Con chaleco naranja y amarillo fosforescente, Donald Trump se subió este miércoles a un camión de la basura para sacar partido de un desliz del presidente Joe Biden sobre sus seguidores a seis días de las elecciones presidenciales.
“¿Qué les parece mi camión de la basura? Este camión es en honor de Kamala y Joe Biden”, dijo el candidato republicano a la Casa Blanca desde el asiento del pasajero.
Para él, su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, y Biden han ofendido a sus seguidores.
La polémica partió en realidad de los republicanos. Uno de los teloneros de un mitin de Trump en Nueva York dijo el fin de semana que Puerto Rico, un Estado libre asociado a Estados Unidos, es como una “isla flotante de basura”.
Hablando de ello, Biden afirmó: “La única basura que veo flotando ahí fuera son sus seguidores”. “Su demonización de los latinos es inconcebible y es antiestadounidense”, añadió.
El presidente intentó bajarle el tono al asunto diciendo que se refería “a la retórica odiosa sobre Puerto Rico lanzada por un partidario de Trump”.
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De poco sirvió. El comentario se ha convertido en un balón de oxígeno para el republicano y una losa para la vicepresidenta, que se desmarcó de su jefe diciendo que está “en desacuerdo con cualquier crítica a las personas basada en por quién votan”.
Trump aprovechó la ocasión. “Joe Biden finalmente dijo lo que él y Kamala realmente piensan de nuestros partidarios. Los llamó basura”, afirmó Trump en un mitin en Carolina del Norte y en otro en Wisconsin.
“Mi respuesta a Joe y Kamala es muy sencilla: no puedes dirigir Estados Unidos si no amas a los estadounidenses”, afirmó el expresidente republicano (2017-2021).
En el mitin de Wisconsin, el magnate vestía el chaleco sobre camisa blanca y corbata roja.
Bromeó con el público. “¿Dónde está mi chaqueta?”, cuenta que preguntó a su equipo para quitarse el chaleco, pero cambió de opinión cuando le dijeron que lo hacía parecer “más delgado”.
El republicano comparó esta situación con la vez en la que Hillary Clinton, su contendiente por la presidencia en 2016, afirmó que la mitad de los seguidores del republicano eran “lamentables”.
“Nos han llamado intolerantes racistas, deplorables fascistas, irredimibles, nazis, y a mí me han llamado Hitler”, se quejó este miércoles.
A pocos días de los comicios, aumenta el miedo a que el republicano rechace el resultado, como hizo en 2020, si pierde.
Más temprano, denunció “trampas” a “una escala nunca vista antes” en Pensilvania, uno de los estados clave para decidir quién será el próximo inquilino de la Casa Blanca.
La víspera afirmó en las redes sociales que suceden “cosas muy feas” en este estado, en el que perdió por solo 80.000 votos frente a Biden en los comicios de 2020, y pidió a la policía que haga “su trabajo, sin tardar”.
El viernes, las autoridades judiciales de un condado de Pensilvania anunciaron la apertura de una investigación sobre un lote de 2.500 solicitudes de inscripción electoral que contenían información de identidad incorrecta. Se están haciendo verificaciones en otros condados, según la prensa local.
Durante el mitin en Carolina del Norte, Trump, de 78 años, estimó que “si Dios bajara de lo alto” para supervisar el escrutinio él podría ganar en California, un bastión demócrata.
“Me va muy bien con los hispanos, creo que ganaría”, dijo. Y volvió a atacar los medios de comunicación: “La otra cosa que necesitamos es una prensa honesta y respetada, no la tenemos”.
Harris, de 60 años, también estuvo en Carolina del Norte y en Wisconsin, dos estados clave junto con Pensilvania, Nevada, Míchigan, Georgia y Arizona.
“Luchamos por una democracia y, a diferencia de Donald Trump, no creo que las personas que no están de acuerdo conmigo sean el enemigo”, afirmó la exfiscal en sus mítines.
La que puede convertirse en la primera mujer negra presidenta de Estados Unidos prometió “poner al país por encima del partido”. Un mensaje que repitió en Pensilvania.
“Todo el mundo tiene derecho a ser escuchado, pero ahora mismo estoy hablando yo”, soltó no obstante a unos manifestantes que la increpaban.
Los artistas se vuelcan con la vicepresidenta. A la larga lista se sumó el actor y exgobernador republicano de California Arnold Schwarzenegger.