El pueblo de Cuba soporta desde hace 65 años un Estado comunista que ha arruinado completamente al país y ni siquiera tiene capacidad de suministrar los servicios públicos más básicos e indispensables, como el agua potable y la electricidad. Y como si le faltara más castigo a los cubanos, la naturaleza los ha azotado recientemente con dos huracanes y dos terremotos consecutivos.
La dictadura comunista no permite las protestas pacíficas y cuando, a pesar de todo ocurren, las sofoca con violencia extrema. De manera que la gente cubana está buscando cada vez más el consuelo espiritual de la religión. De todas las religiones, pero sobre todo de la católica y la yoruba, o santería, que mezcla el catolicismo con creencias africanas.
Un reportaje de la agencia de prensa Associated Press titulado Diversidad religiosa florece en la antes atea Cuba destaca que 65 años después de la imposición del comunismo anti Dios, “la religión parece omnipresente… con una diversidad deslumbrante”.
Agrega que “las campanas doblan en las iglesias católicas y el llamado a la oración convoca a los musulmanes en el centro de La Habana. Los budistas cantan mantras reunidos en la casa de un músico de jazz. Los judíos saborean arroz con frijoles y otros alimentos básicos cubanos en la cena del sabbat. Los devotos de la santería sumergen los sentidos mientras bailan y tocan tambores en un museo lleno de estatuas que rinden homenaje a sus deidades afrocubanas y dejan ofrendas a la diosa del mar”.
La Iglesia católica es mayoritaria en Cuba. El 60 por ciento de los cubanos, más o menos, están bautizados en la fe del catolicismo. A pesar de que la Iglesia católica de Cuba ha sufrido terribles persecuciones, iguales y hasta peores que las que sufre actualmente la de Nicaragua, ha podido resistir y sobrevivir y ahora incluso se está fortaleciendo.
La persecución religiosa en Cuba amainó a partir de 1992, cuando el Partido Comunista, convencido de que era imposible extirpar la religión de la conciencia de la gente, quitó de la Constitución la oficialización del ateísmo. Después, la situación de la Iglesia mejoró todavía más a partir de que el entonces papa y ahora santo Juan Pablo II, visitó el país en 1998.
Pero la libertad religiosa sigue restringida en Cuba y la Iglesia católica debe someterse a las reglas del régimen para poder cumplir su labor pastoral. Sobre todo la Iglesia se abstiene de pronunciarse sobre temas políticos, salvo casos aislados de algunos sacerdotes particularmente osados. Sin embargo, nadie acusa de cobardía a la Iglesia porque después de todo lo que ha sufrido su prudencia es comprendida.
Recientemente se reunió la 164ª Asamblea Plenaria de la Iglesia católica de Cuba, que eligió a la nueva Conferencia Episcopal y aprobó acuerdos para el mejoramiento del trabajo eclesial. La Iglesia católica cuenta con 374 sacerdotes y hay 490 monjas y 173 frailes, extranjeros en su mayoría. Pero la cantidad de seminaristas todavía es reducida, pues el largo tiempo de ateísmo oficial y de persecución religiosa desalentó bastante las vocaciones sacerdotales.
De todas maneras la situación de la Iglesia católica de Nicaragua es bastante peor. Aquí, según documenta la abogada investigadora Martha Patricia Molina, en los últimos 6 años el régimen ha encarcelado a numerosos sacerdotes y seminaristas, 158 ha sido desterrados o se han exiliado y casi 100 monjas han sido expulsadas del país. La Diócesis de Matagalpa, la más castigada por ser la sede episcopal de monseñor Rolando Álvarez, ha perdido hasta el 40 por ciento de sus presbíteros.
De manera que, aunque en Cuba se sigue limitando la libertad de religión, la Iglesia católica cubana ya pasó por los peores períodos de persecución y represión y quiera Dios —nunca tan bien dicho— que no vuelvan a ocurrir nunca más. Y que en Nicaragua se terminen las tribulaciones que viene sufriendo la Iglesia desde 2018.