El próximo presidente de los Estados Unidos podría no ser el candidato más votado por los ciudadanos. Los 260 millones de personas llamadas a las urnas este martes no eligen directamente a su candidato: conforman un colegio electoral cuyos representantes asumen la votación final. En 2016, Trump logró el 46% del voto popular, pero accedió a la Casa Blanca impulsado por el colegio electoral.
Esto ha ocurrido dos veces desde los noventa. La clave es cómo se asignan esos electores en la mayoría de Estados: el ganador del voto popular se los lleva todos.
El colegio electoral lo conforman 538 representantes que se distribuyen como muestra el mapa a continuación. La presidencia se logra con el apoyo de 270 de ellos. Por eso es determinante que se roce el empate en Estados como Pensilvania: el partido que logre la ventaja allí –por pequeña que sea–, suma sus 19 electores.
Hay dos excepciones en cuanto al reparto de los votos electorales. En Nebraska, dos van al ganador del voto popular y uno al ganador del voto popular en cada uno de sus tres distritos legislativos. En Maine, dos compromisarios son elegidos en cada distrito al Congreso y los otros dos, por voto popular en cada distrito.
En la mayoría de los Estados, no tendría que ser una sorpresa qué candidato se hace con los votos de los electores. Según las encuestas, el éxito de Kamala Harris es probable o muy probable en 22 de ellos. Y Trump lleva la delantera en otros 23. Este reparto delinea el voto de 445 de los 538 representantes del colegio electoral.
Pero la llave de la Casa Blanca la tienen los siete estados cuyo resultado es imprevisible. El igualado apoyo a demócratas y republicanos en Michigan, Pensilvania, Wisconsin, Nevada, Arizona, Georgia y Carolina del norte deja en el aire el voto de 93 compromisarios.
La historia electoral reciente retrata las oscilaciones de estos siete estados. En 2020, todos sus compromisarios auparon a Joe Biden a la presidencia. En los comicios anteriores, Donald Trump se hizo con seis de los siete estados y la demócrata Hillary Clinton ganó solo en Nevada.
Durante las décadas anteriores, el equilibrio fue menos cambiante. De hecho, Georgia, Carolina del Norte o Arizona fueron bastiones republicanos desde 1970 hasta 2016.