El enviado especial para el clima de Estados Unidos, John Podesta, ha hecho un llamado a los gobiernos para que no pierdan la confianza en el compromiso del país para combatir el calentamiento global. Esto ocurre en un contexto en el que Donald Trump, tras ganar las recientes elecciones presidenciales, se prepara para asumir el poder en enero. Podesta advierte que, aunque Trump podría ralentizar los avances climáticos, no tendría la capacidad de detener completamente la transición hacia energías más limpias.
En este escenario, la cumbre anual de la ONU sobre cambio climático ha comenzado en Bakú, Azerbaiyán, con una fuerte preocupación de diversas delegaciones ante el posible impacto de un regreso de Trump en los esfuerzos internacionales para limitar el calentamiento global. Trump ha prometido retirar a Estados Unidos de los compromisos climáticos y maximizar la producción de combustibles fósiles, lo que podría poner en riesgo el progreso alcanzado.
Podesta destacó que la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), impulsada por el presidente Joe Biden, seguirá alentando inversiones en tecnologías de energía limpia, como la solar y la eólica, incluso si Trump intentara revertirla. Para rescindir la IRA, Trump necesitaría una ley del Congreso, lo cual sería complejo debido al apoyo de algunos legisladores republicanos que se benefician de estos incentivos.
Finanzas climáticas y disputas en la COP29
Más allá del panorama estadounidense, en Bakú, las conversaciones climáticas enfrentan un reto financiero importante. Uno de los temas prioritarios de la cumbre es acordar un nuevo objetivo de financiamiento climático que podría alcanzar hasta un billón de dólares anuales para los países en desarrollo, superando el objetivo anterior de 100 mil millones.
A lo largo del año, los fenómenos climáticos extremos han afectado a países de todos los niveles de desarrollo, desde inundaciones en África hasta sequías en América Latina. En este contexto, las negociaciones para establecer una agenda en la COP29 ya han mostrado dificultades. La Unión Europea y los pequeños estados insulares exigen avanzar en el compromiso de abandonar el uso de combustibles fósiles, mientras que los países productores, como las naciones del Golfo, prefieren que las conversaciones se centren en el financiamiento.
Desigualdad histórica y la participación de China en el debate financiero
Las negociaciones sobre cómo repartir el costo del cambio climático ponen de relieve las contribuciones históricas de los países desarrollados al calentamiento global. Aunque algunas economías emergentes, como China, se han convertido en importantes emisores de gases de efecto invernadero, el país sigue estando etiquetado oficialmente como en desarrollo, lo que le permitiría ser receptor de fondos climáticos junto a otros países con menor responsabilidad en la crisis climática.
Incertidumbre global y el efecto de las elecciones estadounidenses
La inestabilidad económica y los conflictos internacionales, como la guerra en Ucrania, añaden una capa de complejidad a las conversaciones climáticas de este año. Además, la reciente victoria electoral de Trump ha intensificado la incertidumbre en torno a la acción climática global. Durante su primer mandato, Trump cuestionó la ciencia climática y retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París, comprometiendo la cooperación internacional en la reducción de emisiones. Ahora, sus promesas de aumentar la producción de combustibles fósiles y su postura de no financiar el esfuerzo climático profundizan las preocupaciones.
Para cumplir con el Acuerdo de París de 2015 y evitar un calentamiento global superior a 1,5 grados Celsius, las emisiones deben alcanzar su punto máximo antes de 2025. Sin embargo, con políticas actuales y compromisos insuficientes, el planeta corre el riesgo de experimentar un aumento de temperatura de hasta 3,2 grados para finales de siglo. La falta de avances en la reducción de emisiones pone en duda la posibilidad de cumplir con estos objetivos, a menos que se tomen medidas drásticas y coordinadas a nivel global.
A medida que la COP29 avanza, las discusiones girarán en torno a cómo intensificar los esfuerzos de mitigación y adaptación, con un enfoque en el financiamiento y en la cooperación internacional. Las presiones económicas y políticas dificultan la posibilidad de un consenso, pero la urgencia climática hace que estas negociaciones sean cruciales para el futuro del planeta.
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Fuente: Reuters – Deutsche Welle – The Hindu