“En estos días, he podido hablar con Marga (qué sola se siente sin ti), y sé que, como el Cid, sigues ganando batallas después de muerto. Y que, muy pronto, veremos un nuevo libro tuyo”
“Te imagino ocupado, enseñándole el cielo a tu amigo Gustavo Gutiérrez, acompañado seguramente de Antonio Aradillas, si es que no ha cansado a preguntas al bueno de San Pedro. Hace un año que te fuiste, amigo José María, pero te echamos de menos. Mucho”
“Echamos de menos tu mirada clara, sin apriorismos, a los retos del mundo, y de la Iglesia, de hoy. Y seguimos luchando por esa Iglesia, por ese Evangelio, que tú tenías tan claro y que a veces parece tan difícil de cumplir”
“Echamos de menos tu mirada clara, sin apriorismos, a los retos del mundo, y de la Iglesia, de hoy. Y seguimos luchando por esa Iglesia, por ese Evangelio, que tú tenías tan claro y que a veces parece tan difícil de cumplir”
Te imagino ocupado, enseñándole el cielo a tu amigo Gustavo Gutiérrez, acompañado seguramente de Antonio Aradillas, si es que no ha cansado a preguntas al bueno de San Pedro. Hace un año que te fuiste, amigo José María, pero te echamos de menos. Mucho.
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En estos días, he podido hablar con Marga (qué sola se siente sin ti), y sé que, como el Cid, sigues ganando batallas después de muerto. Y que, muy pronto, veremos un nuevo libro tuyo. También he recordado con otros compañeros de camino tu fuerza, tu alegría, tu vozarrón que llenaba el auditorio. Estoy terminando una novela, la cuarta, y por primera vez no podrás presentármela en Granada. Que sigue siendo la ciudad más bella del mundo, aunque le falta algo desde que no estás.
Ayer hizo un año de tu fallecimiento, y sé que tus amigos te recordaron en una misa. En casa, también. El pequeño Diego está hecho un campeón, un buen portero de fútbol. Te encantaría verle crecer. Vengo de ver al Papa, junto a los responsables de los hospitales de campaña, algunos de esos profetas que han recogido tu testigo y se empeñan en acompañar al santo pueblo de Dios, a ‘tu’ santo pueblo de Dios, en el camino del Evangelio. El Evangelio de los pobres, de los marginados. La teología del pueblo, que tanto contribuiste a dar a conocer.
Echamos de menos tu mirada clara, sin apriorismos, a los retos del mundo, y de la Iglesia, de hoy. Y seguimos luchando por esa Iglesia, por ese Evangelio, que tú tenías tan claro y que a veces parece tan difícil de cumplir. Sabemos que, desde el cielo, nos acompañas. Junto al amigo Aradillas y tantos otros que pusieron sus ladrillos (en vuestro caso, una pared) en la construcción de RD. Seguid soplándonos alegría y compromiso desde allá. Nosotros cuidamos de Marga. Un abrazo amigo.