesús), por ser universales, para añadir que fue un verdadero maestro judío del siglo I d C , en un tiempo en que existieron otros muy importantes, como Filón de Alejandría, Hillel de Babilonia e incluso Johanan ben Zakai, a quien se considera padre del rabinismo posterior  

                En esa línea, sintiéndose unido a los profetas antiguos (Isaías, Jeremías…), Pablo interpretó su experiencia de Jesús a la luz de los nuevos testigos de la Iglesia (Pedro, los Doce   ), en el contexto de “todos los apóstoles” entre los que se él se incluye como el más pequeño, conforme a 1 Cor 15, 3‒11  En esa línea, su vocación y compromiso ofrece un elemento nuevo, que será esencial para la iglesia posterior: Hasta ahora, los testigos de Jesús eran básicamente campesinos galileos, “judíos” buenos pero no versados en los temas de la identidad legal del pueblo  Pablo, en cambio, era un fariseo culto, hombre de libros, versado en la Ley de los rabinos, capaz de presentar y defender la experiencia de Jesús desde una perspectiva teológica[1]

Pablo, el hombre mejor conocido de la iglesia (y quizá de toda la historia judía y romana, entre el 30 y 64 d  C ), ha ofrecido el primer proyecto de universalidad mesiánica y social en la historia de occidente  Se llamaba Saúl o Saulo, como el primer rey israelita; pero adoptó un sobrenombre latino «Pablo» (Paulus, el Pequeño) y así se le conoce[2]  

Algunos le toman como un impostor fanático, enemigo de los antiguos judíos, sus hermanos, inventor del cristianismo organizado, un hombre astuto que divinizó a Jesús y creó una iglesia independiente del judaísmo, sobre fundamentos de poder (en contra de lo que había querido Jesús), para dominar de esa manera a los demás  Otros, en cambio, le han tomado como «inventor» de la libertad cristiana, oponiéndole a Pedro y a los representantes de la iglesia jerárquica romana, como si él hubiera sido el creador de la conciencia individual moderna y de la autonomía moral, sin normas exteriores, sin más principio que la fe y la libre interpretación de la Escritura

Pero no fue ni impostor, ni inventor del cristianismo, sino un fariseo apasionado, que siguió siendo judío (radical y ardiente) al hacerse cristiano, es decir, al descubrir, por inspiración «divina», que Jesús era el Cristo de Israel y el Señor del universo Fue fariseo (Flp 3, 5) y en cuanto tal conoció y persiguió (o se opuso) a la misión de los cristianos helenistas de Damasco que, en su opinión, destruían la unidad nacional (legal) del pueblo y la autoridad de Dios, al identificar a su Hijo-Mesías con un crucificado  

Era intelectual, pero no un simple teórico, como han podido ser después algunos estudiosos cristianos, sino un trabajador, al estilo de los rabinos judíos  Tenía el oficio de curtidor y/o fabricante de tiendas y lo había ejercido probablemente en Damasco de Siria, su ciudad de residencia, no lejos de Jerusalén, aunque parece que había nacido en Tarso de Cilicia, en la actual Turquía  Era judío y defendía con pasión las tradiciones de su pueblo, aunque conocía bien la cultura griega y se sentía ciudadano del imperio de Roma  

Convertido en testigo/apóstol del Dios de Jesús y de su visión universal del judaísmo, Pablo empezó a fundar comunidades de creyentes mesiánicos (del Jesús Mesías) y apocalípticos (que esperaban la inminente llegada del fin de este mundo), enraizados en la tradición de las promesas de Israel, como judíos universales, separándose, por tanto, de una interpretación nacionalista del judaísmo  De esa forma creó, en la línea de los cristianos helenistas anteriores (a los que había empezado persiguiendo), una serie de iglesias o comunidades autónomas, «liberadas» del judaísmo nacional (de sus leyes particulares de comidas y ritos de circuncisión y de familia), pero en la línea del judaísmo mesiánico, queriendo conectar de esa manera con la historia de Israel

Se entendió a sí mismo como profeta, en la línea de los antiguos (Isaías, Jeremías), quizá como «el último profeta», y así expuso su vocación (que muchas veces se ha llamado menos propiamente «conversión») en dos cartas (Gálatas y Filipenses), presentándose a sí mismo como un elegido, llamado por el mismo Dios de Israel, que le había confiado la tarea de extender a los gentiles el mensaje del Dios israelita, revelado ahora de un modo total, por medio de Jesús, su Hijo  Lógicamente, él no quiso fundar una nueva ninguna religión, sino extender y universalizar el único mensaje del Dios Israelita, que se había manifestado plenamente por Jesús, en estos últimos tiempos  

Fue un misionero mesiánico creyó en la unión de todos los seres humanos, por encima de géneros y razas, religiones y culturas (cf  Gal 3, 28), aunque tenía un pensamiento escatológico o, quizá mejor, por tenerlo  A su juicio, el tiempo de división y enfrentamiento de los pueblos había terminado  Todos los hombres y mujeres podían ser y son «uno» en el Cristo, superando los pecados de la historia y culminando así el camino que había comenzado en el principio de la creación, cuando Dios hizo que todos los hombres pudieran ser iguales y hermanos, en Adán, el verdadero ser humano (cf  Rom 5)

Fue hombre de acción, más que de puro pensamiento, aunque ha sido también uno de los pensadores más agudos de la antigüedad  Lo suyo era anunciar y preparar el fin de los tiempos, creando comunidades de creyentes donde todos (judíos y gentiles, hombres y mujeres, esclavos y libres) pudieran vivir en concordia y esperanza, aguardando al Cristo Jesús  Pero, a fin de realizar bien su tarea y de fundarla de manera sólida, en la línea de las tradiciones de Israel, en diálogo con el entorno helenista, tuvo que desarrollar un intenso pensamiento, que reflejó en su mensaje y que expresó en varias cartas, que son respuestas personales, aclaraciones e, incluso, pequeños tratados cristianos en los que expuso su doctrina  Sus cartas auténticas, escritas entre el 50 y 55 d C  y conservadas en el canon del Nuevo Testamento, son 1Tes, 1 y 2 Cor, Flp, Filemón, Gal y Rom

Había nacido hacia año 8 d C , se «convirtió» a Jesús en torno al 32 d C  y misionó durante casi treinta años, tomando como base de su actividad algunas de las grandes ciudades del oriente (Damasco, Antioquía, Corinto y Éfeso)  Le apresaron en Jerusalén, donde había subido a visitar a los hermanos de la comunidad judeo-cristiana más antigua (de Santiago, hermano del Señor), con una colecta de dinero (en torno al 57/58 d C )  Estuvo por un tiempo en la cárcel de Cesarea de Palestina y le llevaron luego a Roma, donde pudo actuar con cierta libertad, hasta que fue juzgado y condenado a muerte, probablemente el 62 d C

Tras su muerte, sus discípulos (y en especial los que escribieron en su nombre dos cartas especiales: Col y Ef) le presentaron como Siervo o Ministro mesiánico de Dios en los tiempos finales para crear la Iglesia universal del Cristo, Hijo de Dios y mesías judío, donde los cristianos seguimos estando todavía  Así lo mostrarán los tres capítulos que siguen: El primero ha querido reconstruir los momentos básicos de la vida de Pablo; el segundo expone su tarea y herencia como creador de iglesias (de la Iglesia); el tercero recoge el testimonio básico de la tradición paulina (cartas a Colosenses y Efesios), en el tiempo de la segunda generación cristiana, es decir, del 60 al 90 d C[3]

NOTAS

[1] Pablo ofreció a la iglesia algo que otros cristianos anteriores no tenían: Una visión teológica de Cristo desde la raíz del judaísmo, pero (¡y por eso!) en apertura a todos los pueblos. En ese fondo sitúa su misión: «Pues quien ha actuado en Pedro, para hacerle apóstol de los judíos ha actuado también en mí, para hacerme apóstol de los gentiles» (Gal 2, 8).

En la línea de Pedro, la pascua de Jesús podía entenderse y aplicarse como experiencia intra‒judía. Pues bien, asumiendo y completando esa visión y obra de Pedro, Pablo ha destacado el carácter universal del evangelio, presentándose como enviado de Dios: «¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús, nuestro Señor?» (1 Cor 9, 1).

 No siguió encerrado en la carne y sangre de Israel, sino que abrió su experiencia (¡radicalmente judía!) a todas las naciones, no “a pesar” de, sino por fidelidad a Israel. En esa línea escribió cartas, no tratados teológicos como Filón de Alejandría, ni discusiones legales como harán los rabinos de la Misná. Sobre la fecha de composición, autenticidad e integridad de algunas cartas hay varias hipótesis. Parece claro que sólo siete son auténticas (1 Tes, Gal, 1-2 Cor, Flp, Flm, Rom). 

[2] El Nuevo Testamento le atribuye tres nombres, cada uno en una lengua: Saúl, Saulo y Pablo. (1) Su verdadero nombre era Saúl, de origen hebreo, que aparece en los relatos de su vocación (Hch 9,4; 22,7; 26,14). Se debió llamar así en recuerdo de Saúl, el primer rey de Israel, que pertenecía a la tribu de Benjamín, igual que Pablo (Flp 3,5). (2) Saulo es una adaptación griega del nombre anterior; como el apóstol se movía en un contexto donde la gente hablaba griego, es lógico que helenizara de esa su nombre (el cambio entre Saúl y Saulo es muy pequeño). (3) Su tercer nombre es Pablo, con el que aparece siempre en las cartas; Pablo lo tomó probablemente porque la adaptación griega de su nombre (Saulo/Saulos), tomada como un adjetivo, podía significaba algo así como «afeminado». Por eso debió tomar un nombre latino, con sonido parecido, Paulus (el pequeño). Quizá lo hizo también para destacar su pequeñez ante Dios y ante la comunidad cristiana, presentándose a sí mismo como el menor de los hermanos.

[3]Bibliografía básica.

Gil Arbiol ofrece en pag 72-73 una bibliografía comentada sobre las obras más significativas que se han escrito sobre Pablo en los últimos decenios, desde una perspectiva judía y cristiana, eclesial, antropológica, cristiana. A ellas deberá acudir el lector que quiera situarse crítica y creadoramente ante la problemática de Pablo.

Desde una perspectiva más extensa, para lectores menos especializados, quiero ofrecer aquí una bibliografía más extensa, en castellano, que le permita entrar de un modo personal, eclesial, social y teológico, en la vida  y obra de Pablo:

  1. Badiou, A. San Pablo. La fundación del universalismo, Anthropos, Barcelona 1999;
  2. R. J. Banks, Paul’s idea of Community, Paternoster, Exeter 1980;
  3. G. Barbaglio, Pablo de Tarso y los orígenes cristianos, Sígueme, Salamanca 1989;
  4. J. J. Bartolomé, Pablo de Tarso. Una introducción a la vida y obra de un apóstol de Cristo, CCS, Madrid 1997;
  5. J. Becker, Pablo. El Apóstol de los Paganos, Sígueme, Salamanca 2007;
  6. G. Bornkamm, Pablo de Tarso, Sígueme, Salamanca 1987;
  7. L. Cerfaux, La Iglesia en San Pablo, Desclée de Brouwer, Bilbao 1955;
  8. J. M. Díaz-Rodelas, Pablo y la ley. La novedad de Rom 7,7-8,4 en el conjunto de la reflexión paulina sobre la ley, Verbo Divino, Estella 1994;
  9. G. Eichholz, El Evangelio de Pablo, Sígueme, Salamanca 1977;
  10. F. Fernández Ramos (ed.), Diccionario de san Pablo, Monte Carmelo, Burgos 1999;
  11. J. Gnilka, Pablo de Tarso: apóstol y testigo, Herder, Barcelona 1998;
  12. J. Huarte Osacar, Evangelio y Comunidad. Estudio de teología paulina, San Esteban, Salamanca 1983;
  13. B. Holmberg, Paul and Power, Gleerup, Lund 1978;
  14. M. Legido, La Iglesia del Señor. Un estudio de eclesiología paulina, Universidad Pontificia, Salamanca 1978; Fraternidad en el mundo. Un estudio de eclesiología paulina, Sígueme, Salamanca 1982;
  15. M. Y. MacDonald, Las comunidades paulinas, Sígueme, Salamanca 1994;
  16. W. A. Meeks, Las primeras comunidades urbanas, Sígueme, Salamanca 1988;
  17. R. Penna, L’apostolo Paolo. Studi di esegesi e teologia, Paoline, Torino 1991;
  18. F. Ramírez, Justicia, paz y alegría en el Espíritu
  19. H. Rivas, San Pablo. Su vida, sus cartas, su teología, Lumen, Buenos Aires 2001;
  20. J. A. T. Robinson, El cuerpo. Estudio de teología paulina, Ariel, Barcelona 1968;
  21. S. Sabugal, Conversión de san Pablo, Herder, Barcelona 1976;
  22. E. P. Sanders, Paul and Palestinian Judaism, SCM, London 1977;
  23. V. M. Smiles, The Gospel and the Law in Galatia, Glazier, Collegeville 1998;
  24. R. Trevijano, Estudios paulinos, Pontificia, Salamanca, 2002;
  25. S. Vidal, La resurrección de Jesús en las cartas de Pablo, Sígueme, Salamanca 1982; El proyecto mesiánico de Pablo, Sígueme, Salamanca 2005.

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