Las ruedas de los skates y los patinetes se deslizaban sobre el cemento. Se unía al sonido de la música del DJ y a la voz de los speakers. Un pasillo de ocho food trucks, rodeadas de talleres, tiendas de ropa urbana, de bicis y tablas completaban el paisaje de un Parc del Fórum a rebosar de familias, con los más pequeño con sus cascos y rodilleras, y los más mayores preparados para las diferentes competiciones. Y eso que en 2008 estaba prohibido patinar por las calles de Barcelona. Aquel año fue el primero del Extreme Barcelona. “Era difícil que compitiesen con camiseta”, recuerda Víctor Casanovas, director del evento. Ahora, ya permitido, 12 skateparks llenan ciudad. Y 16 ediciones del Extreme después, más de 450 deportistas —50% participación femenina y 50% masculina— de más de 30 países llenan los diferentes campeonatos del 13 al 15 de septiembre en el Fórum de Barcelona. Una demostración del auge y consolidación de los deportes urbanos. Un auténtico espectáculo abierto al público, gratuito, que abraza a aquellos que disfrutan del deporte que nació en la calle, y empuja el crecimiento de diferentes disciplinas —este año, BMX, breaking, skateboarding, básquet 3×3, scooter y el novedoso freestyle trampoline y surfskate—, en auge y plena ola de los Juegos Olímpicos.
“Es un evento donde hay muchos deportes pasando a la vez, con los mejores de cada disciplina, internacionales, y a la vez, un skatepark gigante para que los aficionados puedan practicar o iniciarse. Somos una de las escusas para que más gente conozca estos deportes”, explica Casanovas. Y también un ejemplo de cómo, desde hace años, ya es habitual la paridad. “Al principio era muy difícil ver a las chicas en las plazas. Ahora ha cambiado. Tenemos nombres que han ayudado”, confiesa el director. Valentina Krauel, skater española de 15 años, es el claro ejemplo. Empezó con siete, siendo la única niña en las pistas y viendo a sus referentes en Youtube. “Ahora hay muchas niñas que empiezan, y que se fijan en mí u otras chicas de España”, confiesa Krauel. “Estos eventos ayuda a la visibilidad y a que suba el nivel, porque hay más posibilidades. Los Juegos Olímpicos también han ayudado, ahora la gente lo ve como un deporte profesional. Aquí todos nos apoyamos, no hay rivalidad”, concluye la joven skater.
Desde las 10 de la mañana entra el público en el recinto, con diferentes actividades y pistas. En los alrededores, las bicis, patinetes y tablas campan a sus anchas. Aunque la mayor atracción se da en la pista central. Dos niños —Quim (6) y Pere (9)— disfrutan del espectáculo desde las escaleras, transformadas en gradas. Empezaron en el surf skate y el scooter cuando al más mayor le regalaron para Navidades una tabla, ya que su tío practicaba el deporte. Le apuntaron a clases, e incluso su padre, Alejandro Garreta, se aficionó al sector. Esta es su primera vez en el evento, y ya se han apuntado a algún taller. “Esto viene de lejos. De una cultura de fuera y de que las instituciones apuestan por crear espacios públicos habilitados para patinar”, agradece Garreta.
Él y su mujer comparten el sentimiento familiar que se crea alrededor del deporte —”es muy sano, sobre todo entre ellos”—, y cómo ha ayudado a sus hijos a “escaparse de las pantallas” y a aprender a mantenerse “concentrados”. “El sitio es idílico. Además, Barcelona es una de las cunas de estos deportes”, comparte orgullosa la madre, Mireia Grau. “Es una manera de verlo en directo, sobre todo ahora que ha cogido fuerza con las Olimpiadas”, continúa el padre. “Los Juegos Olímpicos ha ayudado para que los de abajo se suban a un patinete o una tabla”, desarrolla el director del evento. Y el pequeño Pere lo tiene claro: “Me mola que hagan todos estos trucos. Es muy guay verlos”.
“Las familias son el reflejo de lo que es este deporte. Es gente joven, hay leyendas, pero está habiendo un cambio generacional. La media de edad está por debajo de los 18 años”, explica Casanovas. Y aunque hay novatos, también están los que llevan toda su vida asistiendo al evento, como la familia Jordà. “Vinimos a la primera edición, y fue espectacular. Desde entonces venimos cada año. Cada vez hay más gente, más stands, más food trucks. Nos gustan todos los deportes”, explica Marc Jordà (55). Empezaron por su hijo de 18 años, también Marc, aficionado al scooter. “Yo iba al skatepark que no conocía a nadie, patinaba con desconocidos y salía con amigos”, comparte el joven. Y a raíz de recorrerse las pistas, su hermana, Laia (23), también se aficionó al patinaje en línea. Ellos, como muchos otros, han visto cómo han crecido las diferentes ediciones. “El año pasado fue récord, con 32.000 personas. Repetir cifras como esa será un éxito. La retención de las visitantes, de media, es de cinco horas”.
Reinventándose cada año, acogiendo nuevas disciplinas y con el público disfrutando. Con el mar de fondo y los veleros navegando —son las mismas aguas que acogen la Copa América—, el Fórum se llena de jóvenes haciendo sus trucos y grabándose para las redes sociales, donde el deporte crece y se difunde. “Barcelona es un referente de deporte urbano. Este fin de semana espero pasármelo bien, conocer gente y estar con mis amigas”, confiesa Valentina Krauel poco antes de ganar la competición femenina de skate. Tres días de vértigo y adrenalina, pero, sobre todo, de deporte y familia.
Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y X, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal