El 24 de octubre de 2024, la Iglesia Católica celebra la memoria de varios santos y beatos que, a lo largo de la historia, han dejado una huella profunda en la vida cristiana. Estos santos son recordados por su fe, entrega y compromiso con los valores del Evangelio. El más importante es San Antonio María Claret.
S. Antonio María Claret, obispo, fundador de la Congregación de los Hijos del Corazón Inmaculado de María
Antonio nació en Sallent, un pequeño pueblo cerca de Barcelona, en 1807, en el seno de una numerosa familia. Fue educado de manera profundamente cristiana y se distinguió inmediatamente por su devoción a la Virgen y a la Eucaristía y, como sucede a menudo en las las familias numerosas, tuvo que ayudar a su sostenimiento: así que se dedicó a la actividad de tejedor junto con su padre. Sin embargo, Antonio ya sabía que su lugar estaba en otra parte.
Encontrar el propio camino
En 1829 finalmente logró entrar en el seminario de Vich. Ordenado sacerdote en 1835, se fue a Roma: su ideal era partir para la misión. Al principio se dirigió a las oficinas de Propaganda Fide, el Departamento o Sección del Vaticano que se encargaba de las misiones, pero allí sólo consiguió hacer un curso de ejercicios espirituales con un jesuita que lo orientó hacia la Compañía de Jesús. Entró al noviciado jesuita, pero debido a una enfermedad, tuvo que volver a España, donde pasó siete años perfeccionandose en la predicación en toda Cataluña y las Islas Canarias, ganándose también una grande reputación de taumaturgo.
Antonio tenía también un talento excepcional para el arte de la oratoria y era muy convincente por su testimonio coherente y por su límpida vida ascética: siempre caminaba a pie, como un peregrino, con una Biblia y un breviario en mano. En 1849 decidió fundar una nueva Congregación de misioneros, los Hijos del Inmaculado Corazón de María que consagró a la Virgen. Congregación muy perseguida durante la Guerra Civil Española, ya que de hecho, 271 de ellos murieron como mártires de la fe.
Finalmente en misión: Pastor en Cuba
Su sueño de ir en misión finalmente pudo hacerse realidad: nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba – ciudad de la Nueva España que todavía estaba bajo la debilitada corona española – llegó allí en 1851, encontrando una diócesis muy desorganizada por la prolongada ausencia de un pastor: clero pobre y poco preparado, un seminario arruinado, iglesias descuidadas. Inmediatamente se puso manos a la obra: celebró un sínodo diocesano, estableció la obligación de los ejercicios espirituales para los sacerdotes, hizo retornar a los religiosos expulsados del país y, sobre todo, viajó por todo su territorio, visitando incluso los rincones más escondidos.
También combatió la injusticia y la pobreza difusas, pero su caridad pastoral que ponía en evidencia los atropellos de los corruptos le atrajo no pocos enemigos: en Holguín fue herido en un atentado a su vida. Con la ayuda de la Venerable María Antonia Paris, en 1855, fundó en Cuba la rama femenina de la Congregación: las Religiosas de María Inmaculada, las Misioneras Claretianas.
Su regreso a Europa y los últimos años
En 1857 la Reina de España llamó Antonio para que regresase a Madrid pues lo quería como su confesor. En aquel entonces, se respiraba ya el clima del declino español, pues sus colonias se estaban independizando y el Segundo Imperio Francés estaba extendiendo su influencia en Africa y Europa. Como los obispos de las colonias todavía seguían dependiendo de la monarquía española, Antonio no pudo hacer otra cosa que obedecer a la Reina. Ligado fuertemente a la corona española, en 1868 Antonio tuvo que acompañar también luego a la Reina en su exilio a París, donde continuó su predicación.
En Roma participó luego en el Concilio Vaticano I, y allí defendió la infalibilidad del Papa en materia de fe y costumbres. Finalmente también fue perseguido pero se refugió en el monasterio de Fontfroide, cerca de Narbona, donde murió en 1870.
En el rito de la canonización celebrado por Pío XII el 8 de mayo de 1950, el Papa lo recordaba así: “Modesto en apariencia, pero capaz de imponer respeto a los grandes de la tierra; fuerte en carácter, sin embargo, dotado de la suave dulzura de quien ha probado la austeridad y la penitencia; siempre en la presencia de Dios, incluso en medio de una prodigiosa actividad exterior; calumniado y admirado, celebrado y perseguido. Y por encima de tantas maravillas, resalta como luz suave que todo ilumina, su grande devoción a la Madre de Dios”.
Esta es una oración para recibir gracias por la intercesión de San Antonio María Claret:
Señor,
que hiciste de San Antonio María Claret, un verdadero Padre,
un celoso apóstol de la gloria de Dios y la salvación de todos los hombres,
concédenos la misma ardiente caridad que inflamó su corazón
para que continuemos con intensidad y eficacia
su trabajo apostólico.
Haz que sus hijos se multipliquen
para expandir el Reino del Señor,
y que en el momento de nuestra muerte
merezcamos ser reconocidos como “fieles servidores” de Cristo y del Evangelio.
Amén.
Otros santos y beatos
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San Proclo de Constantinopla: Otro santo destacado del 24 de octubre es San Proclo de Constantinopla, un patriarca que vivió en el siglo V. San Proclo es recordado por su firme defensa de la doctrina cristiana, en particular por su oposición a las herejías que surgieron en su tiempo, como el nestorianismo.
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San Evergislo de Colonia. Fue un obispo y mártir del siglo VII. Fue obispo de Tongres y Maastrich, en lo que hoy es Bélgica y los Países Bajos, y es recordado por su caridad y celo pastoral. Según la tradición, fue asesinado por ladrones mientras realizaba una peregrinación. Su vida es un ejemplo de devoción inquebrantable al servicio de Dios, incluso ante el peligro.
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San Félix de Thibiuca. Fue un mártir cristiano que vivió en el siglo III durante la persecución de los cristianos bajo el emperador romano Diocleciano. Era obispo de Thibiuca, en el norte de África, y es recordado por su valentía al negarse a entregar las Sagradas Escrituras a las autoridades romanas, lo que eventualmente le costó la vida. Su testimonio de fe en tiempos de persecución lo convirtió en un símbolo de resistencia y fidelidad cristiana
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Beato Luis Guanella. Fue un sacerdote italiano nacido en 1842 que dedicó su vida a la caridad, especialmente hacia los pobres, los discapacitados y los enfermos. Fundó dos congregaciones religiosas, los Siervos de la Caridad y las Hijas de Santa María de la Providencia, dedicadas a la atención de los necesitados. Su vida estuvo marcada por su compromiso con la dignidad de los más vulnerables y su devoción a la Divina Providencia. Fue beatificado por el Papa Benedicto XVI en 2011 y su festividad se celebra el 24 de octubre.
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San Maglorio de Dol, un obispo del siglo VII que trabajó en la evangelización de Bretaña.
- San Senoco, un abad y ermitaño venerado en Bretaña.
- San Aretas y compañeros mártires, un grupo de mártires cristianos que murieron por su fe en la región de Najrán (actual Arabia Saudita) en el siglo VI.
Conclusión
Antonio María Claret fue una destacada figura en la Cataluña del siglo XIX, Antonio no sólo anhela sino que quiere ser un verdadero misionero. En 1849 fundó la Congregación de los Hijos del Inmaculado Corazón de María o Misioneros Claretianos, hoy presentes en 65 países, y realizó su sueño partiendo a Cuba como obispo.