La danza como herramienta terapéutica mejora el equilibrio (lo que, a su vez, reduce el riesgo de caídas) y el bienestar emocional de las personas que sufren alzhéimer u otros tipos de demencias. Así lo demuestra un estudio desarrollado por Ace Alzheimer Center de Barcelona y el Campus de Salud del Festival Peralada. Esta investigación siguió durante cuatro meses a 25 pacientes con alzhéimer moderado o avanzado de entre 45 y 80 años quienes participaban en dos talleres semanales (de una hora cada uno). El estudio ha confirmado que la cognición de los pacientes ni mejoró ni empeoró, sino que se mantiene estable.
“Desde que se inauguraron los centros de día en los años 90, ya explorábamos los beneficios de la música. Veíamos cómo muchos pacientes que tenían el lenguaje comprometido, al escuchar una canción antigua, eran capaces de cantarla con toda la expresividad lingüística. La música con letra era un buen estímulo para recordar el pasado”, explica a este diario Mercè Boada, fundadora de Ace Alzheimer Center. Empezando con canto y prosiguiendo con la danza, el estudio pone el foco en el valor terapéutica de la música. Las personas que padecen la enfermedad de alzhéimer, recuerda Boada, tienen dificultades en su memoria inmediata, pero mantienen hasta fases avanzadas las sensaciones como el bienestar y el malestar.
Este programa forma parte del Campus de Salud del Festival de Peralada, el cual se concentra en mejorar la calidad de vida de las personas con alzhéimer. “En este proyecto, que se llama Dit-Dit, participan un grupo de pacientes identificados por Ace. Nosotros somos los promotores y facilitadores de las clases de danza, que las imparte un grupo de educadores y expertos liderados por CondeGalí”, dice Oriol Aguilà, director del Festival Peralada. “Tenemos mucha convicción en que las artes tienen un poder transformador”, añade. Según Aimar Pérez Galí, que ha dirigido, junto con Jaime de Salazar, esta terapia de danza, las sesiones han comenzado siempre con la misma canción y el mismo gesto: juntar un dedo de un participante con el de otro, de ahí el nombre de Dit-Dit.
A lo largo de cuatro meses, los investigadores han podido ver que la danza mejoraba la coordinación de los pacientes, y que la expresividad corporal les hace sentir bien. Ahora prevén ampliar el programa a seis meses. Las demencias se han convertido en una prioridad de salud pública a nivel mundial. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente hay 55 millones de personas afectadas en todo el mundo, el 65% de las cuales son mujeres. Las previsiones apuntan a que, en 2050, esta cantidad se habrá duplicado.
Ante este panorama, mientras la ciencia avanza hacia tratamientos que buscan curar la enfermedad, es importante no descuidar a las personas que actualmente viven con demencia. Por eso las terapias no farmacológicas tienen un papel relevante a la hora de mejorar la calidad de vida de las personas que padecen demencia y la de sus cuidadores.
Edad promedio
El promedio de edad de las personas que han asistido a esta actividad de danza ha sido de 82 años y el 54% padecía alzhéimer, todos tomaban medicación antidepresiva o antipsicótica y provenían de un entorno urbano.
Las conclusiones del estudio evidencian que no se ha percibido una mejora por lo que se refiere a la cognición, la funcionalidad y la calidad de vida percibida y que la evolución de la enfermedad continuó en cada participante. “Lo que sí podemos evidenciar es que ha existido una manera de aprendizaje corporal que ha permitido desarrollar formas de comunicación a través de la gestualidad y la coreografía”, indica el estudio. “En el aspecto no verbal, las sensaciones de bienestar se manifiestan en forma de actitud positiva, participación y creatividad, confort, rictus relajado y sonriente y, en cuanto al malestar, irritabilidad, tensión, nerviosismo, apatía, pasividad, comportamientos no habituales en la persona o rictus tenso, entre otros”, precisan las conclusiones.