La última vez que David Alvargonzález habló en Grado, hará unos dos años, lo hizo sobre el concepto de arte abstracto y la música sinfónica. Este profesor de Filosofía de la religión en la Universidad de Oviedo disertará este sábado en una mesa redonda sobre “El papel de la religión en nuestro presente”. Una cuestión que abordan las séptimas Jornadas de Filosofía que promueve el Ayuntamiento de Grado y la Asociación de Filosofía y Letras del concejo.
-¿Por dónde se empieza a analizar el papel de la religión?
-Para una perspectiva no religiosa como la mía, que no soy creyente, el problema de por qué empiezan las religiones no deja de ser algo enigmático. Si resulta que Dios no existe, desde los presupuestos del que no es creyente, ¿por qué surge ese tipo de institución que gira en torno a la idea de Dios? Esa es una cuestión típica de las filosofías ateas. Por otra parte, también habrá otro bloque sobre el papel de las religiones en el presente. A eso se enfoca la mesa redonda, de la que también participará Iñigo Ongay
-¿Es el de la religión, actualmente, un papel protagonista?
-Las religiones van cumpliendo funciones distintas a lo largo de la historia. No es lo mismo las funciones que tuvieron en el paleolítico, o en los Estados dinásticos del Egipto faraónico, que las que tuvieron en la Edad medieval europea. La religión va adaptándose al terreno.
-Aparentemente, en líneas generales, pierde adeptos… ¿pierde con ello poder?
-En el caso de España es muy evidente. Veníamos, hace cuarenta años, de un Estado nacional católico, donde la religión estaba muy incardinada en el poder político. Con la monarquía parlamentaria eso se relaja y se pierde poder. En esa esfera, no en otras. Sigue teniendo poder económico e ideológico, las cosas no desaparecen de un día para otro. Hay una pérdida de poder político directo. Antes medio Opus Dei eran ministros. Pero hay que darse cuenta de que la iglesia sigue teniendo, para empezar, mucho patrimonio, hospitales, centros educativos, centros de asistencia social…
-¿Cuál es su mayor problemática?
-La dificultad mayor que tiene ahora la Iglesia, en España, es la falta de personal. De vocaciones, que le dicen. El factor humano en una empresa de estas características es muy importante. La Iglesia es un conjunto de fieles y pastores, y si no hay pastores es difícil de gestionar. Esa, más que la pérdida de poder político, es la dificultad mayor de la Iglesia católica actualmente, y seguramente no solo en España sino en el mundo. Hay un problema de captación de personas.
-Hay quién dice que esa problemática se aliviaría aceptando y dando mayor protagonismo a las mujeres
-El papel de las mujeres en la Iglesia Católica es un problema. Se está convirtiendo en algo verdaderamente muy disfuncional. La iglesia Católica ha tenido una capacidad de adaptación al medio muy importante a lo largo de los siglos. No sé si la están perdiendo…
-Lo que sí ha cambiado es la sociedad…
-En el caso de las mujeres es muy evidente. La Iglesia Católica es una organización que, internamente, tiene una discriminación por sexo muy evidente. Los mandatarios tendrían que preguntarse hasta qué punto esa discriminación por sexo es central en el mensaje del cristianismo y si compromete ese mensaje. Porque si no lo compromete se podría cambiar. Podría seguir habiendo un cristianismo que no hiciera esa discriminación y que creyera en Dios Padre, el Espíritu Santo, los Sacramentos y todo lo demás. Lo digo con todo el respeto, esa es una reflexión que se puede hacer desde un punto de vista teológico. El mensaje de los Evangelios y de Jesucristo ¿puede mantenerse tal cual eliminado la discriminación que hay por razón de sexo en la Iglesia? Da la impresión de que sí. En ese caso, si el mensaje no sufre, es más, se vería potenciado, porque al fin y al cabo todos somos hijos de Dios, habría que adaptarse al terreno. Pero esa es mi opinión. Lo que está claro es que la revolución feminista no va a dar marcha atrás y la igualdad entre hombres y mujeres cada vez será no solo formal, sino que estará más implantada materialmente.
-¿Qué otros problemas ve en el presente del cristianismo?
-Las relaciones de las iglesias con los estados políticos son otra cuestión muy interesante. Porque el Estado en principio no tiene religión, pero eso no quiere decir que un partido político no pueda tener un programa que esté alineado con una religión. En España no se da la circunstancia, pero imagínese que hubiera un partido cristiano, que tuviera una política alineada con la religión cristiana. Podría ser posible y, de hecho, es extraño que no ocurra, porque España es un país de tradición católica, que tiene muchas instituciones ligadas a la Iglesia. Ese partido tendría sus votantes. La iglesia católica si quiere tener implantación política tiene que hacer un partido que sea cristiano. En el Estado de Partidos la estructura es así.
-¿Por qué no existe ese partido?
-Creo que es una especie de complejo. Como se viene del Estado nacionalcatólico anterior, todo el mundo se quiere desmarcar de ello. Pero ese Estado duró desde el final de la guerra hasta el año 1975 y la Iglesia Católica tiene 2.000 años. Estamos hablando de otras magnitudes. A lo mejor a quienes diseñan los partidos políticos les parece que esto no tendría éxito… Hay partidos de derechas que están cercanos a las posiciones del catolicismo, pero tampoco se puede decir que sean cristianos en sentido estricto. Podemos enlazar con lo que decíamos antes. Si tu te alineas con el cristianismo católico que está dejando a media población fuera, porque son mujeres, no vas a tener el voto de esa media población. Hoy por hoy, en el mundo católico no hay partidos cristianos. La iglesia está dimitiendo de presentar batalla política abierta. Los cristianos no tienen un partido político cristiano al que votar.
-¿No existen, entonces, los estados laicos?
-El estado tiene que ser neutral con respecto a la religión. Y lo es. Pero ese Estado está gobernado por un partido político que no es neutral. Y no tiene que serlo, por eso es un partido. Ese partido puede favorecer a una religión y entorpecer a otra, porque la primera se alinea mejor con su programa que la segunda. Y eso no tiene nada de particular. Los que votan ya saben que es así. La idea central es que, aunque el Estado sea laico, el partido político no tiene por qué ser neutro con respecto a la religión. Igual que frente a cualquier otra cosa.