La historia empresarial de Elon Musk esconde una ironía que el presidente Biden acaba de revelar. El hombre más rico del mundo y actual crítico de la inmigración comenzó su imperio como trabajador indocumentado en EE.UU.
Según una investigación de The Washington Post, Musk llegó con visa de estudiante en los 90s, trabajando ilegalmente en Zip2 mientras sus inversores temían su deportación.
El precio del éxito. De aquel joven que esquivó leyes migratorias a megadonante republicano que apoya deportaciones masivas.
La venta de Zip2 por $300 millones en 1999 lo catapultó hacia Tesla y SpaceX, construyendo una fortuna que hoy alcanza los $274 mil millones.
Ahora distribuye premios de $1 millón a votantes en estados clave y respalda la política migratoria de Trump.
La memoria selectiva del éxito. Desde su plataforma X, Musk advierte sobre “fronteras abiertas” y promueve teorías falsas sobre el voto de no ciudadanos.
La misma persona que construyó su imperio beneficiándose de regulaciones migratorias ahora impulsa endurecerlas.
El debate trasciende la inmigración: cuestiona la consistencia moral de quienes, tras alcanzar el éxito, buscan cerrar las puertas que una vez cruzaron.
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