Por: Alex Navas
Profesor de Ciencias Políticas y Derechos Humanos (UNAH)
El 05 de noviembre de 2024, Estados Unidos enfrentará una de las elecciones más reñidas de los últimos tiempos, por un lado, el ex presidente Donald Trump representando al Partido Republicano, el cual enfrentará a la actual vicepresidenta de los Estados Unidos, Kamala Harris, candidata del Partido Demócrata. “Dos encuestas publicadas por la cadena de televisión CNN y por el diario The New York Times (NYT) sobre las preferencias electorales de los estadounidenses ante las presidenciales … arrojan un empate técnico muy ajustado entre los candidatos Donald Trump y Kamala Harris”. (EFE, 2024). Las campañas de cada uno de los partidos han arreciado en los Estados claves, en un laberintico sistema electoral, donde gana quien obtiene más votos en el Colegio Electoral. El candidato ganador debe obtener 270 votos electorales o más para ser electo presidente de los Estados Unidos.
Trump, que ya estuvo en el Salón Oval, pretende un segundo mandato, presentándose a la candidatura republicana, como el líder absoluto del conservadurismo, logrando una victoria temprana contra los contrincantes a lo interno de su partido. Trump logró sortear dos impechment (juicios políticos), por atentar contra la forma de gobierno, en el denominado asalto al Capitolio (2021), causas que fueron desestimadas con la ayuda del sector más duro del Partido Republicano en el Senado. Además, arrastra una sentencia de culpabilidad por una Corte de Justicia; “Donald Trump fue declarado culpable de falsificar registros comerciales para encubrir un escándalo sexual que amenazó con afectar su campaña presidencial de 2016, culminando un juicio excepcional que puso a prueba la resistencia del sistema judicial estadounidense y transformó al expresidente en un delincuente” (Protess, 2024).
Sin embargo, Trump mantiene su base electoral intacta, con influencia en las zonas rurales y los grupos eclesiásticos, siguiendo un discurso violento y racista contra las minorías, especialmente los inmigrantes centroamericanos, retratándolos como asesinos, homicidas y hasta “caníbales” de mascotas, cuando la evidencia dice lo contrario a esa narrativa distorsionada. “Los datos apuntan a que la mayoría de los delitos descienden en Estados Unidos, pero se percibe lo contrario. Es algo que permite al Partido Republicano y Donald Trump insistir en la criminalización sin base real de la comunidad migrante en su conjunto” (Pais, 2024)
Kamala Harris por su parte, tomo el lugar de un presidente Biden sumamente criticado y debilitado, con serias dudas sobre sus capacidades reales de poder guiar al Partido Demócrata a una segunda victoria consecutiva. La vicepresidenta emergió como el Ave Fénix, recuperando la vitalidad de los demócratas, frente de una inminente derrota electoral, consolidando su candidatura a pocos meses de la contienda. Sin embargo, a medida ha pasado el tiempo, las cosas han vuelto a su cauce normal y aunque se han equilibrado las fuerzas con Trump, todavía no logra tomar una ventaja sustantiva sobre su contrincante y esto se debe en gran parte a la inconsistente política exterior de la administración Biden en resolver el conflicto armado entre Rusia y Ucrania y la guerra desatada por Israel en el medio Oriente. Sumado a esto, la falta de un mecanismo efectivo para resolver el problema de la frontera sur, hace que la campaña de Harris todavía este en un atolladero, luchando por ganar los estados claves, especialmente los ubicados en el “muro azul” (Wisconsin, Míchigan y Pensilvania).
Definitivamente, esta elección será histórica y tendrá un tinte dramático en su resultado final. Sin embargo, a pesar del ganador, la política de Estados Unidos no cambiará y seguirá enfrascada en acentuar su influencia en los conflictos armados en Europa y en Medio Oriente, tensionando las relaciones económicas y militares con China y resguardando sus intereses de bienes y recursos, especialmente los petroleros en el Golfo Pérsico. Lamentablemente, para la región Latinoamericana, el sur del río Bravo, siempre será visto como el patio trasero, ausente de una política que resuelva los problemas estructurales, muchos de ellos extrapolados por las políticas intervencionistas de los Estados Unidos, las cuales generaron corrupción, inestabilidad democrática, golpes de Estado y pobreza.
Ambos candidatos, evaden en sus discursos electorales la importancia de desarrollar la región centroamericana, que es la mayor exportadora de seres humanos a la frontera sur, debido a las precarias condiciones de vida en sus países de origen. Esto es aprovechado por el sistema explotador “capitalista”, que utiliza mano de obra barata e “ilegal”, ocupando puestos de trabajo que no quieren los norteamericanos, ecuación que ha generado una gran riqueza para la nación del norte. “Las cifras que han estudiado economistas del Institute on Taxation and Economic Policy (ITEP) en 2022 apuntan a que ese año unos 10,9 millones de indocumentados pagaron 96.700 millones de dólares en impuestos federales, estatales y locales” (País, 2024).
La administración Trump (2016-2020) fue un contrasentido para el fortalecimiento democrático, especialmente de Honduras, apoyando la salida de la Misión de Apoyo contra la corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) a cambio de la instalación de la política “países seguros”, mecanismo represivo, que utilizó las instituciones y cuerpos armados de países como México, Guatemala y Honduras para revertir la migración compulsiva que se estaba desarrollando en esa época. Además, el gobierno de Trump siempre quedará marcado por separar niñas y niños de sus familias al momento de cruzar la frontera de forma irregular, la mayoría procedentes del Triangulo Norte de Centroamérica, especialmente de Honduras.
A pesar de no estar en la agenda principal de los Estados Unidos, Honduras sigue dependiendo del país del norte, no solamente como un poder factico en las dinámicas de poder en el país, sino también, como el socio comercial más importante y, sobre todo, cuando las remesas de hondureños representan el 26.7% del PIB. Para el año 2024, el Banco Central de Honduras proyectó un aumento de las remesas en un 6.1% en los primeros 6 meses de 2024. “Además, son la principal fuente de divisas del país, por encima de las exportaciones de café, productos de maquila, el camarón y otros, de acuerdo con las autoridades de Honduras. En todo 2023, Honduras captó 9.177,5 millones de dólares en remesas, un 5,7 % más que un año antes (8.683,6 millones de dólares), según cifras oficiales. De acuerdo al Programa Monetario 2024-2025, divulgado a inicios de abril por el Banco Central, las remesas sumarán este año 9.518 millones de dólares y 9.804 millones de dólares el próximo” (SWI, 2024).
Es importante resaltar que, Honduras necesita de los Estados Unidos para poder llevar a cabo planes de transformación en el sector político, económico y social, sin embargo, no es menos cierto, que la mayor parte de esa responsabilidad es de los hondureños y hondureñas, que deben apostar por la aplicación de políticas efectivas que reduzcan las brechas de desigualdad e injusticia, cambiando el paradigma de desarrollo humano, que apunte hacia el fortalecimiento de las dignidades y libertades de la sociedad, desmontando el sistema de privilegios y elites que han amplificado los problemas estructurales e históricos del país.
Estados Unidos es la reencarnación del Imperio Romano, que actúa como tal y responde a sus propios intereses y tanto Harris como Trump funcionan siguiendo esa narrativa, como la premisa de la propia subsistencia del Estado norteamericano. Bajo ese enfoque, el triunfo del Partido Demócrata o Republicano no representará un cambio sustantivo en la política estadounidense referente a Honduras. Sin embargo, los esfuerzos por generar mayor confianza democrática, la lucha frontal contra el narcotráfico y el crimen organizado, la voluntad política para bajar los niveles de corrupción e impunidad y apuntalar las políticas para reducir las desigualdades, puede generar que la agenda hondureña pueda estar en los espacios estratégicos del Departamento de Estado, más allá del TPS.
Bibliografía
EFE. (2024). https://www.elfinanciero.com.mx/. Obtenido de https://www.elfinanciero.com.mx/mundo/2024/10/25/harris-o-trump-encuestas-les-dan-empate-tecnico-a-10-dias-de-las-elecciones-en-eu/
Pais, E. (12 de Julio de 2024). https://elpais.com/. Obtenido de https://elpais.com/us/2024-07-13/crimen-e-inmigracion-un-mito-sin-fundamento-que-perdura.html
País, E. (30 de Julio de 2024). Los inmigrantes indocumentados contribuyen con 96.700 millones en impuestos. El País.
Protess, B. (30 de Mayo de 2024). https://www.nytimes.com/es. Obtenido de https://www.nytimes.com/es/2024/05/30/espanol/trump-condena-culpable-juicio.html
SWI. (31 de Mayo de 2024). https://www.swissinfo.ch/. Obtenido de https://www.swissinfo.ch/spa/remesas-familiares-enviadas-a-honduras-crecen-un-6%2C1-%25-en-primeros-cuatro-meses-de 2024/79252137#:~:text=En%20todo%202023%2C%20Honduras%20capt%C3%B3,d%C3%B3lares)%2C%20seg%C3%BAn%20cifras%20oficiales.
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Abogado, Magister en Estado y Políticas Públicas, con una especialidad en DDHH. Profesor Universitario y activista y defensor de derechos humanos Ver todas las entradas