Francisco Miguel Callejas, ajedrecista y estudiante de Medicina.
Ocho años. Esa era la edad que tenía Francisco Miguel Callejas (23, Tocino, Sevilla), la primera vez que se enfrentó a un tablero de casillas blancas y negras. Sobre él, 32 piezas de los mismos colores. Cuenta que le fascinó el juego. Un año después, le hizo una petición a su madre: el deporte le gustó tanto que quería empezar a dar clases. Desde entonces ha pasado por torneos, ha impartido clases y se ha convertido en una estrella del juego en Andalucía. Ahora es Maestro FIDE, una de las mayores distinciones en el mundo del ajedrez. Pero también es uno de los futuros médicos que entrará a formar parte del SNS.
Fue entonces, un año después de enfrentarse al juego de estrategia por primera vez, cuando Callejas empezó su camino por los torneos profesionales de ajedrez. “Era un niño que lo pasaba bien. No hay más”, recuerda desde Sevilla, donde ahora reside por su situación como estudiante. Es alumno de sexto de Medicina en la capital andaluza.
“Ahora tengo un poco más apartados los torneos y las clases [que a veces imparte]. Muy centrado en los estudios y en el MIR”, comenta a Redacción Médica en una entrevista telefónica. En este momento está haciendo prácticas rotatorias en distintas especialidades en Sevilla.
La pasión por la Medicina
Su vocación por la Medicina nació más tarde que la del ajedrez. “Fue en Bachillerato”, rememora. En ese momento descubrió su afán por “ayudar a la gente” y el “contacto humano”. Aún así, a lo largo de sus estudios universitarios no ha dejado de participar en competiciones. “Lo he podido compaginar hasta hace unos meses, cuando ya me he tenido que centrar en la Medicina para enfrentarme al MIR”, declara.
Hasta entonces, Callejas ha sido capaz de combinar sus dos facetas: la de ajedrecista y la de estudiante apasionado por la Medicina. En la primera de ellas ha logrado ser Maestro FIDE, la tercera mayor categoría que se le puede otorgar a un jugador. Todo ello, gracias a su puntuación ELO, el sistema de medición de puntos de nivel de cada ajedrecista a nivel mundial.
—¿Cuántos puntos tiene?
—2.300.
Está a solo 500 de los 2.800 de Garri Kaspárov, uno de los más reconocidos deportistas de esta disciplina del mundo. Y, además, el campeón del mundo más joven de ajedrez en 1985, a los 22 años. Callejas tiene un año más que los que tenía el ajedrecista ruso. “No aspiro a ser el mejor del mundo. Me gusta jugar. Me gusta ganar cuando gano. Y aprendo cuando pierdo”, relata el jugador sevillano. Su propósito ahora va mucho más allá: “Quiero ser médico y compaginarlo con mi hobby, que es el ajedrez”.
No se decanta por ninguna de las dos disciplinas. Ambas forman ya parte de su personalidad. Y, para él, ambas se han complementado en su formación: “A mí el ajedrez me ha ayudado mucho. Especialmente a la hora de ser constante, de tener una disciplina. Y lo he podido aplicar a la medicina”.
¿Vivir de la Medicina o del ajedrez?
Este sevillano no se ha planteado vivir únicamente del ajedrez. “Todo depende mucho del número de torneos que juegues, de que ganes o pierdas, de las clases que des… Es más viable económicamente ser médico que ajedrecista”, subraya Callejas.
Por el momento todos sus esfuerzos están centrados en la Medicina. Y aunque el no va a presentarse a la convocatoria de 2025, es consciente de lo poco queda para esa convocatoria. De hecho, en el caso de su comunidad natal, Andalucía, el número de plazas para la convocatoria de Médico Interno Residente ha logrado una cifra récord de cara a 2025: 1.921.
Callejas aún no tiene claro cuál es su especialidad preferida. Durante su etapa de prácticas ha pasado por varias: Infectología, Medicina Interna, Medicina de Familia… “Todas me han gustado. En todas ellas he sentido que era lo mío. Aún no tengo clara cuál puede ser mi elección”, comenta el sevillano.
Este maestro del ajedrez y futuro médico está definiendo su futuro. Pero tiene claro que no va abandonar ninguna de las dos facetas que están marcando su vida. Ni la de campeón de ajedrez, ni la de profesional sanitario. Seguirá jugando frente al tablero de casillas blancas y negras, pero esta vez equipado con su bata blanca.
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