Hace 3,26 mil millones de años, la Tierra fue golpeada por un asteroide de dimensiones extraordinarias, tan grande como cuatro veces el Monte Everest.
Este impacto devastador desencadenó no solo enormes tsunamis sino que también provocó cambios significativos en el ambiente, influyendo en las formas de vida primordiales presentes en el planeta. Las investigaciones realizadas en la Barberton Greenstone Belt en Sudáfrica han proporcionado nueva información sobre este evento y otros impactos similares que marcaron la evolución terrestre. En ese período, la atmósfera terrestre era muy diferente a la actual, con un contenido de oxígeno extremadamente bajo y una abundancia de agua.
La vida existía, pero estaba constituida principalmente por organismos simples.
El asteroide, en el impacto, generó un inmenso tsunami que trastornó los fondos oceánicos y llevó a un calentamiento de la atmósfera, causando la evaporación de las capas superficiales de los océanos.
La retirada de las aguas del tsunami depositó materiales a lo largo de las costas, creando un ambiente radicalmente diferente. Sorprendentemente, a pesar de la devastación, los organismos microscópicos demostraron una extraordinaria resiliencia y capacidad de adaptación. El impacto liberó enormes cantidades de hierro de las profundidades marinas y aumentó la concentración de fósforo, un elemento fundamental para los procesos metabólicos de los organismos vivos.
Estos cambios químicos favorecieron la proliferación de las bacterias que metabolizan el hierro, permitiéndoles expandirse rápidamente justo después del evento catastrófico. Los análisis realizados en las rocas sudafricanas sugieren que tales eventos destructivos han tenido efectos paradójicamente positivos en la biodiversidad, promoviendo el desarrollo de la vida en lugar de causar extinciones completas.
Estos impactos de asteroides, según los investigadores, podrían haber jugado un papel clave en la evolución de las primeras formas de vida en la Tierra, introduciendo elementos químicos esenciales y creando condiciones favorables para el crecimiento microbiano. El equipo de investigación, dirigido por la geóloga Nadja Drabon, ha identificado pruebas de al menos ocho impactos meteóricos en la Barberton Greenstone Belt y ha planificado estudios adicionales para comprender mejor cómo tales eventos han moldeado el planeta en sus etapas evolutivas más antiguas.
Estos impactos podrían haber proporcionado las bases para la diversificación y evolución de la vida, con cada evento introduciendo nuevos elementos y alterando el ambiente de maneras que favorecían adaptaciones biológicas. Este estudio, publicado en los actuales Proceedings of the National Academy of Sciences, abre nuevas perspectivas sobre la comprensión de cómo los impactos de asteroides han influido en el desarrollo biológico de la Tierra, sugiriendo que fenómenos destructivos pueden haber, a largo plazo, contribuido a promover la vida en lugar de aniquilarla.
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