- Para Europa, el magnate supone un riesgo de aumento de la volatilidad a corto plazo
- Quienes tengan exposición a sectores sensibles, deben evaluar estrategias de diversificación
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Dentro de una semana sabremos si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca o si Kamala Harris será la primera mujer presidenta de Estados Unidos. Sin embargo, si Trump gana las elecciones, desde Edmond de Rothschild prevemos cambios en la política comercial de EEUU. En el pasado, Trump giró hacia una política proteccionista, aumentando aranceles y ha dejado claro que pretende seguir en ese enfoque.
En esta ocasión, planea imponer un arancel universal del 10% al 20% en todas las importaciones, lo que sería un incremento relevante respecto al arancel promedio actual del 2%. Además, ha insinuado que los productos que lleguen de China podrían tener que asumir aranceles de hasta el 60%, un impacto que tendrá graves consecuencias que no solo afectarán a China, sino también a socios comerciales clave como la Unión Europea. Este enfoque podría tener un efecto disruptivo en las relaciones comerciales internacionales, afectando a sectores clave como son el automóvil y el tecnológico. Según cifras, las importaciones americanas desde la UE en 2023 alcanzaron los 450.000 millones de dólares, y cualquier arancel adicional encarecería significativamente esos productos, afectando tanto a los consumidores estadounidenses (aunque estos se beneficiarían de los recortes del impuesto sobre la renta) como a las empresas europeas exportadoras; de alguna manera generando un efecto inflacionista en EEUU, al menos a corto plazo.
Para Europa, Trump supone un riesgo de aumento de la volatilidad a corto plazo. El miedo a retomar la guerra comercial, junto con la incertidumbre política, podría arrastrar la caída de algunos sectores europeos, particularmente orientados a la exportación. Además, la incertidumbre política en torno a una posible retirada o debilitamiento del compromiso de EEUU con la OTAN, especialmente en medio del conflicto entre Rusia y Ucrania, añadiría más presión a los mercados. La preocupación de que Trump pueda reducir el apoyo militar a Europa, sumada a la posibilidad de que busque un rápido acuerdo con Rusia, podría desestabilizar los mercados financieros europeos, ya que, para Europa, la seguridad regional es crucial para la estabilidad económica.
Sin embargo, históricamente los mercados tienden a recuperarse tras las elecciones, independientemente del resultado, pero el nivel de incertidumbre que acompañaría a una victoria de Trump podría prolongar la volatilidad durante algún tiempo, especialmente si se intensifican las tensiones comerciales en los mercados europeos y emergentes. El mercado estadounidense, por otro lado, podría reaccionar positivamente con los esperados recortes fiscales prometidos por Trump.
Así pues, una administración de Trump con políticas comerciales agresivas podría reducir drásticamente la inversión extranjera directa de EEUU en Europa. Las tensiones comerciales y los mayores aranceles incrementarían el riesgo e incertidumbre para las empresas americanas que operan en Europa, especialmente en sectores como el del automóvil, el tecnológico y el farmacéutico.
Bajo una administración liderada por Trump, la relación comercial entre EEUU. y la UE estaría marcada por el proteccionismo y una mayor rivalidad económica. Trump ha defendido un enfoque unilateral con el America First, de ahí el uso de aranceles para nivelar el terreno de juego en los intercambios comerciales, lo que probablemente significaría que las exportaciones de la UE, particularmente en sectores como el del automóvil, maquinaria y productos electrónicos, estarían en el punto de mira de nuevas cargas arancelarias. Trump ya amenazó en el pasado con imponer un arancel del 25% a las exportaciones de automóviles europeos, lo que representaría un coste adicional muy relevante para los fabricantes europeos, en un momento donde la competencia china acelera con el desarrollo de vehículos eléctricos. También es probable que utilice los aranceles como una herramienta de negociación para presionar a la UE a hacer concesiones en otros sectores, como agricultura, donde EEUU ha intentado durante mucho tiempo obtener un mayor acceso al mercado europeo. Además, el enfoque de Trump hacia la desregulación en EEUU, especialmente en sectores como el energético, pero también el sector sanitario y tecnológico, podría aumentar la competitividad de las empresas americanas frente a las europeas. Esto podría empujar a la UE a endurecer sus propias políticas comerciales y adoptar represalias, lo que afectaría negativamente la relación.
En 2023, las exportaciones de la UE a EEUU representaron algo más del 2,5% del PIB de la Unión, mientras que las exportaciones de EEUU a la UE solo equivalieron al 1,5% de su PIB. Aun así, la inversión de empresas americanas estuvo cerca de 3 billones de dólares en Europa, siendo el primer destino de las multinacionales americanas. Pero esta dependencia asimétrica pone a Europa en una posición más vulnerable frente a las políticas proteccionistas de Trump. Además, la necesidad de Europa de mantener una relación comercial con China podría verse comprometida si EEUU. intensifica la presión para que Europa siga sus pasos en la restricción de intercambios con China. Por el lado de la administración americana, la victoria de Trump podría aumentar el déficit fiscal de EEUU a una horquilla de entre 6 y 7,5 billones de dólares de aquí a 2035 (según distintos modelos), lo que presionaría la estabilidad económica, afectando indirectamente a inversiones en Europa.
Si hablamos de sectores, los más vulnerables a una victoria de Trump serían aquellos que dependan en gran medida de exportaciones a EEUU. Como, por ejemplo, el sector automovilístico. Si consideramos que las exportaciones de este sector alcanzan un valor al año de más de 60.000 millones de euros, al imponer un arancel del 25% sobre vehículos -como se ha sugerido- esto podría reducir significativamente la competitividad de fabricantes europeos como Volkswagen, BMW y Mercedes en el mercado americano. Lo que, presumiblemente, afectaría tanto a ventas como márgenes de beneficio. Porsche, que fabrica principalmente en Alemania, podría verse aún más afectada. El sector de consumo discrecional también se vería afectado.
Europa exporta lujo y bienes de consumo. Empresas como Louis Vuitton o Gucci podrían enfrentarse a una menor demanda debido al aumento de precios en el mercado americano. Igualmente, las empresas que dependen de cadenas de suministro globales, como Apple, podrían enfrentarse a aranceles en componentes europeos y chinos, lo que pondría en peligro la rentabilidad de sus operaciones en Europa.
Además, el sector de energías renovables también podría sufrir bajo la administración de Trump. Empresas como Siemens o Schneider Electric, que están fuertemente invertidas en energías limpias y electrificación, podrían verse perjudicadas si EEUU reduce su apoyo a las energías renovables en favor de los combustibles fósiles. Esto afectaría el impulso global hacia la transición energética, particularmente en Europa, donde los esfuerzos por combatir el cambio climático han estado en los primeros puntos de las políticas gubernamentales.
Es cierto que la UE ha estado trabajando para diversificar sus relaciones comerciales y reducir su dependencia de EEUU en previsión de una posible repetición de las políticas proteccionistas de Trump. En los últimos años, la UE ha firmado acuerdos comerciales con países como Japón y Canadá y ha intensificado sus esfuerzos para cerrar acuerdos con países de América Latina y Asia. Además, la UE está fortaleciendo sus cadenas de suministro internas, particularmente en sectores críticos como la tecnología y las energías renovables, para mitigar efectos de una posible guerra comercial con EE.UU.
En este sentido, el programa de inversión del Green Deal europeo, que moviliza más de 1 billón de euros para impulsar la transición energética, es un claro ejemplo de cómo la UE está preparando sus economías para resistir los impactos negativos de políticas proteccionistas en EEUU. Por otro lado, también se espera que la UE utilice aranceles de represalia, como lo hizo durante las disputas comerciales previas con la administración Trump. Estos aranceles se dirigirían a productos clave americanos, como motocicletas, moda y productos agrícolas, lo que podría aumentar las tensiones y desencadenar una guerra comercial a gran escala.
A nivel de inversión, hay tener en cuenta una serie de factores clave al evaluar el impacto de una victoria de Trump. En primer lugar, la política fiscal, incluido el recorte de impuestos a las empresas, podría beneficiar a ciertos sectores en EEUU. En el caso del sector financiero, con nueva desregulación, menor control de monopolio o liberalización del sector de criptoactivos o el sector de consumo discrecional, menores impuestos o energético tradicional, con menor regulación a temas medioambientales. De esta forma, la política de Trump trasladada a empresas americanas podría impulsar los beneficios por acción (BPA) en el SP 500 a corto plazo en un 3% a 4%, mientras que una victoria de Harris podría reducirlos cerca de un 6% a 8%.
Por otro lado, administración de Trump va a presionar a los países europeos para que restrinjan sus intercambios con China, lo que podría poner a Europa en una situación complicada, ya que China es un socio comercial clave. Por lo tanto, los inversores deben estar preparados para una mayor volatilidad en algunas partes del mercado y aquellos con exposición a sectores sensibles a las tensiones comerciales, deberán evaluar estrategias de diversificación o mitigación temporal de este evento.