La puesta de largo de No hemos visto nada igual. La transmisión del cristianismo hoy (BAC) contó con la participación de Luis Argüello, arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española
La presentación del nuevo libro de Julián Carrón —No hemos visto nada igual. La transmisión del cristianismo hoy (BAC)— comenzó con un primer asombro. La numerosa asistencia que abarrotó la Sala J. Maritain del Espacio Pablo VI, como recordó el anfitrión y director general de la fundación del mismo nombre, Jesús Avezuela.
A este primer asombro siguió el del coloquio, que el propio Avezuela inició destacando los cuatro aspectos esenciales, según su parecer, de la obra que se presentaba: el análisis de la crisis antropológica que se vive hoy, la necesidad de presentar un cristianismo atractivo para responder al vacío existencial, un cristianismo que, además, debe estar encarnado y la siempre actual cuestión de la fe y la razón.
En el diálogo intervinieron el propio autor, así como el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, y el comunicador político y escritor Antonio García Maldonado, moderados por el periodista Fernando de Haro.
Los tres reflexionaron, en un primer momento, sobre cómo recomenzar en un momento de crisis, en el que los fundamentos de la Ilustración parecen haber fracasado, pues ya no responde al sentido último de la vida, porque, como dijo García Maldonado, hemos avanzado mucho en medios, pero nos hemos quedado huérfanos de fines. «Tenemos una caja de herramientas, pero no sabemos para qué», dijo.
La propuesta de Argüello pasa por el yo, que no es la reducción a individuo, y a tejer relaciones que, al mismo tiempo, pueden ser «espléndidas y conflictivas». «Estamos llamados a convocar el yo a que experimente el asombro», dijo.
Carrón añadió que ese yo que ha sido golpeado por la realidad, a veces con brutalidad y, por tanto, cualquier propuesta debe partir de esa misma realidad. Y se preguntó citando a Eliot, añadió: «¿Dónde está la vida que hemos perdido viviendo?».
En este contexto, el arzobispo de Valladolid propuso un doble ejercicio: escuchar al sujeto humano, y, desde ahí, «decir con el testimonio que Jesucristo nos ha dado la oportunidad de una nueva mirada». Esto no siempre ha sido así, pues, según continuó, la alianza entre trono y altar, entre Iglesia y sociedad, eximió a los católicos de la conversión, de la comunidad y de la misión.
Hoy, dijo, la exigencia pasa por «testimoniar que Jesucristo es verdadero Dios y hombre». Pero para hacer esto, primero hay que vivir la experiencia, pues «anunciar el Kerigma solo es posible si hay un encuentro». Y vivir esa experiencia, continuó, es la que puede provocar que en nosotros se note en nuestra mirada y en nuestras manos.
«El cristianismo es un acontecimiento, un hecho actual. Si lo reducimos a reglas y normas religiosas, no tendrá interés ni dará respuesta a la búsqueda de sentido», agregó Carrón.
En otro orden de cosas, y al abordar la polarización que inunda la vida pública, Argüello volvió a citar a la Ilustración que, en su opinión, «ha quedado atrapada por la dialéctica de los contrarios», donde la conversación se utiliza para vencer al otro.
Por eso, subraya, como ya hiciera en la Semana Social de Valladolid, que para que exista un diálogo es necesario que haya un tercero, un elemento común, que puede ser la búsqueda de sentido o los más pobres, heridos y golpeados.
Durante la rica conversación, también se tocaron cuestiones como la ciencia y la fe. Dos realidades que no se contraponen, como dijo García Maldonado: «La ciencia amplía el misterio». «Cuanto más avanza el conocimiento, más se ensancha el horizonte», completó Carrón.
Y fueron numerosas las citas literarias, como para llevarse una buena tarea lectora a casa. Se citó a Eliot, Arendt, John Gray, Jimena Canales o Charles Taylor, entre otros.