Este es el principal dato del informe elaborado por Ikertalde a petición de Ayuntamiento de Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia y Gobierno vasco para medir el alcance del evento “desde un punto de vista económico, social, medioambiental y mediático”.
Esos 23 millones de euros suponen un retorno sobre la inversión que “multiplica por 17 el presupuesto aplicado” entre las tres instituciones vascas para promover la celebración del partido europeo femenino más importante de la temporada a nivel de clubes. “Ha supuesto una adición al PIB de Euskadi de 13,18 millones de euros y un retorno económico directo en la administración de 4,37 millones de euros”, destaca el texto.
En el desglose de los ingresos “más de 2,9 millones proceden de la contratación de los servicios, otros casi 2,7 millones de la estancia y gastos por personas por motivos organizativos, 8,8 millones al gasto de las personas asistentes al partido –pernoctaciones, hostelería, comercio, transporte o actividades turísticas– y más de 1,1 millones en gastos de las personas que se sumaron a la ambientación”. “Los restantes 7,4 millones son los referentes a las producciones intermedias desencadenadas por estas inyecciones económicas a lo largo de la cadena de valor intersectorial”, añaden.
A nivel social, además de las 50.827 personas que vieron la final en La Catedral, récord de asistencia en una final femenina, el informe calcula que 21.691 personas participaron “en las diversas zonas con ambiente generadas ese día a pesar de no tener entradas”.
Se cuantifica una movilización de 72.518 aficionados. “Un 28% de las personas eran catalanas” y el 65,4% del total “no procedían de Euskadi”. Pernoctaron en Euskadi 33.719 personas, el 84% en Bizkaia, y el público local aportó una participación de unas 25.000 personas.