Josep M. Colomer es investigador asociado de la Universidad de Georgetown y la Universidad Autónoma de Barcelona. Su libro mas reciente es La polarización política en Estados Unidos (Ed. Debate). En esta entrevista recuerda que el propio candidato republicano, Donald Trump, refleja con sus palabras que es una amenaza para la democracia. Sin embargo, asegura que el sistema estadounidense tiene recursos para evitar que la destruya. Colomer ha estudiado la polarización política en Estados Unidos y considera que en gran medida viene provocada por su sistema constitucional de elección del presidente. Además, resalta que, dada la frustración de los ciudadanos, las campañas se hacen a la contra, atacando al rival más que discutiendo de políticas concretas. Eso, a su vez, retroalimenta la polarización.
Pregunta. ¿Es Donald Trump una amenaza para la democracia?
Respuesta. Es una amenaza porque él lo dice. Dice que va a ser dictador el primer día y que va a perseguir a sus adversarios políticos, que él considera enemigos, incluidos políticos, jueces, fiscales y demás. En ese sentido, anuncia una persecución de la democracia. Si ganara, no está tan claro si lo haría o si lo podría hacer, porque el sistema tiene otros recursos. La separación de poderes afecta a la Justicia y al Congreso. Las Fuerzas Armadas también se comportaron muy bien cuando era presidente, frenando algunos excesos. Solo, no puede hacerlo. No creo que lo tuviera fácil, pero que él está enloquecido creo que es evidente.
P. Usted defiende que la polarización, en cierto sentido, viene generada por el propio sistema constitucional.
R. El sistema político viene de una Constitución que es la más breve del mundo y la primera Constitución moderna. Por tanto, dice muy pocas cosas. En la Constitución no aparece la palabra democracia, ni la palabra federalismo, ni partidos políticos, ni separación de poderes. Es un texto mínimo. Lo que hay es una elección separada de un presidente con muchos poderes ejecutivos y también algunos legislativos y el Congreso. Otra cosa que ellos no previeron es que hubiera solo dos partidos. Los constituyentes pensaban que no habría partidos, porque no les gustaba, y los partidos tardaron unos 20 años en formarse. Tal y como funciona ahora, no estaba previsto. Entonces, en un país en el que votan más de 150 millones de personas para elegir una persona entre dos, a través del Colegio Electoral, genera una gran polarización entre los dos partidos.
P. Pero ¿por qué hay una mayor polarización ahora?
R. Lo que está ocurriendo ahora, en los últimos 15 años, en todas las democracias del mundo y aquí también, es que no hay una tendencia clara hacia la izquierda o la derecha, o hacia los globalistas o los nacionalistas. Si se miran los casos recientes, la única tendencia clara es que los Gobiernos pierden elecciones. Hay mucha insatisfacción con cómo funciona la democracia, con los resultados de la gestión pública, por la globalización y otras cuestiones. La gente simplemente vota en contra. En las últimas elecciones, como Alemania, Gran Bretaña, España misma, Italia, Polonia, incluso Francia, ha perdido el partido en el Gobierno. La gente vota en contra, básicamente, y eso es lo que está pasando aquí también, más que antes. Hay más polarización en este sentido de descontento con los gobernantes y reacción negativa. Las campañas también son negativas: se vota contra Trump, o contra Biden o ahora contra Harris. En este caso es curioso, porque ninguno de los dos es el que está en el cargo. O sea, no se puede votar contra un presidente porque de los dos candidatos, uno era presidente, pero ya no lo es, y la otra es vicepresidenta solamente. Habrá, pues, mucho voto en contra de los dos.
P. Eso explicaría en parte el relevo de canidato demócrata.
R. La sensación era que iba a perder con claridad. Es un poco injusto, porque las campañas no tienen mucho que ver con lo que hacen los Gobiernos. Harris es muy buena candidata, mucho mejor que Biden, pero no está claro que vaya a ser una gran presidenta. Las campañas son un juego de mensajes, de imágenes y de insultos que determinan el voto, pero que no anticipan mucho de lo que el ganador va a hacer después en el Gobierno. Biden ha hecho muchas cosas, pero no daba para un programa de televisión.
P. ¿Qué le está pareciendo la campaña?
R. Se están haciendo campañas negativas. Los grandes temas de este país serían la economía y la política exterior, porque esto es una gran potencia mundial por la economía y la fuerza militar, pero de esto se habla poco. Los temas que se usan son más temas símbolo o temas códigos que no se concretan mucho en una política pública específica, como la inmigración o el aborto.
P. Pero son también temas importantes.
R. El tema de la inmigración es un gran tema. Ahora están entrando en torno más de un millón de personas al año. Por supuesto, eso es un problema y hay que organizarlo, pero Trump boicoteó un acuerdo bipartidista en el Congreso sobre el tema porque quiere mantener el conflicto. El conflicto en realidad le sirve para hacer demagogia. Es un tema código del racismo. Cuando habla de los inmigrantes, delincuentes peligrosos, es un discurso racista contra cualquiera que no sea blanco de origen, peo sin soluciones. La valla ya la prometió hace muchos años y construyó un 2% y, por supuesto, México no pagó ni un peso. Y la deportación de todos los inmigrantes irregulares es incluso operativamente imposible. Por otro lado, Kamala Harris se extiende con el aborto en cada mitin, pero en gran medida es más bien simbólico, un tema código de los derechos de las mujeres, de igualdad de derechos, igualdad de oportunidades, igualdad de salario.
P. Algo se habla también de economía y política exterior.
R. Apenas se habla de lo importante. Trump propone básicamente aranceles exteriores y rebajar los impuestos y Harris propone aumentar los impuestos para más gasto público y social. Los dos en el fondo proponen más déficit público, lo cual generaría más deuda. Ahora mismo el déficit está en torno al 6% del PIB, que es el doble de lo que en la Unión Europea se permite, pero mientras el dólar sea la moneda global pueden ir aumentando la deuda. De política exterior se habla muy poco. Hay una cosa nueva en la política exterior de Estados Unidos: ya no se envían tropas a otro país, sobre todo tras los fracasos de Irak y Afganistán. Ahora, básicamente se mandan armas, armas que producen aquí las empresas privadas y se las venden al Gobierno. El Gobierno las vende o las regala, según el caso, a otros países, a costa del presupuesto público. El famoso complejo militar industrial sigue funcionando, aunque haya bajado mucho el gasto militar. Gane quien gane, el próximo presidente tendrá problemas para resistir la presión militarista.
P. Volviendo al tema de la polarización, estamos viendo en esta campaña un nivel de insultos y ataques personales que no habíamos visto en el pasado.
R. En sustancia, como de políticas públicas se habla poco, se recurre al ataque personal y a buscar el voto en contra. Tiene una cierta lógica, porque el votante está insatisfecho. Entonces, las campañas lo promueven y eso es la polarización.
P. Esta subida de tono, esta mayor polarización, remitirá si sale Donald Trump de la escena.
R. Si gana Kamala Harris, él ya ha dicho que no va a aceptar el resultado. Intentará repetir un 6 de enero, pero la gran diferencia es que la Casa Blanca ahora está en manos de los demócratas. Por tanto, el Gobierno puede ocupar la ciudad con la Guardia Nacional y el Ejército e impedir cualquier ataque de aquel tipo. Pero una vez pasado esto, el Partido Republicano se tendría que reinventar. No es imposible que durante un tiempo haya dos partidos: un partido MAGA y un partido conservador tradicional. Parece bastante previsible, pero a medio plazo tienen que reorganizarse y recrear el Partido Republicano o algo parecido. Esos dos partidos hace muchísimo tiempo que existen, pero en los primeros 80 años de la República, había otros partidos. Y ha habido terceros partidos otras veces, como el Partido Progresista, a primeros del siglo XX. Puede volver a haber una reestructuración de los dos partidos, según el resultado. Si pierde Trump, creo seguro que no se volvería a presentar dentro de cuatro años, así que habría que reinventar algo.
P. Si gana Trump, los demócratas también necesitarán reinventarse.
R. Con Biden habría sido un problema. Ahora, creo que ahora hay una nueva generación más joven, que ya está muy activa y muy al mando del Partido Demócrata. Entonces, ya hay gente preparada para reorganizar el partido, en caso de que pierda. Lo tienen mejor para perder, o menos mal que el Partido Republicano.
P. ¿Qué le parece que el hombre más rico del mundo se haya volcado de esta manera en la campaña electoral y esté dando dinero a la campaña de Trump?
R. Este país siempre es una sorpresa. Aquí puede ocurrir cualquier cosa. Tiene la gente más excelente, con Premios Nobel cada año, y la gente más imprevisible. Lo que me parece increíble es que los trumpistas hagan campaña en nombre de la clase obrera y propongan como una gran referencia al hombre más rico del mundo, que no es conocido por su generosidad precisamente. Es una paradoja bastante absurda. Dudo que tenga mucho efecto, la verdad porque el voto, como digo, es muy en contra. Los votantes ya están marcados. Yo creo que no puede haber casi nadie que no votara a Trump hace cuatro años que lo vote ahora y sí puede haber republicanos conservadores que lo votaron y que ahora no lo quieran votar. Este país está muy polarizado y es muy difícil para un votante normal cambiar de partido. Es muy difícil que alguien que votó a Trump, vote a Harris, porque se vive casi como una traición familiar, como ir contra sus propios principios, etcétera. Eso ocurre en general en todos los países, pero aquí más, porque solo hay dos partidos. Si hay muchos partidos, puedes votar al de al lado, que es parecido al que ya votabas. Aquí lo que puede haber, es que votantes de hace cuatro años se abstengan. Por otro lado, entre los demócratas hay más votantes nuevos, los jóvenes. Los nuevos votantes registrados son 50% demócratas y solo un tercio republicanos, así que ahí sí podría haber un apoyo adicional al de hace cuatro años. Pero una elección presidencial en Estados Unidos es imprevisible.
P. ¿Qué le parecen las encuestas?
R. Los encuestadores de agencias independientes dicen que con los teléfonos móviles es imposible hacer una muestra representativa porque el 99% no responden o no aceptan la entrevista. Si miras la ficha técnica de las encuestas del New York Times, por ejemplo, dice: Número de llamadas, 400.000. Número de entrevistas, 4.000. Solamente contesta una de cada 100. Ellos ponderan con lo que tienen con respecto a la población, pero eso no arregla el problema porque los que contestan son los más motivados, los más politizados, que quieren expresar su opinión. Y eso aquí es muy trumpista, así que creo que no es fiable para nada.
P. Pero en 2016 y 2020, más bien infravaloraron el voto trumpista.
R. Porque era un tema nuevo. Quizá este fenómeno es más reciente y general. En muchos han fracasado últimamente como en España, en Argentina o en Francia. Los teléfonos no permiten representar a la población.