Un título imposible de describir.
Ya sabemos como es: a veces, navegar la marea de lanzamientos es totalmente imposible, y hay cosas que se quedan por el camino. Es lo que me pasó a mí con Mouthwashing, un juego que salió a finales de septiembre pero del que escuché hablar por casualidad hará cosa de una semana. Para que no os pase lo mismo, os lo digo ya, sin tapujos: para mí este es el indie de terror del año, y pocos juegos tan surrealistas, valientes y carismáticos encontraréis, en general, en el panorama del medio.
Mouthwashing atrapa, para mí, desde la propia premisa. El juego arranca mostrándonos como el piloto de una nave – de carga, descubriremos un poco después – la estrella a propósito contra un asteroide. La tripulación, de cinco personas en total, sobrevive, pero quedan atrapados en la nave después de un aterrizaje forzoso, sin poder salir al exterior por riesgo de generar falta de oxígeno si abren alguna compuerta al exterior. Tras un tiempo, sin visos de salir de allí, deciden abrir el carguero de la nave para descubrir qué es lo que estaban transportando.
Con su estética low poly y su diseño gráfico particular, Mouthwashing nos hace movernos entre el presente y el pasado constantemente. A veces estaremos presenciando una escena de, por ejemplo, dos días antes de que la nave se estrellase, y a veces una de tres meses después. Ese vaivén no dificulta comprender la historia, pero sí es un poco consciente de cómo nos la presenta: hay giros que el juego se guarda hasta el final y que cambian nuestra concepción de los personajes. Además, los cambios entre escenas son abruptos, sucediendo casi siempre en lugares o momentos que no nos esperamos, dejando a medias una conversación o un momento claramente vital para entender lo que ha sucedido allí. Mouthwashing es un juego tenso, lleno de terror psicológico y, sobre todo, body horror, pero no hay sustos ni nada parecido. Es una experiencia en la que, sobre todo, no nos sentimos en control de lo que está pasando. Tal y como le sucede a los protagonistas.
Mouthwashing tiene momentos evocadores, escenas perturbadoras, y una o dos reflexiones sobre la responsabilidad o la agencia a las que le sigo dando vueltas, incluso días después de haberlo jugado. Pero, sobre todo, tiene personajes. Las víctimas de una acción irresponsable que no entienden ni pueden entender y que sobreviven como pueden, aun si saben que no hay futuro, que no hay escape posible. El juego ha acumulado un seguimiento notable en redes sociales, completo con ilustraciones, memes y reflexiones sobre estos protagonistas, sobre su papel en la historia, teorías y fantasías, posibles finales en los que todo podría haber salido mejor. Creo que es, en el fondo, la clave del juego: la humanidad sonríe incluso cuando todo lo demás parece aterrador. A veces, eso solo lo hace todo un poco peor.
En general, no creo que haya muchos videojuegos que narran como lo hace Mouthwashing, ni tampoco los suficientes que manejen tan bien la tensión y el ritmo, el tenernos enganchados y queriendo continuar para ver qué pasa después. La mayoría de gente que conozco que lo ha jugado se lo ha pasado en una sola sentada, y no me extraña. En dos, dos horas y media podemos llegar a los créditos, pero se pasarán como si hubiesen sido apenas unos minutos. Eso sí: preparaos para darle vueltas durante mucho, mucho más tiempo que ese.