“Hay que restablecer el tejido social reparando las desigualdades, nadie puede quedarse indiferente ante el sufrimiento de los demás”
“Denuncien a la sociedad que la desigualdad, a veces tan grande, entre los ricos y pobres, no es lo que Dios quiere de la humanidad y, en justicia, estas requieren ser resueltas”
En nombre de los voluntarios que están trabajando en la catástrofe de Valencia, el padre Ángel le hizo entrega de una imagen de Nuestra Señora de Algemesí, rescatada del fango, y trozos del barro provocado por la riada, que el Papa besó y bendijo. “Es una barbaridad lo que ha pasado, gracias por seguir trabajando por Valencia”, contestó el Papa
“En cada persona que acogen, ya sea porque no tiene hogar, por ser refugiado, por ser parte de una familia en estado de vulnerabilidad, por ser víctima de la guerra o por cualquier otro motivo que lo vuelve marginado de la sociedad, siembren esperanza”
“Quiero agradecer públicamente tu trabajo, Lucía, lo que hacéis inspira tanto”, señaló el Papa a sor Lucía, recordando su trabajo con refugiados o con las víctimas de la guerra en Ucrania. “La guerra es una cosa muy dura, una realidad que mata, destruye” reflexionó, señalando cómo “la guerra les roba la sonrisa a los niños”
“Llevar el Evangelio no es una cosa abstracta o una ideología que se reduce a un adoctrinamiento, la cosa no va por ahí, sino que se hace concreto ahí, en el compromiso cristiano con los más necesitados; ahí está la verdadera evangelización”
En nombre de los voluntarios que están trabajando en la catástrofe de Valencia, el padre Ángel le hizo entrega de una imagen de Nuestra Señora de Algemesí, rescatada del fango, y trozos del barro provocado por la riada, que el Papa besó y bendijo. “Es una barbaridad lo que ha pasado, gracias por seguir trabajando por Valencia”, contestó el Papa
“En cada persona que acogen, ya sea porque no tiene hogar, por ser refugiado, por ser parte de una familia en estado de vulnerabilidad, por ser víctima de la guerra o por cualquier otro motivo que lo vuelve marginado de la sociedad, siembren esperanza”
“Quiero agradecer públicamente tu trabajo, Lucía, lo que hacéis inspira tanto”, señaló el Papa a sor Lucía, recordando su trabajo con refugiados o con las víctimas de la guerra en Ucrania. “La guerra es una cosa muy dura, una realidad que mata, destruye” reflexionó, señalando cómo “la guerra les roba la sonrisa a los niños”
“Llevar el Evangelio no es una cosa abstracta o una ideología que se reduce a un adoctrinamiento, la cosa no va por ahí, sino que se hace concreto ahí, en el compromiso cristiano con los más necesitados; ahí está la verdadera evangelización”
“Quiero agradecer públicamente tu trabajo, Lucía, lo que hacéis inspira tanto”, señaló el Papa a sor Lucía, recordando su trabajo con refugiados o con las víctimas de la guerra en Ucrania. “La guerra es una cosa muy dura, una realidad que mata, destruye” reflexionó, señalando cómo “la guerra les roba la sonrisa a los niños”
“Llevar el Evangelio no es una cosa abstracta o una ideología que se reduce a un adoctrinamiento, la cosa no va por ahí, sino que se hace concreto ahí, en el compromiso cristiano con los más necesitados; ahí está la verdadera evangelización”
“Francisco adelante, tú sigue adelante”. El tango compuesto por Xavier Morlans fue la bienvenida que el grupo de iglesias hospitales de campaña quiso hacer al Papa Francisco a su entrada en la Sala Clementina. El Papa acogió, sorprendido y divertido, la iniciativa del medio centenar de voluntarios que, capitaneados por sor Lucía Caram, Peio Sánchez y el padre Ángel, llevaron a los muros vaticanos. Una muestra más de esa Iglesia de la acogida y de la alegría, que funciona las 24 horas y que se traduce, especialmente, en un trabajo de desarrollo y solidaridad con los más pobres.
“Seguid, seguid, porque esa es una de las herencias que yo dejaré”, rogó el Papa al padre Peio durante los saludos.
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“¿Qué tal? Hace tiempo que no le veía, veo que sigue vivo” dijo el Papa al padre Ángel. “Esta monja es un peligro”, señaló al ver a sor Lucía, anres de agradecer la “acogida tan alegre” que le habían dispensado. En el discurso que llevaba preparado, y que se saltó en varias ocasiones, Francisco provocó a los presentes con tres ‘mandamientos’ para el trabajo “en la Iglesia en favor de los más pobres y marginados”: “Anunciar a Cristo, reparar las desigualdades del tejido social y sembrar esperanza”.
“Demos gracias a que vienen los migrantes. El nivel de edad es un poquito escandaloso… No tienen hijos, ¡todos tiene un perrito o un gato!, pero no hijos. Los inmigrantes, de alguna manera, son los hijos que no queremos tener”
“Ustedes, ayudados por la gracia del Espíritu Santo, se empeñan para que las iglesias sean como un hospital de campaña, no tenemos que olvidar, llevando adelante esos tres principios”, agradeció Francisco. “Tenemos que ser conscientes que a la Iglesia viene poca gente, tenemos que ir a buscarlos”. Al tiempo, alabó el trabajo de acogida, “más con los gestos que con las palabras”. “Los animo a seguir viendo en cada uno de ellos, vulnerables, el rostro de Cristo”, caminando junto a los pobres, el auténtico rosto del Salvador.
“Me hacen bien anécdotas de gente pobre, en Italia, sur de España, que anuncian a Cristo como pueden, con los gestos, con la acogida, el acompañamiento, la promoción del migrante… . Es una de las realidades, acoger a los migrantes. Demos gracias a que vienen los migrantes. El nivel de edad es un poquito escandaloso… No tienen hijos, ¡todos tiene un perrito o un gato!, pero no hijos. Los inmigrantes, de alguna manera, son los hijos que no queremos tener”, improvisó.
En segundo lugar, “reparar las desigualdades”. “Con su apostolado, denuncien a la sociedad que la desigualdad, a veces tan grande, entre los ricos y pobres, no es lo que Dios quiere de la humanidad y, en justicia, estas requieren ser resueltas”, rogó el pontífice ante la comitiva, presidida por Lucía Caram, el padre Ángel y Peio Sánchez. “Hay que restablecer el tejido social reparando las desigualdades, nadie puede quedarse indiferente ante el sufrimiento de los demás”, subrayó, criticando ‘a braccio’ el descarte de los “viejos” y de los “chicos”, a los que se “usa” y “después se les abandona”.
“¿Qué pasa con los chicos, qué pasa con los ancianos? Estamos asistiendo al escándalo de guardarlos en el ropero de un geriátrico”
“¿Qué pasa con los chicos, qué pasa con los ancianos? Estamos asistiendo al escándalo de guardarlos en el ropero de un geriátrico”, lamentó.
Y, por último “es necesario sembrar esperanza”. “En cada persona que acogen, ya sea porque no tiene hogar, por ser refugiado, por ser parte de una familia en estado de vulnerabilidad, por ser víctima de la guerra o por cualquier otro motivo que lo vuelve marginado de la sociedad, siembren esperanza”, rogó Bergoglio. “Quiero agradecer públicamente tu trabajo, Lucía, lo que hacéis inspira tanto”, señaló el Papa a sor Lucía, recordando su trabajo con refugiados o con las víctimas de la guerra en Ucrania. “La guerra es una cosa muy dura, una realidad que mata, destruye” reflexionó, señalando cómo “la guerra les roba la sonrisa a los niños”
El trabajo con los refugiados es “una de las tres cosas que el Antiguo Testamento siempre repite: la viuda, el huérfano y el extranjero”, se planteó el Papa en un discurso en el que improvisó continuamente.
“Aunque estos hermanos nuestros muchas veces vivan abrumados ante un panorama que pudiera asemejarse a un “callejón sin salida””… “Cuántos callejones sin salida encontramos en el día a día”, admitió el Papa, pidiendo a los presentes recordar “que la esperanza cristiana es más grande que cualquier situación, porque tiene su fundamento en Dios y no en el hombre”, concluyó el Papa, clamando que “lo que para los hombres parece imposible, no lo es para Dios”. Aunque, asumió, “qué difícil es hacerlo con una víctima de la guerra o del sufrimiento”.
Atender a los vulnerables, un privilegio
“Nunca dejen de descubrir que atender a los más vulnerables es siempre un privilegio, porque de ellos es el Reino de los cielos (…).Cada vez que tenemos la ocasión de acercarnos a ellos y brindarles nuestra ayuda, es la oportunidad que tenemos de tocar la carne de Cristo, porque “llevar el Evangelio no es una cosa abstracta o una ideología que se reduce a un adoctrinamiento, la cosa no va por ahí, sino que se hace concreto ahí, en el compromiso cristiano con los más necesitados; ahí está la verdadera evangelización”, finalizó su discurso el Papa, volviendo a agradecer a la comitiva “su testimonio de vida cristiana, sigan contagiando de esperanza, misericordia y amor a otras personas, que convencidas de esta verdad puedan sumarse a colaborar en el servicio de los más pobres”.
“Contagien esperanza, contagien misericordia, contagien amor“, finalizó, improvisando. “¿Los tenemos que bautizar o confirmar? No, cualquiera, ateo o no ateo, de cualquier religión o de otra, entre los ma´pobres está Jesús, incluso los que no creen en él. Todos, tod, todos, metidos en la bolsa del servicio, en el compromiso de los demás, concluyó, antes de los saludos y de una petición final: “Recen por mí, pero recen a favor, ¿sí?”.
En nombre de los voluntarios que están trabajando en la catástrofe de Valencia, el padre Ángel le hizo entrega de una imagen de Nuestra Señora de Algemesí, rescatada del fango, y trozos del barro provocado por la riada, que el Papa besó y bendijo. “Es una barbaridad lo que ha pasado, gracias por seguir trabajando por Valencia”, contestó el Papa.