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MIGUEL ÁNGEL GARCÍA
Actualizado
Hay que remontarse a 1996 para encontrar el último centrocampista de perfil defensivo que ganó el Balón de Oro. Fue Matthias Sammer. Curiosamente, ese año nacía Rodri, en plena Eurocopa, el torneo que, posiblemente, encumbró al entonces jugador del Borussia Dortmund y la selección alemana.
Desde entonces, un defensa y multitud de futbolistas con perfil ofensivo han sido los vencedores del galardón. Rodri reivindicó en su discurso su posición: “Muchos amigos me han escrito y me han dicho que el fútbol ha ganado, por darle visibilidad a tantos mediocentros que tenemos un trabajo en la sombra y hoy sale a la luz”. Porque su trabajo sobre el verde también hace ganar partidos.
La mejor prueba es que la temporada pasada, el Manchester City jugó sin Rodri nueve partidos y perdió cuatro de ellos, casi la mitad de ellos. En cambio, de los 50 en los que estuvo el español sólo claudicó en uno, logrando 38 victorias.
Todo esto va más allá desgranando métricas del juego. En todas el City mejoró con él sobre el césped. En ataque, el conjunto inglés generó por 90 minutos más goles esperados, goles sin contar penaltis, peligro esperado, tiros a puerta y toques en el área rival con Rodri que sin él. En defensa, le generaron menos goles esperados, goles sin contar penaltis, tiros a puerta y PPDA (pases permitidos por acción defensiva). Y en fase de asociación, creó más asistencias esperadas, verticalidad y porcentaje de posesión, pases y pases al último tercio.
Rodri es el paradigma del mediocentro actual. La pasada temporada no hubo un jugador que se encontrara entre los mejores de su posición en las cinco grandes ligas en tantas áreas diferentes del juego. Su solidez con el desplazamiento en largo, aportación a la construcción del juego para generar peligro y facilidad para hacer progresar el balón con sus pases
Sin duda, la temporada pasada mostró un perfil más decisivo en las acciones finales. Por un lado, marcó nueve goles entre Premier League y Champions, su mejor marca de siempre en una temporada. Consiguió cuatro desde fuera del área, pero cinco fueron desde posiciones más propias de un delantero.
Por el otro, repartió 11 asistencias, superando su récord de siete en un mismo curso. Además, repartió 66 pases clave (pases que conducen a un disparo), una cantidad amplia para tratarse de un centrocampista con funciones menos creativas.
Estas estadísticas reflejan dos aspectos que, a priori, no tienen que ver con su función principal, pero que demuestran lo completo que fue Rodri la temporada pasada con su club.
No obstante, podemos ir un poco más allá con los datos que proporciona Kognia Sports y encontrar otras facetas, estas sí más próximas a su juego, que denotan lo completo que es.
Por ejemplo, destaca su capacidad para superar a rivales con pases verticales, lo que facilita a su compañero receptor del balón a continuar en mejores condiciones la fase ofensiva. Rodri no es un jugador plano, siempre trata de darle un sentido a sus pases.
No le quema el balón en los pies y muestra una alta capacidad para identificar líneas de pase incluso cuando está bajo presión del rival. En este caso, avanza con la pelota hacia el área para, en cuanto tiene encima al defensor, para abrir a banda a un compañero libre de marca y generar una ocasión de peligro.
Por otro lado, demuestra su inteligencia táctica en los momentos en los que no tiene el balón en su poder. Rodri es capaz de identificar el momento exacto para presionar al rival en cuanto su equipo pierde el balón. De esta manera le facilita al resto de compañeros el repliegue a tiempo para evitar una contra.
Y cuando no se encuentra cerca del rival que recupera la pelota, mantiene la posición para lograr equilibrar a su equipo antes de que el contrario decida pasar a la acción.
Todos estos datos son solamente algunos de los que identifican a un jugador soberbio, con mucho trabajo en la sombra, pero fundamental para su equipo y su selección. Datos que ayudan a refutar su Balón de Oro.