Por David Klepper y Eric Tucker — The Associated Press
Intentan hackear el teléfono de un candidato presidencial. Un video falso muestra la quema de boletas en Pennsylvania. Funcionarios de seguridad nacional alertan que los adversarios de Estados Unidos pueden incitar a protestas violentas tras la jornada electoral.
Estos acontecimientos, revelados la semana pasada, muestran cómo Rusia, China e Irán han aumentado el ritmo de sus esfuerzos por inmiscuirse en la política estadounidense de cara a las elecciones presidenciales del 5 de noviembre, tal y como habían predicho los servicios de inteligencia y los analistas de seguridad.
Al mismo tiempo, funcionarios, empresas tecnológicas e investigadores privados han adoptado medidas de seguridad más agresivas para exponer rápidamente las amenazas electorales extranjeras, destacando las lecciones aprendidas de comicios pasados que revelaron la vulnerabilidad de Estados Unidos a la desinformación y el ciberespionaje.
Las autoridades afirman que el sistema electoral estadounidense es tan seguro que ninguna nación extranjera podría alterar los resultados a la escala necesaria para cambiar el resultado. Sin embargo, los adversarios autoritarios han aprovechado la desinformación y el ciberespionaje para atacar campañas y votantes, avivando la desconfianza y la polarización.
Esto es lo que hay que saber ahora que se acercan las elecciones presidenciales.
Rusia es la principal amenaza
Rusia es el país más activo y sofisticado al momento de manipular las elecciones estadounidenses, utilizando sitios web falsos, medios de comunicación controlados por el estado y estadounidenses inconscientes para difundir contenidos engañosos y polarizadores destinados a socavar la confianza en las elecciones.
El aparato de desinformación de Rusia aprovecha temas polémicos como la inmigración, la delincuencia, la economía o la ayuda en caso de alguna catástrofe. El objetivo es debilitar a Estados Unidos, erosionar el apoyo a Ucrania en su lucha contra los invasores rusos y reducir la capacidad estadounidense para contrarrestar los crecientes lazos de Rusia con China, Corea del Norte e Irán, según las autoridades.
Funcionarios de inteligencia y analistas de seguridad privada han determinado que Rusia apoya al expresidente Donald Trump, y está utilizando desinformación —a veces generada por Inteligencia Artificial— para desprestigiar a su oponente demócrata, la vicepresidenta, Kamala Harris. Trump ha elogiado al líder ruso Vladimir Putin, ha sugerido recortar fondos a Ucrania y criticó en repetidas ocasiones la alianza militar con la OTAN.
En una campaña especialmente audaz, Rusia montó un video en el que acusaba falsamente a Harris de haber dejado paralítica a una mujer en un accidente de coche hace años. Otro presentaba acusaciones ficticias contra el candidato demócrata a la vicepresidencia, el gobernador de Minnesota, Tim Walz.
El viernes, el FBI confirmó el papel de Rusia en la creación de un tercer video que supuestamente mostraba la destrucción de boletas de voto por correo en Pennsylvania. Los funcionarios electorales locales no tardaron en desmentir la falsedad del material.
Rusia también ha intentado pagar a influencers estadounidenses que difunden sus narrativas preferidas.
El mes pasado, las autoridades estadounidenses acusaron a dos empleados de medios de comunicación estatales rusos de canalizar 10 millones de dólares a una empresa de Tennessee para crear contenidos prorrusos. La compañía luego pagó a varios influencers populares de derecha, quienes han dicho que no tenían idea de que su trabajo estaba siendo apoyado por Rusia.
La campaña de Rusia no terminará el día de las elecciones. Por el contrario, funcionarios de inteligencia y analistas de seguridad privada predicen que explotará las denuncias de irregularidades electorales para sugerir que no se puede confiar en los resultados. Un memorando de inteligencia recientemente desclasificado precisó que Rusia también puede fomentar protestas violentas después de las elecciones.
“El objetivo de Putin es fomentar el caos, la división y la polarización en nuestra sociedad”, aseguró Michael McFaul, exembajador de Estados Unidos en Rusia que ahora enseña en la Universidad de Stanford.
Rusia ha rechazado las afirmaciones de que trata de influir en las elecciones estadounidenses. Un mensaje dejado en la embajada rusa en Washington no fue devuelto inmediatamente el sábado.
Operaciones de pirateo y filtración de Irán
Irán ha sido un actor especialmente descarado en la injerencia extranjera durante este año.
Se le acusa de hackear a asociados de la campaña de Trump y ofrecer las comunicaciones robadas a medios de comunicación y demócratas con la esperanza de que surgieran historias perjudiciales que pudieran dañar las perspectivas del republicano.
Esos correos electrónicos fueron enviados a personas asociadas con la campaña del presidente, Joe Biden, pero no hay indicios de que nadie respondiera, han dicho las autoridades.
El mes pasado, el Departamento de Justicia presentó cargos contra tres piratas informáticos iraníes que siguen en libertad, acusándolos de una operación de un año de duración dirigida a una gran variedad de víctimas.
Funcionarios estadounidenses han descrito esas actividades como parte de un esfuerzo más amplio para interferir en unas elecciones que Irán considera especialmente importantes. Teherán, por su parte, asegura que ha dejado clara su oposición a la campaña de Trump. El republicano puso fin a un acuerdo nuclear con Irán, reimpuso sanciones y ordenó el asesinato del general iraní Qassem Soleimani, un acto que provocó que los líderes iraníes juraran venganza.
Además de las operaciones cibern´ticas, las autoridades estadounidenses han expresado reiteradamente su preocupación por la posibilidad de que Irán ejerza violencia en suelo estadounidense contra Trump u otros miembros de su administración. En 2022, los funcionarios presentaron cargos en un complot iraní frustrado para matar al asesor de seguridad nacional de Trump, John Bolton, y este año acusaron a un hombre paquistaní con vínculos con Irán de un complot para llevar a cabo asesinatos políticos en Estados Unidos, incluido el de Trump.
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Los líderes de Teherán también podrían intentar alentar protestas violentas después de las elecciones, según el memorando de inteligencia desclasificado. Las autoridades dicen que Irán también financió y apoyó de manera encubierta las protestas en Estados Unidos por la guerra de Israel en Gaza.
Las autoridades iraníes han rechazado las acusaciones de que el país está tratando de influir en las elecciones. La misión de Irán ante las Naciones Unidas publicó una declaración esta semana diciendo: “Irán no tiene ningún motivo ni intención de interferir en las elecciones estadounidenses”.
¿Una China neutral?
Los funcionarios de inteligencia estadounidenses creen que China está adoptando una postura más neutral en las elecciones y se centra en las elecciones de menor importancia, apuntando a candidatos de ambos partidos en función de sus posiciones sobre cuestiones de importancia clave para Beijing, incluido el apoyo a Taiwán.
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Pero el Gobierno chino ha operado durante años una sofisticada operación de ataques informáticos dirigidos al estilo de vida occidental y a las industrias que va mucho más allá de la influencia electoral.
“Desde el ayuntamiento hasta el presidente, quieren tener acceso”, afirmó Adam Darrah, un exanalista político de la CIA que ahora es vicepresidente de inteligencia en la firma de ciberseguridad ZeroFox, que rastrea las amenazas extranjeras en línea.
El viernes, se supo que hackers chinos, intentaron atacar los teléfonos celulares de Trump y su compañero de fórmula JD Vance, así como a personas asociadas con la campaña de Harris. Todo esto como parte de un esfuerzo de espionaje mucho más amplio. No quedó claro de inmediato a qué datos —si es que hubo alguno— se había accedido.
Un vocero de la embajada china en Washington dijo que no estaban familiarizados con los detalles (del ataque) y no podían hacer comentarios, pero sostuvo que China es víctima rutinaria de ciberataques y se opone a esa actividad.
¿Son nuevas estas tácticas?
Difícilmente. Los adversarios extranjeros, incluidos los mismos a los que ahora se culpa de intromisión, han tratado de interferir en los últimos ciclos electorales, con distintos grados de éxito.
Pero el Gobierno de Estados Unidos, acusado de ocultar información sobre el alcance de la interferencia rusa en las elecciones de 2016, ha trabajado este año para denunciar de manera más activa las amenazas extranjeras como parte de un esfuerzo por reducir su impacto y asegurar a los estadounidenses que las elecciones son seguras.
En 2016, los oficiales de inteligencia militar rusos piratearon las cuentas de correo electrónico del jefe de campaña de Hillary Clinton y del Partido Demócrata, y publicaron decenas de miles de correos electrónicos y evidencia de comunicación en un esfuerzo por impulsar la campaña presidencial de Trump.
Ese año Rusia también gestionó en una enorme —pero oculta— campaña de trolling (acoso) en las redes sociales destinada a sembrar discordia sobre temas sociales polémicos, crear división en el proceso electoral estadounidense y perjudicar la candidatura de Clinton a la presidencia.
Esas actividades continuaron en el ciclo electoral de 2020, cuando un legislador ucraniano, descrito en ese momento por funcionarios estadounidenses como un “agente ruso activo”, publicó grabaciones de audio del demócrata Joe Biden, que entonces se postulaba a la presidencia.
Ese mismo año, se culpó a hackers informáticos iraníes de correos electrónicos que supuestamente provenían del grupo de extrema derecha The Proud Boys y que, según los funcionarios, estaban diseñados para dañar la candidatura de Trump.
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