En los videojuegos competitivos como ‘Valorant’ o ‘League of Legends’, entre muchos otros, hace falta jugar en equipo para acercarse a la ansiada victoria. Aun así, la dificultad del juego escala de nivel si algún jugador es una mujer. “Cuando escuchan tu voz y descubren que no eres un hombre acostumbran a pasar dos cosas: o te sabotean o te persiguen”, explica Clàudia Domènech, usuaria de los videojuegos ‘on line’. “En una partida de ‘Valorant’ –explica–, se dieron cuenta de que era mujer y me empezaron a acosar y a reírse de mí.” En este contexto discriminatorio, también abudan comentario del corte “vete a la cocina a fregar platos” o “¿no te tocaba poner una lavadora?”. Lejos de avanzar tras años de denuncias, los testimonios de las jugadoras conforman una gran prueba de cargo de que el sexismo en el sector persiste.
Carla Alberch, otra jugadora de ‘Valorant’, lleva 10 años disfrutando de los videojuegos. No obstante, han sido muchas las ocasiones en las que el juego ha cancelado su cuenta, a veces durante meses, tras explotar ante según qué insultos o vejaciones. “Hay situaciones en las que me resulta imposible no responder”, afirma. La vez que peor lo pasó fue cuando uno de los contrincantes sobrepasó todas las líneas rojas. “Amenazó con violarme, se rio de mi madre, de mi abuela… No sé quién era –aclara–, pero no pude evitar responder: son muchos los comentarios machistas y de odio que he recibido en las partidas”. Por esta razón, muchas jugadoras utilizan pseudónimos masculinos a modo de camuflaje.
Insultos y sabotaje
Según explican las usuarias, es muy común que los hombres ignoren la presencia de las chicas o “hagan ver” que no existen. “Juegan mal a propósito para perjudicarte y después, al perder, te insultan”, explica Clàudia. Carla ha vivido situaciones muy parecidas. “Después de descubrir que soy mujer y enviarme a preparar la comida, si tengo una mala partida o jugada, ya me preparo para los insultos”, cuenta, indignada. Por el contrario, añade, “si tienes una buena partida se sorprenden e incluso muchos se molestan”.
Si esta técnica para empequeñecer o fomentar la inseguridad femenina no funciona, algunos pasan a la siguiente fase: perseguirlas. “Cuando han acabado de hacerte sentir mal, te empiezan a pedir tu nombre en redes sociales, incluso una vez acabada la partida te siguen enviando solicitudes de amistad”.
Preguntas no deseadas
Según la Asociación Española de Videojuegos (AEVI), en España juegan 15,9 millones de personas a juegos en línea y el 47% de ellos son mujeres. Aun así, estudios como el publicado por Lenovo con Reach3 Insights demuestran que el 60% de las ‘gamers’ ocultan su género para evitar el acoso. En este sentido, tres de cada cuatro mujeres jugadoras aseguran haber sufrido discriminación machista en las partidas, cifra muy parecida a la que afirma haber ricibido críticas por sus habilidades en el juego. A la vez, este informe también revela que el 44% de las ‘gamers’ han recibido preguntas no deseadas ni solicitadas sobre si tienen pareja o no.
Además de los pseudónimos, las ‘gamers’ también suelen elegir avatares masculinos para evitar el acoso y las vejaciones. “Los diseños de los personajes femeninos están muy sexualizados y tienen funciones de cuidados”, recalca Clàudia. Cuerpos irreales, actitudes sumisas y atuendos más que sugerentes suelen caracterizar a los personajes femeninos de los llamados ‘juegos triple A’ (los desarrollados por compañías grandes, con un alto volumen de negocio en el mercado).
Espacios libres de acoso
Las jugadoras, sin embargo, no son las únicas dianas del machismo en esta industria. María Casañas, de la Asociación Gaming.Cat y empleada en una empresa de videojuegos en Barcelona, afirma que “muchas mujeres que forman parte de asociaciones o comunidades locales también han recibido comentarios despectivos”. Además, añade, en la mayoría de esas situaciones nadie alza la voz, tanto porque se ve como algo “insignificante” o porque “tienen buena relación con la persona que ha hecho el comentario”.
Con los años, explica Casañas, ha ido descubriendo canales de ‘Discord’ –plataforma para comunicarse con los jugadores– dirigidos a mujeres y personas queer, como ‘Galorant’, o ‘Game Changers Es’. “Para entrar, te piden una fotografía con un cartel específico que confirme tu identidad para evitar que alguien se haga pasar por quien no es y logre acceder”. Según Casañas, el ambiente en estos espacios es de respeto: “Nunca te harán sentir inferior o invalidadad”.
Temor a perder la hegemonía
Tradicionalmente, los videojuegos han actuado como un coto cerrado eminentemente masculino sin cortapisas para el sexismo. Y tanto jugadoras como empleadas entienden que esas muestras discriminatorias vienen precisamente del miedo a perder esa hegemonía. “Aún está muy extendida la idea de que los hombres deben ser competitivos y buscar un estatus social validado por otros hombres”. Es más: cuando alguna mujer triunfa, a menudo se le invalida el éxito atribuyéndolo a, por ejemplo, el aspecto físico.
“Detrás de la pantalla, todo el mundo es muy valiente”, afirma Carla, quien señala que estamos ante un problema eminentemente educativo. “No hay un solo factor, pero la educación hace mucho: hace relativamente poco tiempo que está bien visto que las mujeres jueguen a algo tan ‘poco femenino’”. Y pone el siguiente ejemplo: “Este mismo año, una mujer se presentó para acceder a un equipo coreano que buscaba jugadores y, tras superar diferentes pruebas, no la eligieron porque, según ellos, no se sentían cómodos jugando con mujeres”.
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