Quo Vadis? —¿A dónde vas?—, se ha preguntado los últimos tres días a sí misma y al resto de la cristiandad la Asociación de Propagandistas Católicos (ACdP), entidad conservadora que regenta más de una veintena de centros educativos en España y es propietaria del medio digital El Debate, durante su congreso anual en Madrid. Con esta frase, que da nombre al programa de ponencias coorganizado por la Fundación Universitaria San Pablo-CEU, la asociación admite que el catolicismo está en declive en España, sin rumbo fijo y rodeado de una nueva sociedad a la que acusan de silenciarles. La Iglesia ha perdido la gran influencia política y social que tenía hace décadas, el número de fieles cae en picado (casi 60% de los jóvenes se considera no creyente, según el último informe de la Fundación Ferrer Guàrdia) y “la descristianización” avanza incluso en los partidos conservadores. “Nos enfrentamos a un relativismo moral que está en el fondo de una crisis, quizá sin precedentes, que pide a los católicos un redoblado esfuerzo en la defensa de sus fundamentos: la defensa de la vida, la familia, la cultura del esfuerzo, la dignidad y la naturaleza de la persona humana”, reza en su manifiesto, que leyó durante la sesión inaugural la expolítica y exmilitante del Partido Popular María San Gil, codirectora del XXVI Congreso Católicos y Vida Pública.
Ante estos “tiempos de incertidumbre”, los propagandistas animan al resto de fieles a tomar conciencia y a que convoquen “una nueva generación” para salir de la “marginación y desprecio de una moda dominante”. “No se trata de buscar, encontrar y apoyar una opción política partidaria, sino de enunciar y articular una estrategia o un conjunto de iniciativas, a modo de plan que contribuya a una toma de conciencia de la gravedad de la situación, conscientes de hasta qué punto los fundamentos humanistas de nuestra civilización están siendo atacados en su raíz”, incluye el manifiesto. El relevo que vislumbra la ACdP está en los nuevos movimientos católicos que en los últimos años han germinado en España. Un ejemplo es Hakuna, una fundación de fieles, en su mayoría jóvenes, creada en 2013 y que utilizan la música “como un instrumento para evangelizar”. Está liderada por José Pedro Manglano, un cura sexagenario que pertenecía al Opus Dei, y en pocos años consiguió que miles de jóvenes acudieran a sus eventos. “La Iglesia está muy viva”, afirmó Miguel Marcos, director de la Fundación Hakuna, durante la mesa redonda del viernes.
Los congresos organizados por la ACdP, que se han celebrado ininterrumpidamente el último cuarto de siglo, son un termómetro que mide a lo largo del tiempo la percepción que tienen los católicos de su papel en la vida pública y en las instituciones. Los récords de asistencia son una prueba de su popularidad entre el colectivo católico: este año se inscribieron 2.500 personas, tanto presenciales como en línea, mil más que hace un año. No obstante, pese a la intención de los propagandistas de instaurar un foro que acoja todas las realidades católicas, las conferencias se han encaminado hacia el sector más tradicionalista de la Iglesia.
Prueba de ello fue la charla del sábado de José Ignacio Munilla, obispo ultraconservador de Orihuela-Alicante con una gran presencia en redes sociales, donde afirmó que el socialismo ha sido “la tumba de los pueblos” por aplicar “políticas enemigas de la cruz” y contrarias al orden natural. También arremetió contra las posturas más aperturistas de la Iglesia y embistió contra los proyectos educativos de algunos centros católicos que solo enseñan una parte del Evangelio, desechando las partes “más conflictivas”.
También hubo presencia de ponentes internacionales, como la del filósofo Fabrice Hadjadj, que arremetió contra “las tendencias posmodernas” que tienden “a constitucionalizar el aborto y la eutanasia; a revisar la historia colonial que mete en el mismo saco al conquistador y al misionero”. Destacó la intervención de la activista y escritora Ayaan Hirsi Ali (Somalia, 1969). Entre 2003 y 2006 fue miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Generales de Países Bajos, donde huyó con 22 años para escapar de un matrimonio forzado. Desde el Partido Popular por la Libertad y la Democracia, de corte conservador, criticó duramente al Islam posicionándose como atea, lo que le llevó a estar bajo amenaza de muerte. Hirsi Ali, que ahora reside en EE UU y se convirtió hace un año al catolicismo, mostró durante el congreso de la ACdP una oposición rotunda al multiculturalismo y apoyó la victoria de Donald Trump. “Tenemos que rechazar la multiculturalidad, las políticas de diversidad y, en cambio, abrazar el nacionalismo cívico y retomar una cristiandad verdadera”, afirmó.
Estas posturas son las que defienden los propagandistas católicos, que se muestran optimistas con el futuro. Su presidente, también director de El Debate, cerró el congreso leyendo el último párrafo del manifiesto: “Creemos que la transformación de un catolicismo social, por lo general silencioso e irrelevante, en una minoría creativa —tal y como nos interpelaban tanto Benedicto XVI como Francisco—, constituye un reto irrenunciable de la Asociación Católica de Propagandistas y de este congreso”.