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En los últimos tiempos se ha instalado un intenso debate en la comunidad científica sobre el uso de determinados fármacos, agonistas del receptor GLP-1, como tratamiento para la reducción de peso. Estos medicamentos, principalmente orientados al tratamiento de la diabetes tipo-2, han demostrado ser eficaces no sólo para mejora el control de la glucosa en la sangre, sino también para adelgazar.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Y es que un reciente artículo publicado en la revista The Lancet, que destaca la importancia crítica de la masa muscular en el contexto de la pérdida de peso inducida médicamente, pone el foco en que estos medicamentos cada vez más célebres por su eficacia en el tratamiento de la obesidad, pueden inducir a una pérdida sustancial de músculo por encima de lo recomendado.
Los autores, pertenecientes a diferentes instituciones, subrayan que la pérdida muscular, medida por la disminución de la masa libre de grasa, puede suponer entre el 25 y el 39 por ciento del peso total perdido en un periodo de 36 a 72 semanas. Esta tasa de pérdida de masa muscular es significativamente superior a la que suele observarse con la restricción calórica no farmacológica o el envejecimiento normal, y podría tener consecuencias negativas no deseadas para la salud.
Y es que, a pesar de los prometedores beneficios metabólicos asociados a los agonistas de los receptores de GLP-1, entre los que se incluyen mejoras en las proporciones de tejido adiposo/tejido libre de grasa, los posibles efectos adversos de la pérdida de músculo están llamando cada vez más la atención. El músculo esquelético desempeña un papel fundamental no sólo en la fuerza y la función físicas, sino también en la salud metabólica y la regulación del sistema inmunitario.
La disminución de la masa muscular se ha relacionado con una menor inmunidad, un mayor riesgo de infecciones, una mala regulación de la glucosa y otros riesgos para la salud. Así, los autores sugieren que la pérdida de masa muscular debida a la reducción de peso puede agravar trastornos como la obesidad sarcopénica, que es frecuente entre las personas con obesidad y contribuye a empeorar la salud, incluidas las enfermedades cardiovasculares y las tasas de mortalidad más elevadas.
Adelgazar sí, perder músculo no
Aunque los efectos a corto plazo de la pérdida de masa muscular sobre la fuerza y la función físicas siguen sin estar claros, el artículo publicado en la prestigiosa revista aboga por futuras investigaciones que exploren cómo la reducción de la masa muscular podría mejorar la composición y la calidad del músculo. Los autores subrayan la necesidad de un enfoque más holístico del tratamiento de la pérdida de peso, que combine los agonistas de los receptores de GLP-1 con el ejercicio y las intervenciones nutricionales para preservar la masa muscular.
“Tenemos que ser conscientes de los efectos secundarios de los nuevos medicamentos para adelgazar, como que la persona coma menos mientras los toma y no ingiera la cantidad adecuada de vitaminas y minerales”, explica el Dr. Heymsfield, profesor de metabolismo y composición corporal del Centro de Investigación Biomédica Pennington, institución asociada a la Universidad Estatal de Luisiana.
“Además, cuando una persona pierde peso, no sólo pierde grasa, sino también músculo. Estamos estudiando cómo gestionar mejor esa pérdida de músculo con el consumo de una cantidad adecuada de proteínas junto con una cantidad óptima de ejercicio”, zanja el experto, consciente de que hay que garantizar que las intervenciones de pérdida de peso promuevan la salud general, incluida la preservación muscular, como parte de una estrategia integral para tratar la obesidad.
Así pues, más allá del uso de este tipo de medicamentos, la idea que debe prevalecer, incluso si no hay tratamiento farmacológico es que es peligroso que la pérdida de peso vaya acompañada de una pérdida de masa muscular. De ahí que se recomiende que al abordar el proceso no se haga sólo de la mano de la alimentación y también se incluya el ejercicio físico como parte de la solución. El músculo es salud. No lo olvidemos.
Álvaro Piqueras es experto en deportes y en el último lustro se ha especializado en fitness, nutrición y otros temas de salud. Trata de mantenerse al día en lo que se refiere a nuevas investigaciones y tendencias de los campos que domina para poder compartir con rigor la rutina de entrenamiento que puede inspirar un cambio en tus hábitos, las propiedades de los alimentos que deberían formar parte de tu dieta o los hallazgos científicos que pueden mejorar el bienestar físico y mental de personas como tú.
Comenzó su trayectoria en medios locales y regionales de la tierra de Don Quijote, concretamente en Albacete. De ahí dio el salto a medios de ámbito nacional tras un enriquecedor paso por una maravillosa agencia de publicidad independiente con nombre de canción de los Beatles (GettingBetter), aunque siempre mantuvo intacta su vocación periodística.
De ahí que persiguiera su sueño de trabajar para alguno de los principales grupos editoriales del país como Prisa, Vocento y ahora también Hearst. Quizá le hayas leído en la versión digital del Diario As, abordando infinidad de temáticas, o en ABC y otras cabeceras y revistas del grupo elaborando reportajes de branded content para grandes marcas, multinacionales e instituciones. Y si no has tenido la ocasión, este es el momento de hacerlo en Men’s Health y Runner’s World.
Como no podía ser de otra forma, confiesa ser un amante de la práctica deportiva y desde muy pequeño ha probado con disciplinas tan dispares como atletismo, fútbol, baloncesto, tenis, ciclismo o natación. Unas veces sintiendo la adrenalina de la competición, y otras simplemente disfrutando de los beneficios de la actividad física. Ahora le ha dado por los ejercicios funcionales y el boxeo porque tiene la certeza de que el saco es incapaz de devolverle los golpes.
Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Alicante, también posee formación específica en gestión y dirección de RRSS, planificación estratégica y diseño gráfico. Últimamente se ha adentrado en el universo de la inteligencia artificial generativa aplicada al periodismo, pero jura y perjura que no la emplea profesionalmente porque, entre otras consideraciones, sigue disfrutando de cada palabra que escribe tras 20 años de experiencia en el sector de la comunicación.