No era posible una escena más limpia: un partido de Champions League, la atmósfera de Anfield, una cuchillada en un pase profundo, una fracción de segundo para decidir la humillación en la pelota que se pica por encima del portero en vez del riflazo que rompe la red, un grito ensordecedor, un abrazo, una sonrisa que jamás se va, un destello de talento.
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Luis Díaz, sangre fría
Habría que parar un poco para ver lo que acaba de hacer Luis Díaz en la noche del primer triplete de su carrera. Porque no son tantos los extremos que se mueven con tanta suficiencia en todo el frente de ataque; porque son menos los que tienen la sangre fría de elegir la sutileza, exponiéndose en la misma medida al meme o la consagración; porque son una absoluta rareza los que eligen, en una fracción de segundo, el potrero y la gambeta que mendigara Eduardo Galeano, antes que la artillería pesada que fascina a los estadígrafos y empobrece a los nostálgicos.
Él mismo reconocía la dificultad de vestirse de número 9 en esa competencia voraz que debe ser el camerino de un Liverpool repleto de máquinas de rendimiento, con poco margen para los distintos. Marcar por triplicado, empezando con esa joya del primer festejo, es su reivindicación de la picardía, de la gambeta que a tantos a veces desespera pero a otros maravilla, el espíritu del que defiende con la vida a ese chico de la calle que solo piensa en la pelota, sin presión, sin expectativas. Nada menos que el verdadero poder de seducción del fútbol…
Luis Díaz, inolvidable noche de Champions League
Es todo eso lo que rescató el guajiro en su inolvidable noche de Champions. Por eso, Lucho, no los escuches cuando te insultan en tu propia casa por hacer lo que te pide el cuerpo, no les hagas caso cuando quieren que seas menos Díaz y más Gakpo o Salah o Mané o el killer de turno, no compres la idea de lo que no eres porque es esa apuesta por la magia lo que te trajo hasta aquí, a la élite mundial, al tan reducido grupo de los ‘mejores delanteros del mundo’.
Después alguien tendrá que resolver cuáles son los mejores acompañamientos para ver en toda su dimensión esa generosa dosis de talento, no lo vas a resolver tú desnaturalizando tu juego para satisfacer a nadie. Ahora que haces un triplete alguien te pedirá un trébol, jamás cumplirás suficientemente expectativas ajenas. Así que ve a dormir con la satisfacción de saber que ganarás o perderás pero con tu apuesta. El tiempo pondrá en su lugar al incrédulo. Después de esta hazaña se van a tener que acostumbrar a Díaz jugando de Díaz. Tú, antes que todos.
JENNY GÁMEZ
Editora Futbolred