Convertida en la gran pandemia del siglo XXI, los casos de obesidad aumentan cada día sin que parezca que haya un remedio efectivo para frenarlos y la salud de una de cada ocho personas en el mundo está condicionada por el exceso de peso.
De hecho, casi un tercio de los habitantes del planeta tienen sobrepeso y, en el caso de Aragón, el porcentaje de hombres obesos es del 19 % y el de mujeres del 18,4 %, según los últimos datos publicados por el Centro Nacional de Epidemiología (Instituto de Salud Carlos III) y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición. Sin embargo, sigue habiendo una visión muy simplista acerca de esta enfermedad y, en muchos casos, se señala a los obesos como personas sin voluntad, que en ocasiones recurren a soluciones “milagrosas” para hacer frente a sus kilos.
“La obesidad es una enfermedad crónica, compleja, con recaídas y es de origen multifactorial. Si bien para que se produzca un exceso de peso el aporte calórico debe superar al gasto energético, en este desequilibrio intervienen múltiples factores, algunos intrínsecos de la persona (causas genéticas, fisiológicas, hormonales, alteraciones del sueño…) pero también factores extrínsecos: ambientales, psicológicos, socio-económicos, culturales o políticos, entre muchos otros. Es por ello que no debemos estigmatizar ni culpabilizar al paciente que tiene obesidad”, explica Beatriz Lardiés, facultativo especialista de área en el Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.
“La obesidad es una enfermedad crónica, compleja y con recaídas, en la que intervienen, también, factores extrínsecos”
Y entre todos los condicionantes que influyen en el sobrepeso, el sedentarismo ocupa un lugar muy destacado, de hecho, la doctora Lardiés asegura que “juega un papel clave en una gran parte de los casos de obesidad, ya que la falta de actividad y de ejercicio físico no solo conlleva un menor gasto calórico, sino que, además, potencia la pérdida de masa muscular que se produce de forma fisiológica con la edad”.
En este caso, hay que recordar que el músculo es un órgano endocrino y que cuanta más masa muscular tengamos más calorías vamos a quemar. “Como primera medida, en todos los pacientes se debe fomentar la reducción del comportamiento sedentario mediante el incremento de actividades cotidianas o de ocio que aumenten el gasto calórico, como puede ser caminar, subir tramos de escaleras… Y, por supuesto, tenemos que prescribir la realización de ejercicio físico de forma regular, progresiva y mantenida”, explica la especialista.
Otras veces, aunque no suele ser lo habitual, muchos pacientes sufren un aumento de peso repentino sin una causa aparente justificada. En estas situaciones, siempre hay que descartar que exista una patología hormonal (sobre todo hipotiroidismo y exceso de cortisol). “Hay que destacar que, cuando esas causas hormonales son tratadas, el peso deja de estar afectado por ellas”, ahonda.
En la práctica totalidad de los casos y antes de recurrir a la cirugía, los expertos recomiendan a los pacientes con obesidad estrategias nutricionales. “Las dietas que reportan mejores resultados, tanto a corto, medio y largo plazo, son todas aquellas que tienen como objetivo disminuir la inflamación a través de pautas nutricionales saludables y actividad física diaria”, señala la nutricionista zaragozana María Pérez Maldonado.
Dietas en las que prima el consumo de alimentos vegetales, tanto frescos como cocinados, pescados, frutos secos naturales, legumbres y cereales integrales. “Todos estos grupos de alimentos, además de aportar los macro y micronutrientes necesarios, tienen fibra, que ayudará a controlar el hambre y mejorará el perfil lipídico que, en muchas ocasiones, dada la cronicidad de la obesidad, se ve afectado”, ahonda.
“Las dietas que reportan mejores resultados, tanto a corto, medio y largo plazo, son todas aquellas que tienen como objetivo disminuir la inflamación”
Pero, ¿es complicado para estas personas seguir estas dietas? ¿Por qué fracasan en muchos casos? En los pacientes con obesidad, la educación nutricional es fundamental. “Hay que derribar mitos, apoyarles, comprenderles y, sobre todo, saber que vamos a reeducar personas, creando nuevos hábitos de vida y desterrando otros. Y esto siempre lleva tiempo. Para todas las personas que quieran cambiar hábitos en su alimentación, lo idóneo es recurrir a profesionales cualificados para ello y tener un compromiso consigo mismo”, indica María Pérez.
La pastilla milagrosa, siempre con receta médica
En otros casos, antes de recurrir a la cirugía, se exploran otras alternativas. Es el caso, por ejemplo del Ozempic, un medicamento, considerado casi milagroso que, en el caso de España, está únicamente indicado para pacientes diabéticos con obesidad, por lo que se dispensa siempre con receta médica, tal y como dispuso la Agencia Española del Medicamento, y necesita, además, visado de inspección si está financiado por la Seguridad Social. En estos momentos, en las farmacias hay problemas de suministro de algunas dosis de este fármaco, pero hay alternativas en comprimidos (Rybelsus), por lo que el paciente se deriva al médico para que le prescriba esta forma farmacéutica.
“No es una pastilla mágica a la que recurramos para perder peso sin tener que hacer ningún esfuerzo. Es importante insistir en que a la obesidad es una situación patológica, multidisciplinar y factorial. Por eso, hay que atacarla desde todos los frentes posibles, con un tratamiento adecuado y aprendiendo a gestionar todo: la alimentación, el ejercicio y los fármacos, para hacer que nuestra salud sea buena y no enfermemos”, indica Raquel García, presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Zaragoza.
García asegura que, en muchos casos, este medicamento ha desplazado a otro tipo de terapias más invasivas, como las cirugías. “Hay pacientes a los que se les ha dispensado este fármaco y no han tenido que operarse. La ciencia avanza cada día más y el Ozempic presenta una gran potencialidad, no solo en el caso de los pacientes que necesiten adelgazar, sino también en otras patologías, como el alzhéimer o las enfermedades cardiovasculares. No obstante, hay que esperar todavía para ver cómo avanza en el ámbito de la salud”, aclara.
¿En qué momento se puede recurrir a la cirugía?
Cuando todo lo anterior no da los resultados esperados, o incluso antes, algunas personas acuden a la cirugía bariátrica, a la que pueden recurrir pacientes con un índice de masa corporal (IMC) superior a 40 kg/m². Es decir aquellos con obesidad mórbida.
“Como no hay líneas rígidas, algunos pacientes con cifras de obesidad por encima de 35 kg/m² y otras enfermedades asociadas (lo que se llama comorbilidades, como la hipertensión arterial o la diabetes) pueden ser indicados para esta cirugía. Por debajo de esas cifras no está marcada la cirugía. Para esas personas, que son la mayoría de los obesos, disponemos de otros procedimientos para tratar su enfermedad, como los métodos endoscópicos” explica el doctor Carlos Silva, especialista en Endoscopia Digestiva Avanzada de HC Miraflores.
Dentro de los procedimientos quirúrgicos las técnicas mas habituales se basan en el conocido by-pass con sus diferentes modificaciones. “Últimamente se le da gran importancia al papel que juega el paso del alimento por el duodeno (la primera parte del intestino delgado) y, por ello, los procedimientos suelen buscar el derivar el paso del alimento para evitarlo, ya que parece darse un importante papel metabólico en este tramo del intestino”, apunta el doctor, quien recuerda que una buena dieta y cambiar el estilo de vida no solo ayuda, sino que es “parte básica y fundamental del tratamiento. Sin ellos la cirugía sola esta abocada al fracaso. El apoyo al paciente y los cambios de estilo de vida, junto a una dieta controlada, permitirán siempre los mejores resultados”.
Consejos para no fracasar con la dieta
Vivir más sanos
El primer consejo es entenderla como un cambio, no solo para mejorar la parte estética de nuestro cuerpo, sino para “asegurarnos un envejecimiento saludable”, apunta la nutricionista zaragozana María Pérez Maldonado.
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Vegetales y frutas
Es importante consumir más vegetales frescos, fruta, verdura y hortalizas de temporada. “Al tomar estos alimentos, que ayudan a controlar el hambre, reducimos el consumo de otros menos saludables, como la bollería”, señala.
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Desayuno proteico
Hay que comenzar siempre las mañanas con un desayuno rico en proteína. Por ejemplo, unas tostadas de pan integral con jamón serrano o queso, acompañando de una pieza de fruta. Con este simple cambio, vamos a controlar mucho mejor el hambre a lo largo del día y nos notaremos mas saciados hasta la hora de comer.
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