«Durante cinco días las familias cubanas estuvieron privadas, salvo pocas horas, de electricidad, con la ansiedad de que los alimentos se echarían a perder y no sería posible o muy costoso reponerlos, y muchas de ellas carecieron de agua corriente», así comenzó su intervención el miembro del Buró Político y ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, al referirse a los días entre el 20 y el 23 de octubre, de este año, cuando la crisis electroenergética del país alcanzó un punto álgido, tras la desconexión del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
El canciller cubano señaló que, debido a dicha situación, se paralizaron las empresas, los centros médicos solo trabajaron con los equipos de emergencia y se suspendieron todo tipo de actividades sociales, incluyendo la educación. La economía se detuvo.
Añadido a esto, durante el apagón, el huracán Oscar golpeó al Oriente del país y pese a la labor de la Defensa Civil de Cuba, fallecieron ocho personas, en tanto dos se encuentran desaparecidas.
El diplomático destacó que, a pesar de tales condiciones, fue impresionante la serenidad, comprensión y apoyo del pueblo, quienes, unidos a 52 000 trabajadores del sector eléctrico, laboraron junto a las diferentes organizaciones en pos de retomar la estabilidad del SEN.
Esta coyuntura, acentuó, fue causada por la falta de combustible, a debido al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos, que ha arreciado la persecución financiera contra las operaciones de la Isla en este sector. Subrayó que, aunque se superó la grave contingencia eléctrica, la normalidad de los cubanos incluye frecuentes apagones que dificultan su vida diaria.
Bruno Parrilla destacó que las medidas de máxima presión del Gobierno de EE. UU. están dirigidas a asfixiar a Cuba, lo que demostró con cifras que ilustran los daños que el pueblo cubano sufre a causa de esta política. Dijo, como ejemplo, que 18 días de bloqueo bastarían para acceder a las piezas de repuesto para sustituir los daños de las termoeléctricas y poder recuperar el sistema.
«El Gobierno de Biden suele declarar que ayudar al pueblo cubano es su política. ¿Quién puede creerlo?», dijo, al calificar lo que hace la administración estadounidense como un intento de sabotear el desarrollo cubano.
El Estado cubano trabaja incansablemente para encontrar soluciones a las tensiones que vive, lo que resulta sorprendente si se tiene en cuenta que, bajo nuestras condiciones extremas, Cuba construya una obra social reconocida a nivel mundial.
A su vez, denunció que, con el bloqueo, el imperialismo advierte que toda nación que intente defender su soberanía pagará el precio.
«EE. UU. conoce perfectamente que viola la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional», así como que su política «es un crimen que afecta a las familias cubanas», agregó.
«¿Cómo sería Cuba de haber contado con los más de 160 000 millones de dólares de los que nos ha privado el bloqueo?», cuestionó. «Los montos son exorbitantes para cualquier nación, pero más para una isla pequeña, sin grandes recursos naturales».
«Más del 80 % de nuestra población solo ha conocido una Cuba con bloqueo. Todos los jóvenes han sufrido los daños», lamentó, al tiempo que agregó que esto ha llevado a que gran cantidad de cubanos opte por la migración.
Por otro lado, Rodríguez Parrilla sentenció que «el derecho humano a la salud debería ser sagrado». De hecho, ilustró, con el dinero del que se priva Cuba bastarían solo 25 días para garantizar por un año fármacos de primera.
Tan solo 15 minutos de bloqueo, menos de lo que tardará este discurso, equivale a un monto monetario que pudiera utilizarse para acceder a las prótesis auditivas para niños, recalcó.
El diplomático remarcó que Washington conoce perfectamente bien el impacto directo o indirecto que tiene sobre el Sistema de Salud cubano y no puede ocultar que su objetivo es, con plena conciencia, causar daño a la población.
«Es un castigo colectivo proscrito por el derecho internacional y el derecho internacional humanitario», sentenció.
Asimismo, se refirió a que en agudo contraste a la inclusión de Cuba a la lista de países supuestos patrocinadores del terrorismo, persiste la tolerancia ante algunas acciones terroristas contra la nación caribeña, un argumento más de lo infundada que es esta política y de que su retórica es otro instrumento de coerción.
«La comunidad internacional reconoce que Cuba no debería estar en esa lista», añadió.
De igual manera, explicó que el bloqueo se acompaña y complementa de una maquinaria tóxica de desinformación sistémica, instigación a la violencia, pesimismo y desconfianza, con lo que tratan cínicamente de desestabilizar al Gobierno y aumentar el cerco contra la población, el colapso económico y la explosión social, siguiendo la pauta de Lester D. Mallory, el Vice Secretario de Estado Asistente para los Asuntos Interamericanos que, el 6 de abril de 1960 firmó el memorándum secreto que define la filosofía del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba.
Dicho modelo consistía –argumentó– en asfixiar por todas las vías posibles al Estado y pueblo cubanos hasta lograr su objetivo: la rendición de la Revolución cubana.
En pocos días habrá elecciones presidenciales en EE. UU. –dijo– y tendrá el Gobierno entrante la elección de decidir si continuar la doctrina impuesta hasta el momento o de darle la oportunidad a la Isla de obtener un desarrollo pleno de su sociedad. Cualquiera que sea la decisión se encontrarán con un pueblo y gobierno dispuesto a defender la soberanía y la autodeterminación, alertó.
Envió, además, un mensaje firme, respetuoso y claro al Presidente de EE. UU. para que utilice sus prerrogativas y cese el abuso y la injusticia que significan más de 60 años de esta agresión contra la Isla.