Cada vez más personas se suman a las filas de una nueva promesa de bienestar interior. Como si fuese una nueva religión, pero sin dioses, cielos o infiernos externos para alcanzar o evitar; es decir, sin demasiadas pretensiones puestas afuera de uno mismo. Y Mendoza no escapa al fenómeno de gente que busca actividades para, sencillamente, “sentirse bien”. En los últimos años, especialmente, pospandemia, los espacios de yoga, meditación, Pilates, medicina natural, astrología, constelaciones y hasta cerámica, viven un furor inusitado, según coinciden las fuentes consultadas por Los Andes.
No es casual, asegura la socióloga Graciela Cousinet, que esa búsqueda por integrar cuerpo, mente y emociones se de en un contexto de sobreinformación, de guerras, en un mundo “recalentado” y con religiones teístas milenarias que no han logrado dar respuesta a la creciente insatisfacción del ser humano.
Palabras y frases como “Karma”, “Tóxico”, “sanar”, “constelar”, o “conectarse con uno mismo” ya no están reducidas a los gurúes iluminados o a gente “rara”, sino que se escuchan en charlas cotidianas entre amigos o en la sobremesa de cualquier reunión familiar tejiendo así nuevos parámetros de cómo deseamos relacionarnos con los otros y con nosotros mismos.
Sandra Fugazzotto, con más de 30 años de experiencia como farmacéutica en el rubro de la homeopatía, asegura que creció significativamente la venta de productos homeopáticos (ver aparte), lo cual refleja un cambio cultural que apunta a la medicina preventiva. “La gente busca por todos los medios sentirse bien y ahora la salud es igual a bienestar, entonces busca reforzar su sistema inmunológico. Si vienen con un dolor leve, en vez de venderles un ibuprofeno me animo y ofrezco un activo de cúrcuma con pimienta negra y jengibre porque es natural y también analgésico. Hay más apertura y también la fomento desde mi lugar”, argumenta la farmacéutica.
En esa línea, Patricia Giner, médica antroposófica, señala que después del 2020 han “aumentó la demanda” en su consultorio, con gente que “viene buscando un rediseño y una resignificación de la propia vida, a partir de una dolencia física que suele ser el reflejo de un bloqueo emocional de base”. Y enseguida agrega: “Hay una búsqueda por ampliar la mirada. Es un proceso bastante curioso. La humanidad va encaminándose a esto por la sobresaturación de información. Por un lado, es bueno porque amplía la mirada, pero aún sigue trabajando más ´el afuera´”.
Giner asegura que las patologías prevalentes que llegan a su consultorio son propias del sistema nervioso, como el insomnio (“una gran pandemia”-define-), y que describe como una consecuencia de una ansiedad “por no saber qué se quiere alcanzar y además nunca se alcanza”.
“Parece que el sistema nervioso no puede relajarse de noche y estamos en una cultura hiper ‘encefalizada’, donde solo vivimos con la cabeza”, interpreta la médica. En la lista de consultas siguen los problemas hepáticos y “mucha juventud” con problemas cardíacos o de hipertensión.
“Los distintos caminos conducen a lo mismo: a conocernos más porque nos dimos cuenta de que cada quien se tiene que hacer cargo de su espacio. Hay una búsqueda intensificada por el gran vacío interior, por haber construido un planeta y una vida hecha para el afuera y no haber cultivado para el adentro. La idea es tener un desarrollo integrativo”, concluye Giner.
La “explosión” de la cerámica
Desde hace pocos años, una práctica tan milenaria como la cerámica volvió a tener un auge insólito en Mendoza. Y ya no se trata de aprender a modelar un jarrón para “chapar” como Demi Moore en el film noventero Ghost, la sombra del amor, sino para “aquietar la mente y conectarse con uno mismo”. Micaela Perrone, ceramista y profesora de esta actividad subraya que no solo en su taller se nota el “boom”, sino en varios espacios similares: “Desde hace un par de años está muy de moda aprender cerámica. Antes era común entre personas grandes, pero hoy vienen más adolescentes y jóvenes”, cuenta.
A la hora de explicar las causas, Perrone plantea que hay una búsqueda por contrarrestar la dispersión y la inmediatez propias de estos tiempos. “Hoy en día las personas jóvenes no paramos ni un momento, que vivimos con el celular o en las redes sociales, además de las obligaciones. Yo siento que buscan desconectarse de eso y conectarse con un proceso. Sentirse bien, más allá de aprender la técnica”, dice la ceramista.
Incluso, Perrone asegura que algunas alumnas llegaron a su espacio por recomendación de sus terapeutas. “Las chicas llegan derivadas para bajar un cambio y terminan descubriendo que en cerámica se necesita paciencia y perseverancia, que no es todo para ya, como estamos acostumbrados hoy en día”, reflexiona.
Azul rodríguez, de 20 años, lo confirma: “En cerámica aprendo la paciencia para ver la pieza terminada. Aparte siento que me desconecta de los problemas y, a la vez, me conecta con otra parte de mí que, con otras actividades, no me pasa. Hay muchas mujeres, música… Te sentís en una energía muy femenina. Algo más frágil, más simple”.
Yoga y mindfulness, mover el cuerpo y aquietar la mente
“Después de la pandemia explotó la demanda de gente que quiere hacer yoga o mindfulness, es decir, vaciar la mente y conectarse más consigo misma en el tiempo presente”, sentencia Susana Domínguez, a cargo de un Instituto formador en Yoga, y presidenta de la Asociación Mendocina de Yoga/Mindfulness en la Educación.
“Estamos insatisfechos, buscamos la satisfacción por otro lado. Hay mucha ansiedad y estados de pánico. Hay falta de conexión con uno mismo. No se cómo relacionarme conmigo entonces pongo expectativas afuera que, en general, no se cumplen y luego me siento insatisfecho. Por eso, el auge del mindfulness entre tanta dispersión. Nosotros sumamos técnicas de yoga y la gente lo agradece”, explica Domínguez.
Alejandra Zúñiga después de los 40 años se volcó a la búsqueda del autoconocimiento con prácticas, antes consideradas “alternativas”. Si bien hizo terapia psicólogo, cuando se divorció hace casi dos décadas, incursionó en el yoga, estudió astrología, modeló cerámica y aprendió a tirar las runas.
Ahora practica Body balance y dice que gracias a su recorrido espiritual de casi dos décadas logró “mayor bienestar y más momentos de paz” en su vida cotidiana. “Es una búsqueda permanente. Somos energía. La terapia psicológica me ayudó a solucionar problemas terrenales, y lo demás me dio herramientas para conocerme más a mí a y mi entorno. Me alegra que hoy estos temas no sean considerados ´raros´. Hay otra cabeza, más abierta”, asegura.
“Un fenómeno muy de la clase media”
Para la socióloga Cousinet, también practicante del budismo, el fenómeno no está separado del debilitamiento popular de viejas religiones “patriarcales” y teístas como el catolicismo, judaísmo o islamismo, en donde hay un solo dios “padre”, con muchas reglas y con el rol de una mujer reducida al cuidado de la casa y los hijos.
“Estamos viviendo un fenómeno en Occidente muy propio de la clase media, donde la búsqueda espiritual apunta a las mismas preguntas sobre el sentido de la vida y de la muerte, pero en donde el compromiso ya no es el mismo. Incluso el budismo requiere de un compromiso intelectual que no todos están dispuestos a emprender. En esta época de tanta información, la búsqueda por calmar la mente es de todos y cada uno va encontrando su camino. El peligro es mezclar un poco todo –”predomina mucho el pensamiento mágico” –señala Cousinet-, y luego no saber qué hacer con la información que encontramos de nosotros mismos en ese camino”.
Creció 30 % la venta de productos homeopáticos pospandemia
Según Sandra Fugazzotto, directora técnica de dos laboratorios líderes que comercializan los tradicionales medicamentos alopáticos (con fines paliativos y fórmulas sintéticas) y homeopáticos (con fines preventivos para fortalecer el sistema inmune) asegura que éstos últimos vienen teniendo un notable incremento en las ventas, sobre todo, después de la pandemia por Covid-19.
Y no solo eso, asegura que los laboratorios tradicionales “están incorporando cada vez más extractos naturales en sus productos porque ahora la demanda es por ese lado”.
Sus números reflejan la tendencia: “En los últimos 3 o 4 años la demanda de medicamentos homeopáticos ha crecido entre un 30 y 35 %”, señala Fugazzotto. Ni hablar del “auge” de los suplementos dietarios (extractos de vitaminas, hierbas y minerales) cuya venta aumentó más del 50 % después de la pandemia.
Eso sí. En todos los casos -aclara la farmacéutica- es “vital recurrir a un médico” (sea naturista o tradicional), antes de iniciar cualquier tratamiento.