La deuda pública, las tensiones con China, el creciente déficit comercial y, ahora, la inminente incertidumbre electoral, pintan un panorama donde Estados Unidos parece estar siempre al borde de una nueva crisis que se lleve por delante al resto del mundo. Es lógico si tenemos en cuenta que representa alrededor del 15.5% del PIB mundial y sigue siendo la mayor economía por PIB nominal, con más de 28,7 billones de dólares. No solo es el epicentro financiero, sino que sus mercados bursátiles representan casi el 60% de la capitalización mundial.
Y es que Estados Unidos sigue atrayendo la atención de los inversores, a pesar de que también tiene sus propios problemas: el incremento de la deuda pública, que ya supera los 35,7 billones de dólares, y la pérdida de poder en el ámbito industrial, donde ha cedido terreno frente a China, su principal competidor. De hecho, China ha superado a Estados Unidos como el mayor productor mundial de bienes manufacturados desde 2010.
Además, el déficit comercial de Estados Unidos ha seguido creciendo en 2024. Según datos actualizados, el déficit de bienes y servicios en general alcanzó los 277.700 millones de dólares hasta la mitad del año. En el caso de los productos de tecnología avanzada, el déficit ha sido un tema persistente en los últimos años. En 2021, este déficit alcanzó los 197.000 millones, y la tendencia ha continuado en 2024, debido a la gran cantidad de importaciones de productos tecnológicos, especialmente de países como China. Estados Unidos ha sido hasta ahora la gran economía mundial, pero la pregunta es si lo seguirá siendo.
La productividad impulsa la economía de EEUU
Uno de los grandes activos de Estados Unidos es su mercado laboral y su productividad. En 2024, 174,6 millones de personas conforman su fuerza laboral, y el país ha logrado mantener un crecimiento constante del empleo tras la pandemia. Solo en septiembre de 2024, se sumaron 254.000 nuevos empleos, con los sectores de la salud, servicios de alimentos y la construcción liderando las contrataciones. Pero lo realmente importante es cómo esta masa laboral no solo crece, sino que se vuelve más productiva.
La productividad es el motor detrás del crecimiento económico de Estados Unidos. Entre 2023 y 2024, la productividad laboral creció un 2.7%, impulsada por un aumento del 3.4% en la producción mientras que las horas trabajadas solo crecieron un 0.7%. Este dato es clave porque asegura que la economía estadounidense sigue mejorando su eficiencia, lo que le permite competir a nivel global. Esta mayor eficiencia está ligada a la digitalización y la adopción de tecnologías avanzadas, lo que ha sido crucial para mantener la competitividad frente a países como China y Alemania.
En términos comparativos, mientras que la productividad en Europa y otras economías avanzadas como Japón ha crecido a tasas más modestas, Estados Unidos sigue destacando en sectores clave como la tecnología y la manufactura avanzada. Estos avances han permitido que el país siga siendo competitivo, a pesar de la competencia global y de los cambios en el liderazgo industrial.
Los ciudadanos de EEUU destacan por su riqueza
Esta capacidad de producir más con menos no solo impulsa la competitividad internacional, sino que también está íntimamente ligada a la riqueza de sus ciudadanos y el talento que atrae. De hecho, la capacidad adquisitiva de los estadounidenses sigue siendo una de las más altas del mundo.
Con una renta per cápita de 85.373 dólares en 2024, sigue siendo una de las economías más prósperas del mundo, aunque algunos países más pequeños como Luxemburgo e Irlanda superan estas cifras. En comparación, países como Francia, con 44.359 dólares, y España, con 34.045 dólares, tienen una renta significativamente más baja. Aun así, Estados Unidos está muy por delante de estas naciones, lo que refleja una alta capacidad adquisitiva de sus ciudadanos.
Este fenómeno tiene implicaciones directas en el consumo, uno de los motores principales del crecimiento económico de Estados Unidos. Con más dinero en el bolsillo, los estadounidenses están en mejor posición para gastar e invertir, lo que beneficia tanto a las empresas locales como a los mercados financieros. Y esto ha tenido su reflejo en los mercados. Una persona que hubiera invertido 100 dólares en el S&P 500 en 1990, hoy tendría alrededor de 3.200 dólares, gracias a una rentabilidad anualizada de 10.61%. Este tipo de rentabilidad no tiene parangón con otros mercados globales, y es uno de los factores clave que hace que los inversores sigan apostando por Estados Unidos.
Otro factor que sigue sosteniendo la solidez de la economía estadounidense es su capital humano. Con algunas de las mejores universidades del mundo, como Harvard, MIT y Stanford, Estados Unidos sigue atrayendo a los mejores talentos globales. El país cuenta con una de las fuerzas laborales más cualificadas del mundo, especialmente en sectores de alta tecnología, finanzas e investigación científica. Este capital humano es fundamental para mantener el liderazgo en innovación y la capacidad de competir globalmente.
Además, las familias estadounidenses han experimentado un crecimiento notable en su patrimonio neto en los últimos años. Durante el primer trimestre de 2024, los hogares con activos financieros generaron cerca de 3.7 billones de dólares en intereses y dividendos, lo que representa un incremento significativo respecto a los años anteriores. Este aumento en la riqueza no se limita solo a los más ricos; de hecho, el 50% de las familias menos adineradas han visto crecer su patrimonio neto en casi un 90% entre 2020 y 2023.
Pero no se trata solo del pasado. Según Javier Galán, responsable de renta variable de Renta Gestora, las previsiones de beneficios para las empresas estadounidenses son optimistas: un crecimiento del 9% en 2024 y una aceleración a 13-14% en 2025.
Por otro lado, las previsiones para la economía estadounidense siguen siendo optimistas. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), Estados Unidos crecerá un 2.8% en 2024, superando las expectativas iniciales, mientras que el déficit fiscal se mantendrá en torno al 6.5% en los próximos años.
El futuro puede estar lleno de incertidumbres, pero si algo está claro es que Estados Unidos seguirá siendo el primer jugador en la economía mundial.