Cerca de 50 artistas pertenecientes al mundo de la música latina actuaron en el escenario del Kaseya Center de Miami durante la ceremonia televisada del Latin Grammy; a veces separados, pero muchas veces unidos con la finalidad de ofrecer versiones especiales de sus canciones o de canciones ajenas.
Como lo saben bien los entendidos, este no es el evento principal en lo que se refiere a la entrega de los premios (ese sería la Premiere, que revisamos ya por aquí), pero es sin duda el espectáculo más llamativo de la jornada y el que privilegia la participación de actos en vivo. En todo caso, las victorias mayores fueron para Juan Luis Guerra, quien tuvo cuatro triunfos; Edgar Barrera y Nathy Peluso, quienes festejaron tres; y Jorge Drexler, quien se fue a casa con dos trofeos.
Debido a la abundancia de presentaciones a lo largo de las tres horas que dura el show, revisaremos las actuaciones que nos parecieron más relevantes y/o las que pueden interesarle sobre todo a nuestros lectores, no sin antes señalar que, pese a la gravedad de la situación en la que se encuentra este país, nadie dijo palabra alguna sobre el asunto, ni siquiera los puertorriqueños que participaron.
La potencia angelina
Si nos atenemos a los gustos de nuestra audiencia principal, resulta imposible dejar de lado el acto conjunto de Ángela Aguilar, Leonardo Aguilar y Becky G, todos ellos radicados y/o nacidos en el Sur de California.
Ellos unieron fuerzas y voces para ofrecer una simpática versión del tema “Por el contrario”, que grabaron recientemente y que, en este caso, contó con la asistencia de un mariachi, un guitarrista (ni más ni menos que Edgar Barrera, uno de los máximos ganadores de la jornada en su calidad de productor y autor) y hasta una sección de cuerdas.
Sin ser sobresaliente, esta es una composición agradable en la que funciona bien la combinación de los tres talentos, pese a que, como era de esperarse, la voz de Ángela -que es superlativa- fue la más dominante.
Resulta digno de mención el nivel profesional que viene demostrando la muchacha -quien fungió también de presentadora al lado de su hermano y de su padre Pepe- pese a los ataques incesantes a la que la está siendo sometida en estos días por sus ‘haters’.
Siempre vivo
Los trámites se iniciaron con un popurrí de temas de Carlos Vives interpretados por el mismo colombiano, que en esta ocasión fue la Persona del Año, y cuya presentación se dio al inicio del show, a diferencia de lo que suele ocurrir en la ceremonia del Latin Grammy, donde se la da recién pie al protagonista del evento hacia la mitad del espectáculo.
Acompañado por un gran grupo de bailarinas con diferentes atuendos, Vives (quien tuvo una ceremonia completa en su honor el 13 de noviembre) ofreció una breve pero entusiasta selección de piezas como “Bicicleta”, “La llave de mi corazón” y “Volví a nacer”. Además, sin dejar de lado ese gesto de felicidad que parece acompañarlo a donde vaya, mencionó a Eugenio Cuadrado, su acordeonista más emblemático, quien falleció hace menos de un mes.
Lo que sí pasó en la parte media fue la celebración ‘oficial’ de la distinción, con la entrega de un trofeo especial que, inexplicablemente, le fue entregado al sudamericano por Jon Bon Jovi, el rockero estadounidense que no tiene nada que ver con su música, y que, ya cerca del final, regresó al escenario para perpetrar al lado del rapero cubano-americano Pitbull una adaptación de su ‘hit’ “It’s My Life” que merecería quedar en el olvido más absoluto.
Cuestión de ‘flow’
Evidentemente, por razones comerciales, no podía faltar el reggaetón en la tarima, y este llegó representado en un segmento especial con tres exponentes del género: el descendiente de boricuas Eladio Carrión, el español Quevedo y el puertorriqueno Myke Towers.
Como se esperaba, ninguno destacó por sus virtudes vocales, incluso cuando el primero llegó acompañado por un gran número de coristas y hasta una intérprete afroamericana de sesión para tratar de darle sentido musical a su éxito “Mama’s Boy”.
No se le podía pedir mucho a una tendencia que, si llamó la atención por algo, fue por una parte de la letra del tema “Falda”, de Myke Towers, que dice: “Ese culo pone a las demás inseguras”. Y no lo hizo necesariamente de manera positiva.
Tampoco se trata de desestimar al género urbano en su totalidad, porque, cuando es hecho con creatividad, este puede ofrecer resultados notables, como sucedió durante la breve intervención del argentino Trueno (quien compartió un segmento con el venezolano Danny Ocean y el puertorriqueño Álvaro Díaz) para demostrar la eficacia de su ‘flow’ durante la interpretación de la canción “Tranky Fanky”, anclada -esta vez con legitimidad- en los terrenos del R&B.
Mexicanos tradicionales y avanzados
Si se trata de hablar de artistas latinos que están trazando interesantes conexiones con estilos propios de la comunidad afroamericana, no podemos dejar de lado lo que hizo el mexicano Carin León al presentar “Despídase bien”, un vibrante corte de soul que fue respaldado por un coro femenino enorme, que ocupaba los dos pisos de la estructura que se montó, y que presentó además el único solo de guitarra eléctrica escuchado a lo largo de todo el dia.
Esto incluye al acto que ofreció The Warning, la banda mexicana de hard rock conformada por mujeres jóvenes que viene causando sensación, pero que cuenta también con muchos detractores, tanto por simple misoginia como por su aproximación comercial a un género que tiene celosos defensores. Sea como sea, las chicas ofrecieron una contundente -aunque demasiado corta- interpretación de su tema en español “Que más quieres” (porque componen mayormente en inglés).
Por el lado estrictamente regional, tampoco hizo las cosas mal el Grupo Frontera, que dio una saludable muestra de decoro al interpretar “El amor de su vida”, una delicada canción de desamor que coquetea creativamente con la cumbia.
En términos de despliegue escénico y musical, no decepcionaron el dominicano Juan Luis Guerra y su 4.40, que apelaron a una multitud de recursos (incluyendo diseños con luces de neón y dos ‘jaulas’ colocadas a mitad del escenario) para la interpretación del tema “MAMBO 23”, donde se invoca a Cristo mientras se habla de un ambiente juvenil urbano. La pieza recurre a una enérgica combinación de bachata, merengue y rap que no pasó desapercibida.
Los necesarios tributos
Hubo al menos dos segmentos especializados de homenaje. El primero estuvo dedicado a los ya fallecidos Juan Gabriel, José José y Vicente Fernández, y contó con artistas específicos para cada uno de ellos.
Por ese lado, el autor de “Querida” fue atendido por Leonel García y Reik, quienes le dieron rienda suelta a “Hasta que te conoci”, llevando la parte lacrimógena de la pieza a lugares insospechados, pese a que el mismo ‘Divo de Juárez’ era ya lo suficientemente dramático en su canto.
Por su parte, el español David Bisbal se unió al mexicano Carlos Rivera para encargarse de una versión elegante y apropiada de “El triste” (obviamente, la creación de Roberto Cantoral que fue inmortalizada por el maestro JJ). Finalmente, un Alejandro Fernandez bastante despeinado se vio secundado por un competente mariachi para darle vida a “No me sé rajar”, uno de los éxitos de su padre, quien, para dejarlo claro, tenía una garganta mucho más poderosa.
También hubo un encendido y prolongado tributo a la salsa que fue producido por el ‘nuyorican’ Marc Anthony y que, además de resultar llamativo por un diseño de producción que llevó a la simulación de un edificio de apartamentos de la Gran Manzana, convocó a una multitud de estrellas procedentes de un género que se resiste a morir.
La parte final tuvo al mismo Marc al lado de La India, la estrella puertorriqueña con quien no había cantado en 29 años, para la interpretación de “Vivir lo nuestro”, el clásico moderno que ambos grabaron juntos, y cuya emotiva rendición se vio únicamente mermada por la insistencia del primero -que sigue siendo un gran cantante- en prolongar las notas con ese vibrato excesivo que lo distingue.
Estuvieron también ahí el veterano Tito Nieves y el joven Christian Alicea, compartiendo micrófonos en “De mí enamórate”; el Grupo Niche, con todos sus integrantes de rojo, interpretando “Aventura”; el igualmente joven Luis Figueroa, adueñándose de “Tú me vuelves loco”, original de Frankie Ruiz; y, por supuesto, el gran Oscar D’León, encargándose con la destreza de siempre de su propia “Llorarás” y practicando incluso unos acertados pasos de baile.